Durante tres días, unos 200 especialistas, incluidos 120 representantes de diversos organismos internacionales y movimientos sociales, replantean estrategias de acción para fortalecer la integración del área.
Una década después del fallido intento de Estados Unidos de establecer el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), Cuba celebra hoy aquel suceso con un evento regional.
Se trata del Encuentro Hemisférico "Derrota del ALCA, 10 años después", el cual tiene por sede el Centro de Convenciones de Cojímar, al este de la bahía de La Habana.
Durante tres días, unos 200 especialistas, incluidos 120 representantes de diversos organismos internacionales y movimientos sociales, replantean estrategias de acción para fortalecer la integración del área.
Entre los participantes figuran líderes de organizaciones populares, sindicales, eclesiales y ecuménicas, indígenas y campesinas, redes regionales e internacionales, así como intelectuales y académicos.
La agenda de trabajo contempla temas como el desarrollo regional 10 años más tarde de la derrota del ALCA.
También incluye los procesos de integración y el comercio regional actual, el AcuerdoTranspacífico de Cooperación Económica (TTP, por sus siglas en inglés) firmado el pasado 5 de octubre, y el estado de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos tras el restablecimiento de sus vínculos diplomáticos el pasado 20 de julio.
La directora de la Organización cubana de Solidaridad con los Pueblos de Asia, Africa y América Latina (Ospaaal), Lourdes Cervantes, dijo que la cita busca replantear estrategias de acción ante la política "hegemónica" de Washington, la cual --afirmó-- ha trascendido a pesar del fracaso del ALCA.
En la I Cumbre de las Américas celebrada en la ciudad estadounidense de Miami en 1994, el gobierno estadounidense prometió crear antes de 2005 el mayor espacio de libre comercio del mundo, con más de 800 millones de consumidores y un poderío económico sin igual en otra zona del planeta.
Los auspiciadores de esta idea, liderados por Washington, propugnaban que para llegar al propósito final las naciones involucradas, desde Alaska hasta Tierra del Fuego, debían eliminarse las barreras al comercio de bienes y servicios, y optimizar la apertura de los mercados mediante acuerdos balanceados.
Para enfrentar esas intenciones, Cuba convocó en 2001 al I Encuentro Continental anti-ALCA, conla finalidad de denunciar los propósitos de la Casa Blanca y contribuir a la articulación de movimientos sociales y organizaciones populares, así como al proceso de concientización de los pueblos del área.
Desestimada por Estados Unidos por sus discrepancias políticas, Cuba lanzó duras críticas al ALCA por considerarlo un proyecto hegemónico de Washington para consolidar su dominación sobre la región, ampliar sus fronteras económicas y asegurarse un gran mercado cautivo, sin la competencia de la Unión Europea y Asia.
En los siguientes foros contra el ALCA realizados cada año en La Habana, la denuncia cubana obtuvo un apoyo creciente en América Latina, a pesar de que el proyecto parecía casi imparable y de fácil aplicación.
La posición de algunos gobiernos de la zona (Venezuela, Argentina y Brasil) y los fuertes movimientos sociales de protesta en Bolivia y Ecuador provocaron que el diseño inicial de la gran negociación con 34 países a la vez se convirtiera en la táctica de impulsar acuerdos bilaterales, conocidos como Tratados de Libre Comercio (TLC).
Estos convenios recibieron una fuerte oposición por parte de los movimientos populares, los cuales denunciaron que las tratativas eran favorables al gran capital transnacional de Estados Unidos y perjudicial para los pueblos.
Ante esa realidad, las citas en la capital cubana cambiarons su nombre a Encuentros Hemisféricos de Lucha contra los TLC y por la Integración de los Pueblos, siempre con la asistencia de unos 700 representantes de movimientos sindicales, agricultores e indígenas procedentes de decenas de países.
El 5 de noviembre de 2005, la IV Cumbre de las Américas, celebrada en Mar del Plata, Argentina, marcó el sepelio del ALCA.
Los nuevos líderes que emergieron en la región, Néstor Kirchner (Argentina), Luiz Inacio Lula da Silva (Brasil), Tabaré Vázquez (Uruguay), y Hugo Chávez (Venezuela) aunaron fuerzas y asumieron la vanguardia en la batalla contra el ALCA.
Ellos plantearon la necesidad de dejar atrás el modelo neoliberal basado en la apertura indiscriminada, la desregulación, la privatización, el endeudamiento, y llamaron a recuperar un rol activo para el Estado.
Fue entonces que Chávez, durante un encuentro con movimientos sociales paralelo a la magna cita en Mar del Plata, acuñó la histórica frase "ALCA, ALCA, al carajo".
En contraposición al engendro estadounidense, el mandatario venezolano, junto al líder revolucionario Fidel Castro, lanzaron la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), que pronto comenzó a sumar países.
La ALBA -más tarde denominada Alianza para los Pueblos de Nuestra América- pone énfasis en desarrollar un proceso de integración moldeado por la solidaridad y la cooperación en beneficio de los sectores sociales más desposeídos.
Aunque el ALCA fracasó, politólogos consideran que la estrategia de Estados Unidos de dominación en el aéra continúa mediante otras formas y rostros.
En otras palabras, se ganó una batalla pero aún no la guerra.