Los enfrentamientos que se han registrado en el marco de la guerra contra el crimen organizado impulsada por el gobierno, ha alcanzado puntos que antes estaban a salvo como Acapulco o la norteña Monterrey.
Acapulco. Una pequeña cruz de madera clavada en medio de la mayor avenida de Acapulco parece ser un símbolo de los problemas de un balneario que no quiere dejar de ser la perla del Pacífico mexicano, pero no puede ocultar la creciente violencia del narcotráfico en sus calles.
La cruz, que pasa casi inadvertida entre el pesado tráfico de autobuses y taxis que van y vienen por la Costera Miguel Alemán, marca el sitio donde hace dos semanas, dos niños y su madre murieron alcanzados por el fuego cruzado de una balacera entre narcotraficantes y policías, a plena luz del día.
Los tiroteos no son cosa nueva en Acapulco, donde frecuentemente se reportan víctimas en los barrios populares. Pero hasta ahora era casi inimaginable que ocurrieran tan cerca de los hoteles, restaurantes y bares que flanquean la avenida, la línea vital del intenso turismo en la ciudad.
"Es como si estuviéramos en guerra en plena avenida turística, no es lo correcto", dijo a Reuters Celso Sánchez, columnista y director del colegio Simón Bolívar de Acapulco, al que asistían los niños que murieron en el enfrentamiento.
El Gobierno del presidente Felipe Calderón, que declaró la guerra a los narcotraficantes poco después de asumir a finales de 2006 lanzando el Ejército a las calles, dice que la violencia se debe a que, antes, los poderosos cárteles de la droga no habían sido enfrentados.
Desde entonces, esa guerra ha dejado un saldo de casi 23.000 personas muertas y el derramamiento de sangre ha ido en aumento año con año y alcanzado puntos antes a salvo, como Acapulco o la norteña Monterrey.
En Acapulco, la situación ha empeorado por las batallas internas dentro del cártel de los Beltrán Leyva, que luchan por el liderazgo tras la muerte en diciembre del capo Arturo Beltrán Leyva, conocido como el "Barbas" o el "Jefe de jefes".
La ciudad es uno de los puntos de entrada de la cocaína sudamericana a México, en ruta hacia el mercado estadounidense.
Mientras la violencia crece, la llegada de turistas al puerto bajó en casi una quinta parte en los primeros tres meses del año, según la operadora de aeropuertos OMA, que maneja el terminal de Acapulco. La operadora no especificó si la violencia era la causa de la baja en el número de pasajeros.
A la playa en alerta. A quienes llegan a la ciudad en camionetas todoterreno, algunos locales les recomiendan transitar con las ventanillas bajas para evitar ser confundidos con rivales por grupos de narcos que también circulan en ese tipo de vehículos.
Pedro Falcón, presidente de la cámara de agencias de viaje del estado de Guerrero, dijo a Reuters que ahora es complicado promover Acapulco, una ciudad que tuvo su época de gloria en las décadas de 1950 y 1960.
"Obviamente no les podemos mentir, decir que no pasa nada cuando en las noticias ven el número de muertos", dijo el empresario. La presencia de policías federales y militares, que patrullan en camionetas con armas automáticas en ristre, tampoco es fácil de disimular.
La escena fue descrita así por un turista de Florida, Bob Jensen, mientras transitaba cerca del puerto de desembarque del crucero en el que viajaba: "Vimos a los militares en las esquinas con ametralladoras y asumo que es para proteger a los turistas".
"Me gusta ver que intentan hacer las cosas más seguras para nosotros", agregó.
Pero Stephen Hanlon, un australiano que estaba en viaje de negocios en el puerto, dijo a Reuters mientras tomaba una cerveza cerca de la bahía que "eso crea dos sensaciones, una de intimidación y otra de seguridad. No estoy del todo seguro cuál de las dos está ganando en este momento".
"No elegiría venir aquí para unas vacaciones", aseguró.
Mientras tanto, la ciudad, antiguo foco del "jet-set" internacional donde se asolearon John Wayne y Brigitte Bardot, lucha por mantenerse vigente frente a otros destinos como Los Cabos, Puerto Vallarta y Cancún.
Por esta razón, hoy en día, la mayoría de vacacionistas en Acapulco son nacionales que llegan desde Ciudad de México y que han visto como otra ciudad de descanso cercana a Acapulco, Cuernavaca, se ha vuelto también escenario de las venganzas del cártel de los Beltrán Leyva.
El turismo es uno de los principales motores de la economía mexicana, con cerca de 8% del Producto Interno Bruto (PIB) y al país llegan aproximadamente 20 millones de turistas extranjeros al año.
El director del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), Miguel Gómez Mont, dijo al periódico Excélsior que la inseguridad le ha pegado al turismo, pero que sin embargo la inversión a largo plazo sigue fluyendo.
La semana pasada, una marcha de unas 400 personas vestidas de blanco recorrió en horas de la noche parte de la Costera, vestidos de blanco y llevando velas, para exigir un fin a la violencia en la ciudad.
Algunos cargaban letreros con leyendas como "ya basta de violencia" y "queremos paz en Acapulco", mientras llevaban flores al lugar donde murieron los niños y su madre.
"Acapulco está muy bonito como para que haya tantas matanzas", dijo Scarlet Omaña, una niña en edad escolar que participó en la protesta.