Tras ser rociada con químicos y estar cerca de la muerte, Natalia Ponce de León lucha por evitar que estos crímenes se repitan. En el Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, habló con DW.
En marzo de 2014 la colombiana Natalia Ponce de León (34) fue brutalmente rociada en la puerta de su edifico en Bogotá con un litro de ácido sulfúrico por un hombre que al parecer tenía una fijación con ella. “Cayó en toda mi cara, abdomen, brazos y muslo derecho. Mi cuerpo sufrió quemaduras muy profundas, que me llevaron a ver la muerte muy de cerca”, recuerda.
El ataque le causó quemaduras de segundo y tercer grado en un tercio del cuerpo, las más severas en la cara, con compromiso en los ojos y en las vías respiratorias. “Como mujer ha sido muy triste y difícil aceptar la pérdida de mi identidad y ver todos los días mi cuerpo y mi cara quemados. El ácido destruyó a mi familia, a mis seres queridos”, cuenta Natalia.
Hasta ahora ha sido sometida a 20 cirugías en el Hospital Simón Bolívar y le esperan muchas más. Pero en medio del tratamiento y las largas horas de rehabilitación, Natalia ha vuelto a nacer. Las heridas van sanando gracias a los cuidados médicos y al amor de su familia. “Estando en el hospital nació en mi alma una fuerza para vivir y hacer algo para ayudar a las víctimas y cambiar la situación en Colombia sobre los ataques con agentes químicos”, relata.
Sólo un año después, apareció para la presentación del libro “El renacimiento de Natalia Ponce de León”, de la periodista del diario El Tiempo, Martha Soto. El libro relata su recuperación y la lucha a través de la fundación que creó y lleva su nombre. Con ella persigue que todas las víctimas tengan acceso a una atención oportuna y de calidad.
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Alta tasa de ataques en Colombia. Unos mil casos de ataques con químicos se han registrado en Colombia, tanto contra mujeres como hombres, en los últimos diez años. La nación sudamericana supera ampliamente las estadísticas de la región, y está a la altura de países como Afganistán, Bangladesh, India, Pakistán, Nepal y Uganda. Según indica Natalia, Colombia lidera tristemente el ranking, con el índice de mayor cantidad de ataques con ácido por habitantes.
Parte de su lucha es evitar que estos casos se repitan: que la justicia endurezca las penas y se restrinja la venta de estos químicos, hasta ahora de fácil acceso. En paralelo, ha entregado valientemente su testimonio en el juicio contra su agresor, Jonathan Vega, por intento de homicidio. “Trató de matarme y destruirme, pero no lo logró", indica. "Renació una Natalia muy fuerte, grande, valiente y guerrera de la vida que vino al mundo por una misión muy grande, que es ayudar a muchas víctimas brindándoles todo mi amor y la esperanza de valorar y querer la vida”.
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No más violencia contra las mujeres. Este miércoles 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, las Naciones Unidas advierte que el 35% de las mujeres y niñas sufren alguna forma de violencia física o sexual a lo largo de sus vidas. En algunos países esta cifra asciende al 70%.
Los ataques con ácido afectan mayoritariamente a mujeres y son una de las formas más brutales de agresión. Para ello se emplea comúnmente ácido nítrico, clorhídrico o sulfúrico. El rociado representa una verdadera tortura que quema, desfigura y mutila, dejando secuelas físicas y sicológicas a veces irreparables, que afectan las posibilidades de inserción social y laboral.
Según datos de la ONG ASTI, con sede en Londres, que se ocupa de supervivientes de ataques con ácido, los motivos de los agresores van desde celos, despecho, rencor, odio o venganza, hasta disputas domésticas o de barrio. En sociedades machistas y que no contemplan penas elevadas para estas agresiones, son una forma de dominar y castigar a las mujeres.
Natalia Ponce de León ha dicho que no guarda rencor, sino que concentra sus fuerzas en su recuperación y sus proyectos: “La vida puede renacer y soy un ejemplo de ello”.