En tiempos alienados e individualistas, este animal se ha convertido en una compañía preferida y diferentes celebridades felinas lo demuestran.
La imagen de Ernest Hemingway es clara. Si el autor estadounidense es hoy uno de los tótems de la literatura del siglo XX es por su obra escrita, claro, que es contundente y excepcional. Pero también por poseer una virilidad reconocible que ahora podrá ser obsoleta, pero que hasta hace no mucho era paradigmática. Alto, de rostro curtido, con un gusto especial por la pesca, la guerra, el boxeo, la caza, los toros y el alcohol, el escritor de Oak Park llevaba en alto el estandarte del varón duro y tosco, del intelectual simple y económico en palabras, del hombre cuyos sentimientos se vislumbraban exclusivamente en el trasfondo de sus obras, en el devenir de su escritura. La rudeza de Hemingway, sin embargo, tenía una doble faz y una kriptonita semejante a la de Superman: sentía una debilidad extrema frente al Felis silvestris catus, el gato doméstico, y se rodeaba de ellos en cuanto punto del globo que eligiera pasar su vida.
Como en el estado de Florida, por ejemplo. Allí, bajo los cuidados del autor de Adiós a las armas, creció un gato particular llamado Blancanieves, que tenía seis dedos en las patas delanteras y cuatro en las traseras. Se lo había regalado un capitán de barco y lo cuidó durante toda su vida con cariño. De ese gato polidáctilo surgió toda una camada de más de 50 felinos que hoy, varias décadas después de la muerte del premio nobel, siguen vagando por las diferentes estancias de la casa que Hemingway tenía en Key West, y constituyen un atractivo para los turistas. Más de la mitad de esos gatos tienen la misma mal formación, y todos portan el gen, activo o no, de aquel primer felino.
Elegir comenzar esta nota con la historia de Hemingway y sus gatos con malformaciones congénitas puede ser tan aleatorio como elegir empezarla con el de Don Corleone en El Padrino, con el gato T. W. Adorno de Julio Cortázar, con los ejemplares salvajes que pululan en la Torre Argentina en Roma, con los escritos de Bukowski sobre estos animales, o con el último meme de moda en internet que los tiene como protagonista. Los gatos, casi tanto como los perros pero también un poco más, están por todas partes, en todos lados y desde siempre, a la par del ser humano en las distintas etapas de su historia.
Sin embargo, elegir empezar con Hemingway, prototipo de tipo rudo e implacable, puede servir para entender cómo los gatos han logrado inmiscuirse en la vida humana aun a pesar de que varias veces su reputación estuvo en duda. Aunque durante algunos años y para algunas culturas fueron símbolo del mal, la mala suerte, las brujas y los ritos satánicos, al parecer cada vez hay más corazones que se ablandan ante el poder de estos artífices de la seducción. Con una mirada fija y un ronroneo en el momento adecuado, no hay nada que no puedan conseguir. Un ejemplo en la ficción reciente: el Gato con Botas, mirando a Shrek con ojos como plato, derribando los muros emocionales del ogro verde.
“Un gato es absolutamente honesto en sus emociones: los seres humanos, por una razón u otra, pueden ocultar sus sentimientos, pero un gato no lo hace”, decía justamente Hemingway, y tal vez esa permeabilidad haya sido la gran explicación de por qué los gatos siempre han estado al lado de las personas. Pero también el porqué de que en tiempos de grandes soledades, alienaciones, individualismo y redes sociales, estos animales se han erigido como las mascotas dominantes del mundo real y virtual de este siglo.
Send gatos
En Instagram los bigotes proliferan. Hay cuentas dedicadas exclusivamente a cultivar la figura del gato, hay personas que suben con frecuencia fotos de sus felinos y hay algunos que hasta tienen sus propias cuentas. En la carrera interna que tienen las mascotas en las redes, el gato ya le sacó varios cuerpos a los perros, a los pájaros y los bichos más exóticos. El gato es, además, el gran protagonista de un sinfín de memes populares, entre ellos el gato mojado, el gato enojado, el gato sorprendido, el gato asustado y todo lo que uno se pueda llegar a imaginar.
Es particularmente interesante el fenómeno que se ha gestado en torno a la cuestión de enviar fotos o videos de gatos en determinadas situaciones a través de WhatsApp u otras redes. Si bien los felinos están bien metidos en internet desde su aparición, últimamente se han convertido en una especie de terapia para usuarios que eligen emplearlos como paliativos ante los malos momentos. Es un pedido de auxilio escondido en la frase “manden gatos”.
Como todo fenómeno digital, esto ya ha sido encuestado, puesto a prueba y estudiado por una universidad extranjera. El turno esta vez fue para la de Indiana, que en 2015 publicó un informe titulado Regular emociones, procastinar y ver videos de gatos online: ¿quién mira a los gatos en internet, por qué y cuáles son sus efectos? En el estudio participaron más de 7.000 personas que con frecuencia ven este tipo de contenido gatuno –que fueron conseguidos luego de que una cuenta en Facebook de gatos con 1,5 millones de seguidores compartiera la encuesta– a las que les preguntaron por su relación con esa actividad.
Según recoge El País de Madrid en una nota publicada en aquel año, la investigadora se encontró con que luego de ver un video de gatos la gente se sentía mejor, que presentaban “un estado de ánimo positivo, con más energía, más esperanza, felicidad y alegría”. También descubrió lo siguiente: “Solo un cuarto de los participantes en el estudio buscan esos videos, el resto se los encuentra en su camino, pero aunque estuvieran muy ocupados no podían evitar hacer clic y disfrutar, incluso cuando no querían”.
Según esa misma publicación, en ese año se colgaron en Youtube más de dos millones de videos de gatos, que tuvieron cerca de 26.000 millones de visitas, con un promedio de 12 mil por video. Nada en YouTube es tan popular y masivo como estos animales.
Los gatos en internet también han aparecido como red de contención ante los momentos más horrorosos de los últimos años. Cuando en agosto de 2017 una camioneta embistió y mató a decenas de personas en las Ramblas de Barcelona, un atentado terrorista que luego fue reivindicado por el Estado Islámico, la petición fue clara: no compartan fotos de las víctimas, no expandan la muerte en las redes, no alerten y muestren a los terroristas el resultado de su obra; compartan, en su lugar, fotos de gatos. Y así pasó.
El éxito de lo práctico
No hay que hacer muchas investigaciones ni escarbar profunda y sociológicamente para darse cuenta de que los gatos hoy son extremadamente populares por su practicidad. De tamaño chico a medio, con una independencia que los hace mucho más libres que los perros, tener un gato a cargo es tener la posibilidad de poder dejar a tu mascota sin ningún cuidado extra, con la confianza de que cuando vuelvas, seguirá allí. Eso también lo cree Anabela Farkas, presidenta de la Federación de Felinos de Uruguay y criadora de ejemplares para su venta: “Obviamente que el gato se ha vuelto una mascota importante en los últimos tiempos, y esto es porque se ha empezado a conocer más gracias a los criadores, a los clubes y a los que estamos dando continuamente información. También porque la gente vive en espacios más pequeños y necesita una mascota que se adapte al lugar que tiene, y por los tiempos. Cada vez la gente sale más a trabajar fuera de su casa durante más tiempo, y el gato en sí quizá sea menos dependiente”.
La proliferación de los felinos en las casas ha hecho que algunas razas se pongan más de moda que otras, y así como el bulldog francés parece ser el perro con más éxito entre los dueños recientes, en los gatos los pedidos más frecuentes vienen por el lado de los persas y los savannah, una raza nueva que ingresó hace poco a Latinoamérica. Al mismo tiempo, algunas especies que antes estaban en auge, como el siamés, ha dejado de estar entre las principales preferencias.
“Hoy día el gato es la mascota. Se han vuelto parte de la familia y difícilmente alguien no tenga gatos, al menos uno. Doméstico, de raza o rescatado, ya son parte de nuestra vida”, dice Farkas.
La especialista no cree, sin embargo, que el gato tenga el aura individualista y despreocupada que le otorgan, esa que plantea que al animal no le importa realmente su dueño y que vive para él y nada más que para él. “El gato no es lo que creen que es. Sí, se arregla mejor estando solo, pero no es tan individualista. Quien tenga un gato, no importa la raza, se dará cuenta de que no es como el mito popular lo pinta. Son más compañeros de lo que se dicen. Los gatos sí se obsesionan con sus dueños, eligen uno en la casa y es con ese con el que van a dormir y lo van a acompañar en buenas y malas”, asegura.
Lo de en las buenas y en las malas parece ser cierto si uno toma, de nuevo, el ejemplo de los gatos de Hemingway. En 2017, cuando el huracán Irma arrasó Key West con sus vientos de más de 200 kilómetros por hora, la casa donde el escritor residía quedó en medio de su epicentro. En el ojo de la tormenta quedaron, también, los gatos de seis dedos que lo acompañaban, los descendientes de Blancanieves. Nadie pudo sacarlos o al menos amagar a evacuarlos: los 54 felinos pasaron la noche juntos, y al otro día amanecieron en pie, junto a la histórica estructura. Es cierto, el autor hace tiempo que no anda más por ahí, pero, ¿alguien puede dudar que esos gatos siguen guardando su espíritu? No los doblegó ni un huracán.
Bares y cafés de gatos
En varias partes del mundo es frecuente que existan cafés, bares y otros comercios que ofrecen una experiencia extra: la de tener numerosos ejemplares de felinos rondando por el lugar, cuales clientes habituales del establecimiento. En Uruguay, el primero de estos espacios abrió en enero de 2018 y se encuentra en Punta del Este, en plena avenida Gorlero. Este tipo de sitios son, sin embargo, muy populares en Italia, Japón o Alemania, de donde se tomó la idea.
Sus encargados aseguran que el impulso detrás de la empresa surgió de una simbiosis entre el gusto por los animales y la necesidad de hacer algo por aquellos que se encuentran abandonados. Es por eso que los clientes interesados pueden adoptar a cualquiera de estos animales si cumplen con los requisitos básicos del local. El lugar se llama Adrianuzca’s.
Gatos millonarios
Las cuentas de gatos proliferan en Instagram y algunas tienen millones de seguidores. Uno de los gatos más famosos en esa red social –y, por ende, uno de los que más dinero gana a través de ese espacio– es Real Grumpy Cat, el gato enojado que protagoniza varios de los memes felinos más famosos y que tiene más de dos millones y medio de seguidores y hasta una foto con Stan Lee, el creador de Marvel. Casualidad o no, el pobre Grumpy Cat murió este viernes y el resto de los gatos famosos lo despidieron en sus cuentas.
Detrás de él están Venus two face cat, un raro ejemplar que tiene la mitad de la cara totalmente negra –con ojo verde incluido– y la otra de color barcino –con el ojo celeste–. Su rareza le ha aportado más de 1,8 millones de seguidores. En su cuenta, además, su dueño aboga por la adopción en lugar de la compra.
El tercero en el podio es Coby the Cat, un gato completamente blanco que se ha hecho famoso por posar con ropa y en situaciones extrañas. Al día de hoy tiene más de 1,6 millones de seguidores y alrededor de 1.500 publicaciones.