Más de 200 personas han fallecido como consecuencia del terremoto, mientras las autoridades, voluntarios y rescatistas permanecen en la búsqueda. Otras 180 murieron en el sismo del 7 de septiembre.
Dos coincidencias le dieron un talante casi místico al último terremoto en México.
La primera conmovió al mundo: 32 años atrás, un 19 de septiembre de 1985, la Ciudad de México vivió una catástrofe que conmemora año tras año con un simulacro, banderas y tributos a las víctimas. Más de 10 mil personas murieron como consecuencia de un sismo que partió la historia de la ciudad en dos.
La segunda asustó al mundo: Hace 14 días, el 7 de septiembre, México fue sacudido por un terremoto. “Nadie le dio mucha importancia, pero no fue cualquier cosa. Estamos hablando de 8,2 grados en la escala de Ritcher. Dejó más de 180 muertos”, comenta el especialista en gestión de riesgos de la Universidad Nacional Óscar Darío Cardona. En efecto, el terremoto del 7 de septiembre, con epicentro en la ciudad de Oaxaca, fue más fuerte que el de 1985, convirtiéndose en el de mayor escala en los últimos 100 años. Incluso superó al del martes pasado, aunque, como dice Cardona, sonó menos.
Ambas casualidades, que se repitiera la historia 32 años después, y que otro terremoto tan destructivo tuviera lugar también un 19 de septiembre, hizo que empezara a sonar en el ambiente que se trataba del fin del mundo.
“El país parece haber solventado mejor de lo esperado el apocalipsis”, escribió el diario El Mundo. “¿Dios: por qué nos castigas así?, escribió una usuaria de Facebook. Incluso, circuló en Twitter la teoría de que el misil lanzado por Corea del Norte había sido el responsable del terremoto en México.
“Eso no es nuevo”, comenta Cardona. “Cada vez que pasa un desastre natural la gente empieza a buscar razones por todas partes. No es castigo de los dioses, nada de eso, la tierra tiene su propia vida”.
Lo que pasa en México es un buen ejemplo de esa “propia vida” de la tierra. Hay por lo menos tres causas que han hecho de México un lugar vulnerable y que lo han puesto a temblar en los últimos días.
1. El Cinturón del Fuego
México se encuentra en una zona con un nombre que lo dice todo: el Cinturón del Fuego. De acuerdo con el ingeniero civil y director del Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional, Gonzalo Duque, esta es una de las causas fundamentales de la alta actividad sísmica del país.
Hernando Tavera, director del área de sismología del Instituto Geofísico de Perú, le explicó a BBC Mundo que “en el Cinturón del Fuego del Pacífico tienen lugar el 90 % de todos los sismos del mundo y el 80 % de los terremotos más grandes”.
Además, como informa el mismo medio, el 75 % de los volcanes activos e inactivos del mundo; 452 cráteres se encuentran en ese cinturón, del que también forma parte Colombia.
2. El suelo blandito
La Ciudad de México se caracteriza por tener suelos muy blandos. Eran lagos hace años. Son como una sopa, lo que hace que se amplifique más el sismo, explica Cardona. Probablemente, muchos de los colpasos en construcciones que se presentaron en Ciudad de México tienen que ver con este fenómeno. Esa es una característica muy particular de la capital mexicana que, de hecho, comparte con Bogotá.
3. Ciudades caóticas
Cardona cree que si el ser humano pelea con la naturaleza, pelea consigo mismo. “Esto no tiene nada que ver con cambio climático. Los terremotos siempre han existido y van a seguir existiendo. Lo mismo con los huracanes. Es el movimiento normal de la Tierra. Lo que tienen que dejar de hacer los hombres es sentirse reyes de la naturaleza y adaptarse”.
Pero no lo han hecho. Aunque Cardona cree que la Ciudad de México hizo avances importantes, es difícil maniobrar en situaciones así en la cuarta urbe más poblada del mundo y, según él, “antes no resultó peor”. No obstante, tanto él como Duque reconocen que las grandes ciudades de América Latina crecieron sin planeación urbana, “con desechos esperando por un terremoto”, dice Duque. Cardona agrega: “El 62 % de la ciudad está construida de manera informal”.
Eso significa que o muchos de sus edificios son muy viejos, o no cuentan con medidas termorresistentes. Edificios nuevos muy difícilmente caerían como los de las imágenes que sobre México le dan la vuelta al planeta.
Sin embargo, que sean nuevos no es la única garantía. Lo importante es que cuenten con una planeación estructural, poco común en capitales de países en vía de desarrollo. “En Medellín se caen edificios sin que haya terremoto”, dice Cardona. “Imagínate con terremotos”.