Proteger la tierra es urgente y sabemos que debemos redoblar los esfuerzos para cuidar el ecosistema, revirtiendo la grave crisis climática que mantiene al mundo amenazado. La tierra está experimentando un proceso peligroso en el medioambiente a consecuencia de las acciones humanas. Es preocupante verificar la falta de lluvias, el decrecimiento de los glaciares, pero también, cómo un millón de especies de plantas y animales están en peligro de extinción y gran parte lo estarán en sólo unas décadas.
Pese a la compleja realidad, en la última Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (COP15) realizada en diciembre pasado en Canadá, se tomaron acuerdos esperanzadores. Allí se produjo un consenso histórico para orientar las acciones mundiales en favor del ecosistema, de aquí al 2030. El plan estratégico incluye medidas concretas para detener la pérdida de la naturaleza, conservar y gestionar de manera eficaz al menos el 30% de las zonas terrestres, de aguas continentales, costeras y marinas, además de reducir a la mitad el desperdicio de alimentos. A su vez, las naciones ricas se comprometieron a pagar unos US$ 30.000 millones anuales de aquí a 2030 a las naciones más pobres a través de recursos especiales para la biodiversidad.
Acercar a cero la pérdida de superficies es de suma importancia para la biodiversidad y su sana evolución, incluidos los ecosistemas de gran integridad ecológica, más aún cuando tan sólo el 17% de las zonas terrestres y el 8% de las zonas marinas, han sido declaradas áreas protegidas. Sin embargo, para el sector privado, queda relegada en última prioridad, de acuerdo a diversos estudios, el más reciente, de Gestión Social, en que, a través de entrevistas a 200 ejecutivos de primera línea de compañías en Chile, la protección de la biodiversidad solo aparece en tres menciones, como área prioritaria, considerada entre los aspectos relevantes de la sostenibilidad.
Un nuevo avance en la institucionalidad es el proyecto de Ley Para la Naturaleza que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP). Luego de haber pasado más de 11 años en el Congreso, ahora busca convertirse en el primer organismo público con dedicación exclusiva y con recursos destinados para el cuidado de las áreas protegidas del país y de la biodiversidad. Si bien, Chile ha sido reconocido mundialmente, ya que cuenta con aproximadamente un 22% del área terrestre declarada protegida, y un 42% de la Zona Económica Exclusiva bajo alguna figura de protección, no basta su clasificación, sino que además requiere gestión y recursos.
Las inversiones en la naturaleza deberían triplicarse para 2030 si se quieren cumplir los objetivos en materia de cambio climático, biodiversidad y recuperación del suelo, para lo que es indispensable la participación del sector privado. Pacto Global a nivel mundial, ha hecho un llamado en este sentido. Sólo con una conciencia amplia compartida, podremos evitar o reducir los daños resultantes de esta amenaza, devolviendo mejores condiciones para la salud de las personas, repensando un sistema que respete el ciclo de vida de la tierra, y aprender de las soluciones basadas en la naturaleza. Una amplia gama de enfoques como la restauración de hábitats, gestión de los recursos hídricos, la reducción del riesgo ante desastres o la infraestructura verde para abordar los problemas sociales.
El llamado es a ocuparnos por el ODS15: proteger, y restablecer los ecosistemas, cuidar los bosques, planificar el uso del agua, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y actuar decididamente ante la pérdida de la biodiversidad.