Académico dice que escuelas y empresas deberían cambiar sus tiempos y encajar en el reloj biológico natural de los seres humanos.
Hacer que el personal inicie sus labores antes de las 10 horas es equivalente a la tortura y está enfermando a los empleados, generando agotamiento y estrés. Esto afirma el académico Paul Kelley, de la Universidad de Oxford, quien dice que las escuelas y las empresas deberían cambiar sus tiempos y así encajar en el reloj biológico natural de los seres humanos.
Según The Telegraph, Kelley dijo que antes de los 55 años, los ritmos circadianos de los adultos están completamente fuera de sincronía con los horarios tradicionales de los trabajajos, de 9.00 a 17.00 horas, y que esto supone una grave amenaza para el rendimiento, el estado de ánimo y la salud mental.
Kelley ha estudiado este tema hace varios años y es parte del Circadian Neuroscience Institute, de la U. de Oxford, creado en 2012 y donde se busca entender las relaciones entre el sueño, la fisiología circadiana y la salud.
Los experimentos que estudian los ritmos circadianos han demostrado que alrededor de los 10 años de edad, no se podrán concentrar adecuadamente para el trabajo académico antes de las 8.30 am. Del mismo modo, un joven de 16 años de edad debe comenzar a las 10 horas sus labores escolares para obtener mejores resultados, mientras los estudiantes universitarios tendrían que iniciar a las 11 horas.
Kelley cree que simplemente moviendo los tiempos escolares podría elevar las calificaciones en un 10%. Por eso, cuando fue director en Monkseaton Middle School, en el norte de Tyneside, cambió la hora inicio de la escuela de 8:30 a 10.00 horas y se encontró que las mejores notas se incrementaron en 19%.
Del mismo modo, las empresas que obligan a los empleados a iniciar un trabajo a tempranas horas también es probable que estén dañando su producción. "Esto se aplica en las cárceles y hospitales. Se despierta a las personas y se les proporcionan alimentos que no quieren. La persona es más dócil porque está totalmente fuera de la misma. La privación del sueño es una tortura", dice el académico.