El escritor dijo que lo más terrible de ser lesbiana, gay o transexual en países como Perú o Chile es la “vida cotidiana condenada a la inseguridad, al miedo, la conciencia permanente de ser considerado (y llegar a sentirse) un réprobo, un anormal, un monstruo”.
Madrid. El Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa, sostuvo este domingo que el asesinato al joven homosexual, Daniel Zamudio, en Chile evidencia que la homofobia es una de las “taras inveteradas” de América Latina.
En su columna Piedra de Toque, publicada en el diario español El País, señaló que el crimen contra el activista chileno es “hijo de la homofobia” y que la inmolación de Zamudio debe servir para sacar a la luz pública la trágica condición de los gays, lesbianas y transexuales en los países latinoamericanos.
Refirió que esas personas, sin una sola excepción, son objeto de escarnio, represión, marginación, persecución y campañas de descrédito que, por lo general, cuentan con el apoyo entusiasta de buena parte de la opinión pública.
El literato remarcó, en el extenso artículo, que lo más “fácil e hipócrita” en este tema es atribuir la muerte de Zamudio solo a “cuatro bellacos pobres diablos que se llaman neonazis”.
No obstante, dijo que detrás de ello hay una “avanzadilla más cruda y repelente de una cultura de antigua tradición que presenta al gay y a la lesbiana como enfermos o depravados que deben ser tenidos a una distancia preventiva de los seres normales”.
Indicó que los crímenes derivados de la homofobia que se hacen públicos representan una mínima parte de los que en verdad se cometen porque en muchos casos, las propias familias de las víctimas prefieren echar un velo de silencio sobre ellos, para evitar el deshonor y la vergüenza.
Vargas Llosa recordó que un informe preparado por el Movimiento Homosexual de Lima, entre los años 2006 y 2010, se reveló que en el Perú fueron asesinadas 249 personas por su “orientación sexual e identidad de género”.
Refirió que lo más terrible de ser lesbiana, gay o transexual en países como Perú o Chile es la “vida cotidiana condenada a la inseguridad, al miedo, la conciencia permanente de ser considerado (y llegar a sentirse) un réprobo, un anormal, un monstruo”.
El Nobel mencionó que los dos movimientos subversivos que en los años ochenta iniciaron la rebelión armada para instalar el comunismo en el Perú, Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), ejecutaban a los homosexuales de manera sistemática en los pueblos que tomaban para liberar a esa sociedad de “semejante lacra”.
Si bien reconoció que se ha avanzado mucho en la lucha contra el racismo al “negro, al amarillo, al judío, al cholo, al indio”, estimó que América Latina tiene un largo y difícil camino en el tema de la homofobia y el machismo.
“Liberar a América Latina de esa tara inveterada que son el machismo y la homofobia —las dos caras de una misma moneda— será largo, difícil y probablemente el camino hacia esa liberación quedará regado de muchas otras víctimas semejantes al desdichado Daniel Zamudio”, sentenció.