Fanáticos de entre 10 y 30 años, armados con cascos, coderas, trajes de neopreno y botas especiales, entre otros atuendos, descienden por senderos que parecerían imposibles para un ciclista urbano.
Bajo el abrasante sol de la zona de los valles andinos, en el norte ecuatoriano, con temperaturas que promedian los 30 grados centígrados y por escarpadas pendientes de arena, cuya vegetación asemeja los grandes desiertos, varios jóvenes descienden en magnas bicicletas reforzadas, con suspensiones regulables y llantas enormes, durante la práctica de un deporte extremo que crece en el norte ecuatoriano: el downhill.
La palabra sugiere en inglés “descender por la montaña”, y de eso se trata: jóvenes de entre 10 y 30 años, armados con cascos, gafas, pecheras, hombreras, coderas, trajes de neopreno, cinturones, rodilleras y botas especiales, que descienden por senderos que parecerían imposibles para un ciclista urbano.
Christian Navas, imbabureño de 15 años, sigue los pasos de su hermano, y se dedica a la adrenalina del pedal desde los 10. “De aquí se sacan los equipos para las competencias nacionales, de donde salen los equipos para las internacionales”, explica.
Para cada competencia buscan auspicios, marcas de bicicletas, partes o accesorios, e incluso pequeñas casas comerciales dedicadas a este deporte, para tener lo necesario en cada competencia, como hidratantes, primeros auxilios, obsequios y premios.
Imbabura tiene buena experiencia en deportes extremos, paracaidismo, rapel, puenting, además de nueve circuitos diferentes para descender entre montañas, que forman parte del atractivo turístico de la provincia del norte andino. Y Carchi, limítrofe con Colombia, es considerada ícono y bandera del ciclismo ecuatoriano.
Ambas provincias se juntan y conjugan su variedad de paisajes para que los deportistas hagan uso de la naturaleza en su preparación. Lo que todos buscan es alcanzar la oportunidad de representar al Ecuador a nivel internacional.
“En febrero tendrá que estar conformada la selección y será solo de los más fuertes, por eso aquí están del ranking de los más altos, y ellos serán convocados a la selección”, dice Carlos Quelal, deportista y promotor de competencias.
Explica además que las competencias ecuatorianas recorren todo el país “de arriba abajo”, “la primera fecha será en Imbabura el 22 de febrero y al momento esta es la provincia con el equipo más rápido. Somos como 33 o 35 corredores; el año anterior, del Carchi participaron tres pero este año parece que ese equipo va a tener más participantes”, acota.
Quelal dice que en 2015 el equipo carchense será también uno de los anfitriones de la cuarta válida nacional, y cree que se convertirá en uno de los referentes del downhill en Ecuador “aunque no tienen un entrenador fijo ya que este deporte no es muy apoyado”.
Para practicar este ciclismo de montaña se necesita cierta inversión de los interesados, ya que los equipos son especiales. “una bicicleta básica está por los US$1.500 y US$2.000 y a veces llegan hasta los US$6.000, porque deben asegurar velocidad, resistencia, frenos hidráulicos, y los accesorios que siempre son un poquito costosos, acorde al deporte que se está haciendo, pues entonces es un esfuerzo que sí es necesario”, cuenta Luis Carvajal, padre de uno de los competidores.
Acota además que “un casco bordea los US$200 o US$300, una pechera está sobre los 100 o 150 dólares, el protector del cuello igual está por los 200, y sí se pueden conseguir un poquito más económicos, pero también es un riesgo porque de la calidad depende la seguridad”.