De acuerdo con las cifras de octubre pasado, el homicidio crece más de 22%, el robo con violencia 37%, robo a negocio casi 32%, y robo a transeúnte 30%; lo que implica un incremento en todos los delitos considerados de alto impacto.
Ciudad de México. El severo problema de inseguridad en el país no es un asunto de percepción, sino de datos duros oficiales que hablan de un crecimiento de prácticamente todos los delitos, aseveró el director del Observatorio Nacional Ciudadano, Francisco Rivas, quien señaló que en México el combate al delito sigue siendo incipiente porque hay debilidad institucional.
Dijo que, de acuerdo con las cifras de octubre pasado, el homicidio crece más de 22%, robo con violencia 37%, robo a negocio casi 32%, robo a transeúnte 30%, robo de vehículo 15% y extorsión 14%; es decir, todos los delitos considerados de alto impacto han venido creciendo.
Expuso que las cifras muestran particularmente dos aspectos muy negativos: primero, que el homicidio alcanza su mayor tasa si comparamos los primeros 10 meses de este año contra los primeros 10 meses desde 1997, es decir las tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes ya superó la del 2011, que era considerado el año más violento de la historia de México.
Mencionó que, desafortunadamente, no se puede identificar un hecho elocuente que esté generando esta escalada de violencia, aunque se sabe que las causas son multifactoriales.
Además, remarcó, hay una distorsión de la información que no permite tampoco entender específicamente si hay un factor.
“Yo creo que son un conjunto de factores porque, entre otras cosas, no sólo encontramos un crecimiento de todos los delitos, sino también encontramos una atomización de la violencia en todo el país”.
En ese sentido destacó que ahora hay entidades que los números exhiben como violentas cuando antes eran seguras como Aguascalientes y Baja California Sur, Querétaro y Quintana Roo, por no hablar de Colima, que eran entidades históricamente seguras y que hoy se encuentran en los primeros lugares de violencia a nivel nacional.
Incluso explicó que hay entidades en los que se había recuperado la paz, como es el caso de Baja California y Chihuahua, donde los crecimientos en la incidencia delictiva de nuevo son acentuados.
Además hay entidades que ya llevan tiempo sumidas en la violencia como Tamaulipas, Tabasco, Guerrero, entre otras.
Desde la perspectiva del especialista, existen algunos factores que estarían influyendo en el incremento de la inseguridad. El primero es el ejercicio que ha hecho la Federación de descabezar a las bandas de delincuencia organizada sin tocar la estructura, lo cual ha generado, por un lado, guerras en los grupos criminales por quedarse con el control de la organización, y, por otro, guerras entre bandas que tratan de hacerse del poder en el territorio local.
Otro factor, dijo, es que seguimos sumidos en la corrupción, en la incapacidad de muchas autoridades, porque pese a las enormes cantidades de presupuesto que se han gastado con el fin de implementar medidas para revertir esa situación no han funcionado.
“No hay evidencia de que hayan podido generar ese cambio que los mexicanos esperamos y nos merecemos”.
Lo grave, añadió, es que pese a las enormes cantidades de recursos públicos que se han destinado para ese fin no ha pasado mucho alrededor de cómo se encuentran equipadas las policías, de cómo son tratados los elementos o de las competencias tanto de policías, peritos y ministerios públicos.
Francisco Rivas mencionó que una de las cosas que desde el principio estuvo mal diagnosticada fue la relación entre la información pública y los datos de incidencia delictiva.
Para la actual administración el tema de la seguridad parecía ser un asunto de relaciones públicas: si tú no hablas de un problema, el problema desaparece, cosa que no es así.
Recordó que eso ocurrió cuando organizaciones de la sociedad civil le hicieron ver al presidente Peña Nieto que estaba creciendo exponencialmente el secuestro y la autoridad trató de convencernos de que no era cierto, pero al final tuvieron que aceptar que en verdad estaba ocurriendo ante la elocuencia e irrebatibilidad de los registros sobre ese delito. Agregó que el 2013 terminó como el peor año en materia de secuestro y extorsión de la historia de nuestro país. El problema, reiteró, es que cada da vez hemos visto a las autoridades reconocer su corresponsabilidad en esta materia.