Especialistas creen que prohibir a los empleados ver los partidos de su Selección en el Mundial puede afectar el clima laboral. Sugieren desarrollar estrategias para que ambas partes se beneficien.
La cercanía del Mundial ha provocado un movimiento comercial dinámico por la compra de pasajes de avión para viajar. Pero quienes no irán a Brasil tienen la posibilidad de mirar los partidos por televisión. Y allí surge la duda, a nivel directivo: ¿es coherente permitir que los trabajadores vean los partidos?
Para Roberto Estrada, socio de la consultora Deloitte, los altos directivos de una empresa deben ser sensibles y actuar con inteligencia para aprovechar la coyuntura y desarrollar una estrategia apropiada. “Es una oportunidad, no una amenaza”, dice al explicar que ese es un excelente momento para que la empresa demuestre que comprende las necesidades del empleado. Él expresa que hacer lo contrario es un error.
Una opinión similar a la de María Lorena Valarezo, especialista en Talento Humano que es catedrática de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES). “El trabajador que no cuente con espacios para disfrutar ciertos partidos, sentirá angustia y poca atención en sus actividades”, pues durante los minutos del partido estarán pendientes de cada acontecimiento. “Y sobre todo quienes tienen una pasión desbordante por este deporte”.
Por ejemplo, en Sony Ecuador, Juan Pablo Cordero, quien es gerente de Recursos Humanos, asegura que al ser su marca uno de los partner oficiales de la FIFA (organismo que organiza el evento), el Mundial lo empiezan a vivir en sus oficinas desde meses atrás, regalando balones y recibiendo la visita de la mascota del torneo. “Es una forma de reforzar el clima laboral”.
En la empresa optarán por acomodar una sala de reuniones con un televisor de alta definición para las 47 personas que trabajan en la oficina de Guayaquil y las 20 que están en Quito, e incluso les ofrecerán refrigerio. “Los empleados valoran que la compañía les dé ese trato porque creo que sería desalentador, para ellos, no hacerlo”. Por eso incluso harán concursos para acertar los resultados de los partidos.
Mientras, Plastigama actuará de otra forma. Su Gerente de Gestión Humana, Gustavo Caicedo, explica que no aplicarán una estrategia especialmente diseñada para este evento, ya que no han sentido que la productividad de la empresa decrezca. Pero igual, cuando juegue Ecuador, se instalarán una pantalla gigante en el auditorio para que el personal vea el partido, “sin descuidar el cumplimiento de sus compromisos y generalmente por pequeños intervalos”.
Esas licencias, aunque sean cortas, se convierten en una estrategia ganadora para ambas partes, explica Teresa Baquerizo, quien también es catedrática de la UEES en psicología. “La clave es negociar”, indica. Para ella, con esto se conseguirán empleados motivados y unidos; “traerá buenas relaciones y armonía (…) dentro de la organización”.
Panasonic Ecuador aplicará esa propuesta. Martha Solórzano, supervisora administrativa, revela que en esa oficina, donde trabajan 15 personas, prenderán un televisor en la cafetería, y cuando suceda algún hecho atractivo, los trabajadores se podrán acercar a ver lo que sucede. “Lo hemos hecho antes y nunca hemos tenido problemas”. Aunque afirma que más adelante, si lo amerita, quizá sí realicen una actividad adicional.
Es que, según Valarezo, el trabajador tampoco puede desmotivarse porque debe entender que la empresa no está en la obligación de dejarlo ver el partido. “Siempre dependerá de su actividad comercial y productiva”.
En estos casos, Estrada cree que las compañías deben encontrar formas de retribuirlos. “La equidad es clave”, asegura; y sugiere que las empresas planifiquen una actividad con esos trabajadores para ver un partido del Mundial durante un fin de semana. “Lo importante es demostrarles que se piensa en todos, que se entiende la situación y la empresa lo reconoce”.