Si un día dejaran de trabajar los cerca de 25.000 residentes activos, los hospitales con especialidades y el sistema de salud pública simplemente colapsarían.
Es tan estrecho y difícil el filtro que un médico debe pasar para convertirse en especialista, que es conocido su amplio margen de resistencia para aceptar no sólo condiciones de explotación laboral, sino todo tipo de vejaciones, maltratos, novatadas y humillaciones de sus superiores, así como horarios inhumanos con jornadas de 36 o 48 horas continuas en los hospitales donde juegan el papel de residentes.
Quizá por ese gran aguante el sistema de salud se recarga demasiado en ellos.
Anualmente se abren unas 8.000 plazas para nuevos residentes, y quienes presentan el examen para conseguirlas suman no menos de 42.000 médicos. Es decir, apenas 2 de cada 10 logran acceder. Hay quienes presentan el examen hasta 5 o 6 veces sin conseguirlo. Se entiende que quienes lo pasan aceptan lo que sea con tal de conservar el gran privilegio de estudiar una especialidad médica. Desde el primer año, los residentes tienen responsabilidad en trato directo con pacientes a veces graves y en procedimientos menores y mayores, cirugías de todo tipo y en labores riesgosas donde incluso llegan a exponer su vida.
Son los que cubren las guardias nocturnas, el área de urgencias, se quedan a cargo los fines de semana, días festivos y vacaciones, y son los de menor ingreso. Son un sostén primordial de cada hospital de tercer nivel. Si un día dejaran de trabajar los cerca de 25.000 residentes médicos activos, los hospitales con especialidades y por ende el sistema de salud pública simplemente colapsarían.
Ahora ya tienen cierto trato de trabajadores, sin condiciones laborales apropiadas, pero sí con ciertas prestaciones; antes por los años 90 ni eso, porque eran considerados estudiantes sin derecho a nada. Aceptaban lo que fuera sin opción de rechistar. Las nuevas generaciones de residentes hoy ya se organizan. En las últimas semanas ha habido una serie de paros en activo, marchas en las calles y diversas manifestaciones en hospitales de todo el país reclamando sus pagos retrasados. Y la gota que indignó y derramó el vaso fue la advertencia de que les descontarán el bono sexenal por 3.000 pesos que les fue otorgado en noviembre pasado. Se los dio la administración anterior en vales de papel, y se los quiere quitar el nuevo gobierno de su sueldo en efectivo en una sola quincena.
Fue una circular con fecha del 3 de abril de la Secretaría de Salud, específicamente de la Unidad de Administración y Finanzas, dirigida a los directores de todos los hospitales de especialidades e institutos nacionales de salud, explicando que la orden venía de la Unidad de Política y Control Presupuestal de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Para la gran mayoría de esos médicos que viven al día, rentan y muchos de ellos mantienen una familia, quitarles 3.000 pesos (más de US$ 150) de su quincena representa mucho. Su pago mensual va de entre 13.000 a 17.000 pesos (entre US$ 680 y US$ 900)según el grado de residencia y si están en el IMSS, el ISSSTE o en hospitales e instituciones de la Secretaría de Salud; estos últimos han sido los más afectados.
Los directores de los institutos nacionales les han dado su respaldo y ya le pidieron a la Secretaría de Salud que lo solucione cuanto antes. Lo que todo esto evidencia y prende las alarmas es una preocupante carencia de recursos para el Sector Salud. Quienes toman las decisiones presupuestales andan buscando hasta por debajo de las piedras para ver por dónde estirar la cobija, pero no encuentran.