La creencia generalizada (y errónea) de que las mejores ideas son las que generamos más temprano puede estar alejándolo de buenas ocurrencias.
Imaginemos que nuestro equipo está ejecutando una lluvia de ideas. ¿En qué momento de la tormenta caerá la mejor y más ingeniosa de ellas? La mayoría de nosotros supone que la bombilla se nos encenderá de inmediato, cuando más frescos estamos. Pero una nueva investigación demuestra que estamos equivocados.
En una serie de estudios, Loran Nordgren, profesor de Gestión y Organizaciones de la Kellogg School of Management, y Brian Lucas, que se doctoró en la Kellogg y ahora está en Cornell, constataron la existencia de una creencia muy extendida, persistente y equivocada, de que la creatividad disminuye conforme transcurre la reunión, una expectativa que ellos llaman “la ilusión del precipicio creativo".
Comprobaron además lo nociva que es esa falsa idea, pues, cuanto más convencido está uno de ella, menos ideas creativas genera. Pero Nordgren y Lucas también observaron que la sabiduría es la hija de la experiencia, porque las personas que hacen mucho trabajo creativo rara vez caen víctimas del mito de la disminución de la creatividad.
"Las personas creen que las mejores ideas les brotan rápido y temprano —dice Nordgren—,pero lo que de hecho se observa es que la calidad de las ideas no empeora; si acaso, mejora". Si nos rendimos prematuramente, corremos el riesgo de que las mejores ideas se nos queden en el itintero mental.
Nordgren opina que es necesario llamar la atención sobre este problema para abrir paso a nuevas formas de pensar. "La gente no aprovecha al máximo su potencial creativo, en parte a causa de estas creencias", afirma.
Nuestra creatividad aumenta a medida que continúa la lluvia de ideas
Nordgren y Lucas empezaron por reunir en línea a un grupo de 165 participantes, que habían trabajado previamente en organizaciones benéficas, para realizar una lluvia de ideas de cinco minutos de duración. Antes de empezar, pidieron a los participantes que pronosticaran cuánta sería su creatividad durante cada minuto de la tarea.
Acto seguido, los participantes empezaron a idear maneras de conseguir más donaciones para una organización benéfica. Para que no cejaran en su empeño, los investigadores les dijeron que los inscribirían en una lotería para ganar 50 dólares cuantas veces propusieran una idea. A continuación, Nordgren y Lucas reunieron a otro grupo de participantes en línea, a los que se les pidió que calificaran la creatividad de las ideas que había generado el primero.
Del análisis de los investigadores resultó que los participantes de la lluvia de ideas se equivocaron a la hora de predecir su propia creatividad: creyeron que serían menos creativos a medida que avanzara la sesión, pero sucedió todo lo contrario: según la valoración del segundo grupo de participantes, su creatividad no hizo sino incrementarse.
Se confunde la productividad con la creatividad
¿Por qué está tan extendida la creencia de que nuestra creatividad disminuye cuanto más forcejeamos con un problema? Nordgren y Lucas sospecharon que es porque la creatividad se confunde con la facilidad para generar ideas. Las primeras ideas nos vienen con rapidez a muchos de nosotros; las siguientes nos resultan más esquivas a medida que el aguacero de ideas se nos convierte en una llovizna cerebral. Esta dificultad que experimentamos para generar más ideas se puede malinterpretar fácilmente como una disminución de su calidad.
Para probar esa hipótesis, los investigadores repitieron el mismo estudio con 191 nuevos participantes. Esta vez, sin embargo, predijeron su creatividad después de haber terminado de generar las ideas.
No importó. Incluso después de terminada la lluvia de ideas, los participantes juzgaron incorrectamente que sus últimas ideas habían sido menos creativas, fenómeno que los investigadores atribuyeron a que les había costado más pensar en ellas. Sin embargo, al igual que en el primer estudio, era todo lo contrario: las ideas que los participantes habían tardado más en desenterrar por lo general habían sido las más innovadoras.
No es cosa de risa: las falsas creencias sobre la creatividad nos hacen menos creativos
En otro estudio, Nordgren y Lucas pusieron a prueba el mito del precipicio creativo en la vida real. Inscribieron a un grupo de estudiantes y ex alumnos del programa de formación The Second City en un concurso al estilo de los del semanario estadounidense The New Yorker, en el que tendrían que sugerir la mejor leyenda cómica para un chiste gráfico con la promesa de un primer premio de 150 USD. Los jueces del concurso en línea, tres comediantes profesionales, calificaron las 91 propuestas en función de su originalidad y comicidad (un indicador de
creatividad).
Los concursantes dispusieron de 15 minutos para generar la mayor cantidad posible de leyendas, pero sin obligación de agotar todo el tiempo disponible. También respondieron a una serie de preguntas sobre sus creencias acerca de la creatividad, tales como si era cierto que "las mejores ideas suelen ser las que se nos ocurren en primer lugar".
Los investigadores observaron que los que creían que las mejores ideas suelen ser las más tempranas propusieron menos leyendas cómicas en general, y que pocas de ellas recibieron una alta puntuación por parte de los jueces por su creatividad. En otras palabras, cuanto más convencidos estaban los participantes de que su gracia se iría extinguiendo a lo largo de los quince minutos que tenían para la tarea, menos productivos y graciosos fueron.
La experiencia puede contrarrestar la ilusión del precipicio creativo
¿Sería posible que la experiencia contribuyera a destruir el mito del precipicio creativo? Los investigadores sospechaban que quizás las personas con muchos años de trabajo creativo en su haber estuviesen menos expuestas a caer en este mito.
Los investigadores reunieron a un grupo de 163 participantes en línea y les pidieron que indicaran la frecuencia con la que tenían que utilizar sus capacidades creativas en el trabajo (nunca, ocasionalmente o frecuentemente). Los participantes hicieron lo mismo que en la lluvia de ideas del primer estudio: primero pronosticaron lo creativos que serían durante cada minuto de los cinco de que disponían para la tarea, y luego generaron ideas para incrementar las donaciones benéficas.
Los participantes que nunca o solo ocasionalmente realizaban trabajos creativos fueron parecidos a los del primer estudio: pronosticaron que su creatividad disminuiría durante el transcurso de la lluvia de ideas, cuando en realidad ocurrió lo contrario. Pero los participantes que tenían mucha experiencia creativa no cometieron ese error. Predijeron que su creatividad se mantendría relativamente constante, una suposición que, aun así, es demasiado pesimista, pero más correcta que las predicciones de los demás participantes. La experiencia les había ayudado a ver la importancia de seguir horadando la piedra. "Los que están en las trincheras realizando trabajos creativos son los que mejor aprenden esta lección", dice Nordgren.
El poder de la persistencia
¿Qué significa esto para su próxima lluvia de ideas? Para Nordgren, la conclusión es muy sencilla. "Si nos cuesta encontrar las ideas, hay que perseverar", dice. Esta y sus anteriores investigaciones sobre la creatividad revelan que "lo que nos dice la intuición sobre la manera en que funciona este proceso es incorrecto. Nuestras mejores ideas están allí. Solo hay que escarbar un poco más".
Esto quiere decir que hay que resistir la tentación de seleccionar una idea solo porque la reunión esté a punto de terminar, tentación que surge de la falsa creencia de que las futuras ideas serán peores. En vez de eso, "podríamos decir: Creo que todavía hay ideas mejores que no hemos explorado. Comprometámonos a dedicar a esto una hora más cada uno y volvamos a reunirnos la semana próxima".
No es fácil hacerlo, cosa que Nordgren, que actualmente está escribiendo un libro, sabe por experiencia propia. Pero está empeñado en seguir sus propios consejos. "Estas ideas me influyen en esos momentos", dice. "Pienso: 'este es un buen ejemplo, pero ¿no habrá otro mejor?’ Me sirven de empujoncito para seguir yendo más allá de lo que me dice mi intuición".
**Previamente publicado en Kellogg Insight. Reproducido con la autorización de Kellogg School of Management**