Cantan, se mueven y exploran con instrumentos de percusión. Los niños, de entre 6 meses y 5 años, se divierten, pero a la vez refuerzan cada área de su desarrollo.
La música interviene así en la formación integral de los infantes, sostiene Ágata Guerrero, especialista en estimulación temprana, quien agrega que al actuar en el sistema nervioso central, esta favorece a la producción de endorfinas, dopamina, acetilcolina y oxitocina. “Las endorfinas motivan y elevan las energías para enfrentar retos, porque producen alegría y optimismo, disminuyen el dolor y estimulan las vivencias de bienestar”, indica.
Guerrero explica que en Gymboree –el centro que dirige hace ocho años en Urdesa– ofrece un programa que explora diversos géneros, desde música africana, pasando por la clásica, disco, caribeña, R&B, hasta la latina.
Cada clase que dura 45 minutos se llena de maracas, tambores, xilófonos, triángulos, güiros y castañuelas, que los niños entonan y de esta manera aprenden sobre el ritmo, la melodía y la estructura musical.
La especialista refiere que los padres tienen un papel fundamental en el desarrollo de sus hijos, porque son los que los alientan a continuar aprendiendo, fortalecen vínculos y se conocen mejor.
Guerrero sugiere que los progenitores le canten a su hijo en cualquier ocasión, le hagan escuchar CD y lo animen a que se una al canto para que la música forme parte de la vida del niño de manera natural.