Se ha puesto relativamente poco énfasis en cultivar una forma de pensar emprendedora en los estudiantes universitarios.
Los empresarios son famosos por su creatividad y tolerancia a los riesgos; los ingenieros, matemáticos y trabajadores de atención a la salud por lo general no son así. Pensemos, por ejemplo, en los atributos ideales de un ingeniero civil que construye un puente interestatal cerca de tu hogar. ¿Te imaginas a un ingeniero muy tolerante al riesgo que se siente cómodo en la incertidumbre, o a uno que tiende a preferir la certeza matemática?
El emprendimiento, así como la creatividad y la toma de riesgos asociadas con él, es un componente central cada vez más presente en el trabajo comercial, y uno para el que los estudiantes de áreas muy técnicas no están bien preparados. Los programas semipresenciales de emprendimiento están intentando satisfacer esta necesidad combinando la educación para el emprendimiento a nivel universitario con estudios enfocados en las disciplinas llamadas CTIM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas aplicadas). No ha sido fácil. Los encargados de estos programas dicen que no quedan impresionados por las intenciones de los graduados de explotar oportunidades comerciales como empresarios ni de actuar como emprendedores al interior de una empresa una vez que ingresan a la fuerza laboral.
Desarrollar formas de pensar emprendedoras en estudiantes de carreras CTIM es importante. Cada vez hay más oportunidades de innovación y creación de nuevos productos o empresas en los campos muy especializados de las matemáticas aplicadas, la atención médica, la bioinformática, la química y la tecnología. Sin embargo, nuestros hallazgos nos llevan a preguntarnos: ¿el emprendimiento puede enseñarse en programas semipresenciales?
Hemos concluido que sí es posible, y que debería hacerse, pero que atraer a estudiantes con algunos atributos de emprendimiento ya introyectados puede ser crucial.
Históricamente, la educación en el emprendimiento se ha enfocado en desarrollar competencias de planeación y gestión de pequeñas empresas, pero ha puesto relativamente poco énfasis en cultivar una forma de pensar emprendedora en los estudiantes. Encontramos que la pasión emprendedora de los alumnos —definida como una pasión por innovar, inventar, desarrollar y fundar nuevos negocios— predice fuertemente la posibilidad de que planeen actividades emprendedoras.
Sugerimos que los encargados de estos programas hagan tres cosas. Primero, deben reclutar candidatos al programa que ya cuenten con atributos de emprendimiento. Segundo, deben separar el plan de estudios enfocado en enseñar las habilidades necesarias para echar a andar o hacer crecer un negocio del que enseña a los estudiantes a identificar oportunidades de emprendimiento. En tercer lugar, deben profundizar su enfoque en lugar de ampliar continuamente sus programas añadiendo más contenido.
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