Tanto su existencia como su ornamentación ha sufrido varias actualizaciones y adaptaciones. Sin embargo, su simbología sigue manteniéndose igual.
Como muchas dinámicas sociales y colectivas, la costumbre del árbol de Pascua surge de una combinación entre una fecha pagana con otra religiosa. Siglos atrás, los pueblos escandinavos celebraban la llegada del verano boreal decorando árboles con los que celebraban al dios Frey, divinidad del sol y de la fertilidad.
Los evangelizadores cristianos que se expandieron por el Europa se encontraron con esta costumbre que los impactó gratamente, manteniéndola y promoviéndola, subrayando la coincidencia de esta tradición con el día de la Inmaculada Concepción.
Así, diciembre comenzó a ser un instante en que la llegada de la Navidad se saludaba con un ornamentado árbol. La dinámica de la colonización europea por el mundo facilitó que ya a fines del siglo XIX se tratara de una costumbre bastante extendida.
Hasta comienzos de los años 90 en América Latina el armado del "árbol de pascua" se trataba de ahcer con alguna muestra natural de pino, sin embargo, la práctica comenzó a verse con malos ojos porque estimulaba un mal uso y una intensa comercialización de esta especie forestal.
Por ello, lo más común actualmente es el uso de imitaciones en plástico, PVC u otros materiales sintéticos, aunque -por supuesto- la idea se mantiene.
La decoración también ha sufrido actualizaciones o incorporaciones, de acuerdo a los tiempos y las regiones. Antiguamente, se colocaban nueces y otras frutas como elementos decorativos. Las velas fueron cambiadas por luces de colores.
Lo que se mantuvo en el tiempo fueron las cintas y guirnaldas, que representan la unión de las familias y las estrellas que se colocan como remate en la punta de los árboles de navidad, que -por cierto- tienen su origen en la bíblica estrella de Belén, la que orienta y avisa del nacimiento de Jesús.
La costumbre del "árbol de pascua" ha logrado mantenerse y, de alguna forma, sigue representando un espíritu de unión y encuentro filial en un momento en el que se comienza a cerrar el ciclo de un año.
Cada año las familias se reúnen frente a estas expresiones de alegría navideña para celebrar y compartir un momento juntos, que -en definitiva- es lo que sigue manteniendo viva esta antigua tradición.