Las precipitaciones que comenzaron el lunes han dejado al menos 205 personas fallecidas, la mayoría a causa de los deslaves que devastaron comunidades pobres asentadas en laderas de montañas.
Río de Janeiro. Socorristas sacaron este viernes más cadáveres de una barriada que se derrumbó cerca de Río de Janeiro, con cada vez menos esperanzas de encontrar sobrevivientes de una catástrofe causada por las peores lluvias en cuatro décadas en el estado brasileño.
Las precipitaciones que comenzaron el lunes han dejado al menos 205 personas fallecidas, la mayoría a causa de los deslaves que devastaron comunidades pobres asentadas en laderas de montañas, y dejaron a miles sin hogar en y alrededor de la segunda ciudad más grande de Brasil.
El peor deslizamiento de tierra ocurrió la noche del miércoles, cuando un torrente de barro sepultó a decenas de personas y destruyó casas en un barrio construido sobre un antiguo vertedero de basura en Niterói, una ciudad aledaña a una bahía de Río.
Cuerpos de rescate sacaron cuatro cadáveres de los escombros el viernes y el gobernador del estado de Río, Sergio Cabral, dijo que muchos más podrían haber muerto bajo el lodo.
"Hay alrededor de 100 a 150 cadáveres, de acuerdo con lo que me dijo el departamento de bomberos", agregó Cabral a periodistas en la favela de Bumba Hill. "La situación es terrible", expresó.
"La responsabilidad de lo que pasó aquí recae en todos nosotros, las autoridades y la sociedad", argumentó.
El gobierno federal ha enviado tropas y 200 millones de reales (US$113 millones) para ayudar al estado a enfrentar la catástrofe, mientras que Estados Unidos dijo el viernes que estaba donando US$50 millones para ayudar a las más de 50.000 personas sin hogar.
El alcalde de Río, Eduardo Paes, firmó un decreto que permite a las autoridades forzar a los residentes a abandonar 158 localidades consideradas en situación de riesgo.
Paes ya había anunciado esta semana que entre 1.500 y 2.000 familias serían sacadas de dos favelas pese a la resistencia de algunos.
El caos causado por las lluvias ha renovado la atención sobre la deficiente infraestructura de Río de Janeiro y los caóticos barrios marginales mientras Brasil se prepara para ser anfitrión de la Copa del Mundo en 2014 y de los Juegos Olímpicos del 2016.
Diluvios a principios de esta semana convirtieron algunas avenidas en lagos, dejaron a conductores varados en sus automóviles y obligaron a algunos a caminar hacia sus casas a través de varios kilómetros de calles inundadas.