Sólo aquellos que cuentan con los recursos y los contactos necesarios logran emigrar al Viejo Continente. El resto se queda varado en Pakistán e Irán.
Durante más de tres décadas, la mayoría de los refugiados a nivel mundial procedió de Afganistán. Según estadísticas de Acnur, apenas en 2014 este país fue desbancado por Siria. Las guerras, los regímenes despóticos y de terror, sobre todo en los años 90 del siglo pasado, obligaron a unos seis millones de afganos a abandonar el país. Los refugiados huyeron de la invasión soviética en 1979, del régimen comunista, las guerras civiles y el terror talibán.
Tampoco las tropas internacionales lograron frenar del todo la ola de refugiados en su intento de estabilizar el país asiático después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Pese a los altamente subvencionados programas de repatriación de la ONU, 2,7 millones de refugiados afganos siguen viviendo en el extranjero. Asimismo, Acnur estima que el número de desplazados internos alcanza los 683.000.
Más del 90% de los refugiados se quedan varados en los campamentos en el país vecino de Pakistán o se ganan la vida -muchas veces de forma ilegal- como vigilantes de estacionamientos, jardineros o empleados domésticos en Irán. Solo una minoría cuenta con los recursos financieros, contactos personales y la ocasión para emigrar a Estados Unidos y Europa.
Por lo general, estas personas pertenecen a la élite del país y tienen una buena formación: personal local de organizaciones extranjeras, académicos, periodistas, así como personal administrativo.
Hace dos años, por ejemplo, Sharmila Hashimi decidió abandonar el país. La portavoz del gobernador de la provincia afgana de Herat y su esposo, que dirigía una escuela de periodismo, estaban siendo acosados por los talibanes. “Por eso decidimos cerrar la escuela y emigrar”. Hashimi cuenta que contactaron a un traficante de personas que los llevó a Alemania. “No sabíamos a dónde nos iba a llevar, pero de alguna forma llegamos”, dice la afgana.
Amenazan a ex empleados de las tropas de la OTAN. Probablemente el grupo de personas más conocido que busca abandonar el país son los ex intérpretes y demás empleados civiles de las tropas extranjeras que han empezado a retirarse de Afganistán. Los talibanes consideran colaboradores a todas las personas civiles que trabajan para estos ejércitos extranjeros. Sin embargo, cerca del 60% de las peticiones de asilo que el personal afgano presentó hasta abril de 2014 han sido rechazadas.
Los atentados terroristas van en aumento en el país asiático al igual que las reacciones militares que suscitan. En 2014, fueron asesinados casi 4.000 civiles en Afganistán. El año pasado el número de víctimas civiles del conflicto aumentó 22%, según la ONU. Asimismo, el Banco Mundial calcula que el 36% de los afganos vive en la pobreza.
El crecimiento económico cayó de alrededor de nueve por ciento, en el periodo 2003-2012, a 2%, en 2014. De cara a esta situación, incluso los afganos que tienen una buena formación no tienen muy buenas perspectivas. Muchas veces, los buenos contactos y la pertenencia a una determinada etnia son más importantes que cualquier tipo de cualificación.