Cuando de sustituir una pieza se trata, las prótesis o los puentes son una buena opción, especialmente para quienes tienen problemas de encías.
Perder un diente puede considerase una tragedia y es que nadie quiere tener un hueco visible en la dentadura, es por eso que inmediatamente se busca una solución al problema. Una corona pareciera ser la salida, pero esta estrategia, que requiere necesariamente de un implante, no funciona en todos los casos.
Básicamente, un implante es una pieza de titanio que se coloca en los huesos de los maxilares, a través de una cirugía bucal, como parte de un tratamiento para reemplazar uno o más dientes que se han perdido o dañado.
El especialista Germán Gómez-Román, lo define de la siguiente forma: "Un implante es una especie de raíz artificial que se coloca en la mandíbula para poder sostener después el diente". Cualquier pieza dental pude desaparecer a causa de un accidente o como resultado de un severo problema en las encías.
En teoría suena como un procedimiento sencillo, pero en la práctica los implantes no son lo indicado para todos. En primer lugar porque se trata de una intervención regularmente costosa, que no siempre está cubierta por el seguro.
En segundo lugar porque no todo odontólogo esta preparado para este tipo de intervención, y finalmente, es necesario descartar la presencia de enfermedades de las encías como la periodontitis, porque esta podría provocar que el implante le genere infecciones serias. Otras condiciones de salud, como la diabetes, y condiciones como la de fumador activo, podrían también resultar contraproducentes.
Los implante pueden durar entre 10 y 20 años, a veces más, lo importante para alargar su vida útil es mantener una buena higiene bucal. El hecho de que estos no sean para todos no debe generar alarma, porque existen alternativas como las prótesis o los puentes.