Un mundo de desenfreno y perdición se vive en Cuba. Miles de hombres y mujeres siguen ejerciendo la prostitución con una aparente complicidad del gobierno.
La brisa provocada por los continuos azotes de las olas del mar sobre los "dientes de perro", las estructuras de piedra que protegen el Malecón, sirven de cortina natural al desfile de un mercado sexual.
Aunque la prostitución es ilegal en Cuba, esta actividad se ejerce profusamente al tenor de la corrupción gubernamental y la necesidad de mujeres y hombres que venden sus cuerpos para ganar los recursos económicos que la Revolución no les ha podido dar.
En tiempos del dictador Fulgencio Batista, Cuba era conocida como el burdel de América, rango nada honorífico que actualmente mantiene vigencia.
Pero ¿por qué si el régimen cubano ejerce un férreo control en otras cosas casi se ve displicente en el asunto de la prostitución? ¿Se hace de la vista gorda?
¿Cómo operan? Con disimulo, comprando alguna bebida alcohólica en el bar, muchas mujeres logran entrar a los lobbys de hoteles a buscar turistas ávidos de favores sexuales.
"Yo hago masajes, soy médico fisioterapeuta, el costo es de 10 cucs (12 dólares)", dice una rubia delgada que acentúa el color de su cabello con tintes.
Pero luego propone que si se desea "algo más" el costo es de 50 cucs (US$60), mientras juega con las manos una cerveza Bucanero.
Para que un turista pueda ingresar a su habitación a una prostituta debe de pagar el equivalente a US$20 a los botones del local.
Los "impuestos" no terminan ahí. Las prostitutas también pagan unos US$10 por cliente a los policías que rondan los hoteles para que las dejen operar.
Los pagos siguen. También se le paga un porcentaje de las ganancias de las prostitutas al "chulo", persona que les gestiona su ingreso a los hoteles.
"Trabajar en el gobierno es muy difícil, no tengo empleo, además de que están despidiendo a la gente, así que hay que buscar dinero", expresa la profesional de la medicina y madre de una niña de 3 años.
Algunos gestores de viajes, figura económica aprobada por el gobierno, que sirve como guía turístico, también le hacen de proxenetas.
Muchas de estas personas le ofrecen a los turistas féminas con las cuales satisfacer sus deseos sexuales.
Los conductores de bicitaxis igualmente promueven los encuentros de dinero por placer. Aunque con mayor "variedad".
"Les puedo conseguir una pareja de mujeres que primero tienen sexo ellas y luego las puedes tomar tú’", expresa "Roberto", chofer de una bicicleta modificada para transportar turistas.
Existen bares o discotecas en donde el precio por pasar un momento con una mujer sube, pudiendo llegar hasta los US$80.
"Por eso es mejor ir a los hoteles o al Malecón, son las mismas mujeres y más baratas", asegura "Roberto".
Hay mujeres que cuentan con un empleo pero sufren desesperación por la crisis económica y por ello ofrecen su cuerpo luego de la jornada laboral.
Por US$40 una maestra dijo estar dispuesta a tener sexo después de dar clases de educación física en una escuela primaria.
Los hombres también ejercen la prostitución. Dice "Manuel", un guía turístico, que en una ocasión él fue contratado por una turista italiana para pasar un fin de semana con ella y que siempre está dispuesto a hacerlo con tal de ganarse unos dólares extras.
"A mi mujer le dije que estaba con unos turistas, pero me fui con la italiana y quedó de llamarme en caso de que volviera".
La baja tasa de VIH-sida en Cuba, 0,1%, la más baja del Caribe, es otra motivación para los turistas de buscar aventura, aunque la epidemia avanza lentamente.