Si bien la acreditación sigue siendo voluntaria para la mayoría de carreras del sistema universitario peruano, son varias las universidades que trabajan para garantizar la calidad de sus programas.
A pesar de que en la mayoría de las universidades la acreditación es relativamente nueva, hay algunas que ya desde hace un tiempo toman cartas en el asunto. Una de ellas es la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), institución que trabaja desde hace más de diez años en procesos de evaluación de la calidad universitaria. Así lo asegura Jorge Zegarra, miembro de la Dirección de Asuntos Académicos de esta casa de estudios, quien define a la acreditación como un mecanismo para asegurar la calidad.
“La acreditación no es un fin en sí mismo, sino un medio para reflexionar sobre lo que hacemos –cómo estamos dando respuesta a nuestra misión–, identificar nuestras fortalezas y aquellos aspectos en que no estamos bien, para luego proponer acciones de mejora”, dice.
La PUCP –explica Zegarra– desarrolla una serie de procesos de autoevaluación con fines de acreditación en tres carreras de ingeniería (Electrónica, Industrial e Informática), que en 2008 obtuvieron la acreditación del Canadian Engineering Accreditation Board de Canadá (CEAB).
“Simultáneamente la PUCP decidió incorporar en su plan estratégico institucional un proyecto relacionado con la acreditación de carreras, a fin de cumplir con el objetivo de gestionar y mejorar su calidad. De esta manera se dio el impulso para que otras carreras inicien sus procesos de acreditación brindándoles los recursos necesarios y el soporte técnico. Ello nos ha permitido tener hasta la fecha nueve carreras acreditadas y con una visión de duplicar ese número para 2017”, dice.
Para Nancy Matos, vicerrectora académica de la Universidad ESAN, la acreditación es un proceso complejo, pues no solo se trata de trabajar arduamente en autoevaluaciones, revisiones de comités especializados o desarrollo de planes estratégicos, sino que también debe enfrentar algunos problemas internos, como resistencia al cambio, un insuficiente entendimiento del valor de la acreditación y la dificultad en la orientación a la investigación. Sin embargo, Matos resalta todos los beneficios que trae consigo.
“Yo diría que los procesos de acreditación son excelentes oportunidades que las instituciones educativas adoptan para mejorar la calidad educativa y ofrecer a los estudiantes una amplia frontera de opciones de intercambio y convalidación a nivel global. Lo fundamental es mantener buenos canales de comunicación, captar la participación y el compromiso de los diferentes involucrados y contar tanto con una apropiada planificación de actividades como con sistemas de soporte”, dice.
La vicerrectora académica de ESAN asegura que la universidad cuenta con una acreditación otorgada por la Association to Advance Collegiate Schools of Business (AACSB International), una de las más reconocidas instituciones acreditadoras del mundo en certificar la calidad académica, para las carreras de Administración y Finanzas, Administración y Marketing, y Economía y Negocios Internacionales. Asimismo sostiene que para el mediano plazo han previsto tener acreditados varios otros programas.
“De acuerdo con nuestros cronogramas de trabajo, se ha fijado como objetivo acreditar nuestras carreras de Ingeniería Industrial y Comercial, e Ingeniería de Tecnologías de Información y Sistemas a finales de 2017. Antes no puede hacerse porque entre los requisitos está contar con la evaluación de los empleadores cuando nuestros egresados hayan acumulado tres años de experiencia laboral, y nuestra primera promoción recién egresó en 2013”, indica.
Edward Roekaert Embrechts, rector de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), señala que la institución que dirige cuenta con un ambicioso plan de acreditación que busca demostrar la calidad de la formación académica que imparte. Por ello –dice– han determinado iniciar su proceso de acreditación institucional internacional con la WASC Senior College and University Commission (WSCUC), una de las agencias acreditadoras más prestigiosas de EE.UU.
“La acreditación internacional que inicia la UPC, a diferencia de las acreditaciones de una carrera en específico, es de tipo institucional. Es decir, garantizará que la universidad posee altos estándares académicos y de enseñanza de manera integral en sus tres unidades académicas: pregrado regular, EPE (pregrado adulto) y posgrado”, subraya Roekaert.
En el caso de las acreditaciones individuales por programa, Roekaert explica que en la UPC cada carrera determina con qué agencia acreditadora internacional va a trabajar. “Hasta ahora contamos con cinco carreras acreditadas por distintas instituciones nacionales e internacionales. Este año estamos haciendo lo propio con cuatro programas más y pretendemos continuar este proceso como parte de nuestro compromiso con una educación de alta calidad”, manifiesta.
“Entre las acciones puntuales realizadas en el marco de la acreditación, podemos mencionar el establecimiento del Comité de Acreditación y Calidad, la organización de reuniones y talleres con docentes y el programa Chan-chan, que busca incrementar el número de docentes con grado académico de doctor”, resalta.
¿Cómo acreditar una carrera?
La importancia de la acreditación no solamente estriba en reconocer la calidad de la carrera, sino también en el hecho de que en todo el mundo cada vez se está solicitando más que, en el caso de que se quiera obtener un reconocimiento de la profesión o continuar estudios, se tenga que provenir de una entidad acreditada. Y hay que señalar que este fenómeno ya no se da solamente en el primer mundo, sino que viene sucediendo también en países cercanos como Ecuador y Argentina.
“La acreditación de una carrera es el resultado de un proceso en que la institución demuestra calidad, y que se realiza en forma estricta con una serie de estándares que han sido revisados y finalmente aprobados por la institución oficial que acredita la calidad en la educación”, explica Francisco Delgado de la Flor, expresidente del Coneau, órgano que ha entrado en recomposición luego de la promulgación de la nueva ley universitaria.
El experto indica que este proceso se inicia con la formación de comisiones de expertos en acreditación, constituidas por la propia institución educativa, y continúa con un proceso de autoevaluación en que la universidad señala qué es lo que tiene, cuáles son sus deficiencias y, de acuerdo a eso, actúa para solucionar.
Ricardo Cuenca, investigador principal del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) y consejero del Consejo Nacional de Educación (CNE), asegura que en el Perú no se ha dado la debida importancia a la acreditación y que si no fuera por la ley universitaria, el tema ni siquiera estaría en agenda. “El tema de la acreditación recién se instala en el país hace pocos años, lo que nos hace estar retrasados con relación a países que comenzaron a finales de los noventa, como Argentina, Colombia, Chile, México, y algunos estados de Brasil”, lamenta.
Por ello Cuenca es bastante enfático en resaltar la necesidad de trabajar en formar una mayor cultura sobre el particular. “Se debe entender que la acreditación no es un trámite a cumplir, como sacar el DNI porque ya se cumplió la mayoría de edad. Es un proceso que implica demostrar que se está cumpliendo con determinados estándares de calidad y que hay un compromiso de hacer mejoras”, subraya.
Asimismo, el investigador cree que en la actualidad las universidades no están haciendo lo suficiente para acreditar la calidad de sus programas. “Las universidades podrían estar realizando mayores esfuerzos, pero hay dos razones fundamentales que se lo impiden: la primera es que no termina de instalarse la idea de que acreditarse supone un esfuerzo adicional de trabajo que compromete a todos los integrantes de la comunidad universitaria, y la segunda es que estas casas de estudio no cuentan con el presupuesto adecuado para ello”, sostiene.
Francisco Delgado coincide en que uno de los problemas fundamentales que enfrenta la universidad peruana es la falta de recursos económicos. “Cuando una institución se da cuenta de que le faltan determinados equipos, laboratorios o talleres, necesitan financiarlos y muchas veces esto no se puede hacer en la inmediatez, lo que sin duda complica sus procesos de acreditación”, manifiesta.
Sin embargo, el experto asegura que, a pesar de estas dificultades, hoy puede notar en las universidades un deseo y una actividad muy fuerte para acreditarse. “Hay varias universidades que han buscado acreditar sus carreras con instituciones internacionales, y el Coneau ha reconocido estas acreditaciones, siempre y cuando hayan provenido de acreditadoras de comprobado prestigio internacional”, comenta.
Lo demostrado por algunas universidades, como la PUCP, UP y UPC, parece darle la razón a lo señalado por Ricardo Cuenca, quien insiste en afirmar que la mejor acreditación es la voluntaria. Y si bien no soluciona automáticamente todos los problemas de la calidad educativa, la acreditación es un primer paso para ubicarnos a la par de otros países más avanzados.