Los profesores no dejarán de existir, pero deben adaptarse a los nuevos modelos educativos, donde la tecnología cada vez tendrá más relevancia.
La tecnología llegó para quedarse, y en las universidades y escuelas de negocios bien lo saben. Por lo mismo, en varias se están digitalizando los contenidos, se asume la creación de contenidos visuales y otros formatos, y los programas ya se dictan en formato online. Como ejemplo, han ganado bastante popularidad los MOOCS en sus varias versiones.
Todos estos cambios han dado paso a un cambio el perfil de los estudiantes, quienes “no ven tanto la línea entre producir y consumir, esa línea para ellos es más gris, y esperan que esto se replique en el salón de clases”, dice José Escamilla, del Observatorio de Innovación Educativa del Tecnológico de Monterrey.
Los estudiantes ahora se preguntan por qué tienen que sólo consumir. A lo que Escamilla dice que lo aconsejable es “pensarlos como un ser pensante que está en el salón de clases y no un receptáculo vacío al que hay llenar”.
En esto, los profesores son clave. No dejarán de existir, pero deben adaptarse a los nuevos modelos educativos, donde la tecnología cada vez tendrá más relevancia. De acuerdo con el académico del TEC, el nuevo perfil de los docentes se basará en cuatro ámbitos: “diseñar experiencia, es decir, que importa que lo pueda hacer; facilitar la experiencia, no es que no pueda dar clases pero sí que los estudiantes estén más activos en el aula; el otro es la evaluación, porque no se puede enseñar de forma diferente sin seguir esta misma lógica en la evaluación; y lo último es vincularnos hacia la investigación”, explica.
Los docentes se han convertido en facilitadores, con un perfil mucho más interactivo con los estudiantes, familiarizado con las nuevas tecnologías y que las sepa integrar. De acuerdo con José Escamilla, “dado el nuevo perfil de los estudiantes, los profesores, que seguirán existiendo pero con modelos nuevos, deben ser inspiradores, motivar a los alumnos a cambiar, tienen que estar a la vanguardia en sus disciplina y saber utilizar la tecnología”.
Por lo mismo, los profesores se irán adaptando entonces a los cambios de las casas de estudio, que se adecuarán a las nuevas necesidades de los estudiantes. Escamilla dice que, de acuerdo a estudios, “las personas tendrán 14 cambios de trabajo en su vida, entonces, hay que reinventarse y eso se lo debe proporcionar la universidad también. Deben dar herramientas para aprender por cuenta propia, haciéndote más responsable de la creación de tu propio perfil”. Todo para que los estudiantes sean capaces de reinventarse e innovar.
Pero no sólo se trata de abrazar la tecnología, sino de advertir nuevas demandas y, por ende, nuevos roles. El objetivo de las casas de estudio es encaminarse a lo que viene, de seguro adelantarse, pero hasta el momento se trata de buscar nuevos modelos de negocios que les permitan seguir en pie. El caso más llamativo en estos últimos años ha sido la irrupción de los MOOCs. Es tanto así, que incluso reconocidas universidades estadounidense se han esforzado en flexibilizar su oferta de programas. Escamilla recuerda lo que pasó en 2012, cuando "el rector de Stanford dijo a The Atlantic que venía un tsunami, refiriéndose a los MOOCs, y luego de eso se tomó un descanso para ver cuál era la estrategia online de Stanford".
Más adelantados estaban en Georgia Tech, que en conjunto con la compañía estadounidense de telecomunicaciones AT & T, lanzaron el Master of Science online. A diferencia de algunos MOOCs, se cobra US$ 6.600 y quienes cursan el programa pueden exigir el título. "El piloto de 2014 fue ofrecida a 500 alumnos y parael siguiente semestre de 2014-2015 se inscribieron 1.200 alumnos", cuenta Escamilla y añade: "Da miedo, pero qué pasa si más universidades comienzan a hacer esto. Es mucho más barato y se pueden tener más alumnos, es disruptivo".