Por qué la mala hierba no muere jamás
Martes, Junio 13, 2017 - 09:29
En los campos de olivar y cítricos, se utiliza un herbicida incapaz de eliminar la maleza.
Agencia SINC | Hasta ahora se desconocía por qué uno de los herbicidas más usados en los campos de olivar y cítricos de España y, sobre todo, en la comunidad andaluza, apenas afecta a la especie Lolium rigidum, una de las malas hierbas más problemáticas para estos cultivos y que le quita el sueño a más de un agricultor.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Córdoba (UCO), liderados por el catedrático de Química Agrícola y Edafología Rafael A. De Prado, ha descubierto que un biotipo de esta especie es resistente a un herbicida de gran uso en los cultivos, el glifosato. Esa resistencia se debe a que, al aplicarse el pesticida sobre la mala hierba, se absorbe y se mueve poco con respecto al biotipo susceptible.
Desde los años 90 se usa de manera continuada el glisofato, ampliamente usado en campos de olivar y cítricos de toda la geografía española. Esta situación condujo a que este herbicida provocara una presión de selección sobre dos grandes tipos de malezas Lolium rigidum y Conyza spp. Como resultado, la primera de estas malas hierbas ha sido capaz de sobrevivir al tratamiento de glifosato a dosis que deberían eliminarla.
En el estudio publicado en la revista Frontiers in Plant Science el equipo de científicos comprobó, mediante el uso de Carbono 14 y un sistema denominado Fosforo Imager, cómo el glifosato apenas penetra y se mueve dentro de la planta. De este modo, la no translocación del herbicida es en realidad un mecanismo de defensa de la propia planta. De Prado explica que para llegar a estos resultados realizaron prospecciones, principalmente en olivares de la provincia de Jaén y campos de cítricos en Córdoba, Sevilla y Huelva.
Imitando a los TAC de contraste que se hacen a diario en los hospitales, los investigadores de la UCO aplicaron sobre las muestras de Lolium rigidum la dosis de campo del herbicida glifosato mezclado con Carbono 14 y tras 96 horas se tomó una imagen radiográfica de la planta donde comprobaron que el glifosato no se transloca por determinadas partes de la mala hierba en cuestión.
La investigación demuestra que la resistencia de estas malas hierbas al glisofato no está asociada a acciones humanas ni a fenómenos climatológicos, sino que es algo intrínseco en la planta que se adapta. El equipo se plantea ahora si este mismo mecanismo se repite en otras especies y con otros herbicidas.