¿Idiomas, MBA o emprendimiento? Puede que esté barajando dejar su empresa para aprender algo nuevo. Sin embargo, no se apure demasiado, a continuación tres expertos entregan importantes consejos.
Cuántos no han soñado con dejar el empleo, muchas veces rutinario, y partir a estudiar otro idioma, un programa o hobby, sin miedo ni necesidad de tener que recibir un sueldo. Lo más probable es que en la mayoría de las personas esta idea quede “alojada” en la mente, pero bien lejos de hacerse realidad. Sin embargo, aquellos que pertenecen a la Generación Y (1977-1994), se caracterizan por tomar esta decisión.
Como respuesta a las interrogantes de este actuar, Joaquín Márquez, team leader finance & administration en Randstad Chile, cree que, en parte, se debe a las favorables condiciones económicas y laborales de algunos países. Como ejemplo, analiza Chile: sus condiciones fomentan que exista mayor movilidad, una tasa de desempleo muy baja y una alta demanda de mano de obra calificada de todos los niveles. “Esta situación da muchas facilidades a la hora de buscar reemplearse y mejores condiciones, lo que en algunos casos, hace bajar los estándares de requisitos. Sumado a esto, existe un claro cambio de mentalidad representado por la Generación Y, la cual está propensa a tomar mayores riesgos en vías de obtener mejor retorno”, dice Márquez.
Estas condiciones laborales, que varían de país, no afectan de todas formas el afán de movilidad. Ellos buscan un balance de vida y trabajo y oportunidades de desarrollo. Según explica Flavio Portilla de la ecuatoriana ESPAE-ESPOL, “estamos frente a profesionales que entienden que la demanda de fuerza laboral ha evolucionado y que es importante contar con credenciales que les permitan diferenciarse de su competencia”. Es así como los miembros de esta generación, saben de la demanda de perfiles más “globales”.
Por lo mismo, ven como una inversión dejar el empleo para estudiar a tiempo completo otro idioma o algún programa. No temen tanto que a su regreso no encuentren trabajo. Para Isaías Sharon, psicólogo organizacional y socio fundador en Smart Coach, “no hay apego a las empresas ni a los empleos, más bien se piensa en lo que cada persona aprenderá estando en tal o cual lugar”. De ahí que estas decisiones tengan relación con darse la oportunidad de salir a vivir experiencias que forman dimensiones más personales que académicas o profesionales. Y a la hora de preguntarse, si esto ocurre porque tienen un menor apego con el dinero, Sharon dice: “no creo que pase por estar o no apegado al dinero, sino más bien con estar más comprometidos con el proyecto de vida personal”. Y en esto cabe el dejar el trabajo y salir a la aventura. El temor, dice Sharon, es “a quedarse ahí y sentirse estancado y sin horizontes nuevos que resulten desafiantes pero posibles de ser alcanzados”.
¿Soy yo o es la empresa?
Para los que toman este camino, los pros parecen ser más que los contras. Al menos eso concuerdan Sharon y Márquez. Éste último opina que “en términos económicos, muchas veces estas experiencias son retribuidas a la hora de reinsertarse en el mercado laboral, sobre todo en términos de idiomas. Es una realidad del mercado que los candidatos que manejan el idioma inglés avanzado pueden acceder a rentas entre 20% y 40% superiores”.
En opinión de Sharon, “lo primero que ganan son experiencias de vida que no van a tener en un trabajo ni en la universidad. Es mucho más lo que se gana que aquello que se pierde o deja de ganar, porque sin importar cuántas veces te hayan contado cosas importantes para la vida, no hay nada más significativo que experimentarlo por cuenta propia”.
Sin embargo, no es recomendable aventurarse sin tener algo de experiencia laboral. Según dice Portilla, de ESPAE-ESPOL, “los profesionales jóvenes deben entender que una preparación académica debe venir acompañada de cierto nivel de experiencia profesional relevante”. Y para evitar tomar malas decisiones, el porfesor de la Escuela ecuatoriana recomienda entender el mercado laboral y comprender qué impactará planes personales, financieros y profesionales. “Debe estar claro que ninguna decisión tendrá 0% de impacto, porque incluso una promoción a una mejor empresa trae consigo un periodo de adaptación”.
Otra recomendación, dice Márquez, es “saber si la decisión es una vía de escape de su realidad o el deseo de perseguir alguna meta en concreto. Hay que preguntarse, ¿Qué es lo que no me gusta de mi trabajo? ¿El problema soy yo
o es la empresa? ¿Qué estoy buscando? ¿Dónde y cómo me veo en los próximos 5/10 años? Estas son las preguntas que se deben hacer y deben ser capaces de contestar sinceramente”.
Cómo plantear la decisión al jefe
Otro de los temas que no se puede dejar pasar, es qué hacer luego de decidir salir de la compañía. Comentarlo con el equipo, puede ser opcional, pero es imposible no dar explicaciones a los jefes. Todo sea por salir bien de la empresa. Siempre aconsejan hablar el tema con tiempo, ojalá con meses de anticipación. Sharon dice que “la conversación con el jefe debe permitir que todas las partes se programen, en muchas organizaciones toma un tiempo conseguir un reemplazo, y no ayudará salir de un día para otro sin hacerse cargo de las responsabilidades que se tienen en ese empleo”.
Márquez recomienda “evitar ser cerrados y ver cuál es la visión que tienen nuestros jefes sobre nosotros, que en muchos casos es diferente a la que pensamos que tienen. Pueden aparecer oportunidades o confirmar y dar más apoyo a la decisión de alejarse”.
Idiomas, MBA o emprendimiento
Estudiar un MBA no es sencillo: son costosos, las becas escasean o prácticamente no existen y se pide muchas veces algo de experiencia o dominar inglés. Es por eso que tras evaluar prestigio, redes de contactos y foco del programa, también se hace casi obligatorio conocer el retorno luego de egresar. Para los especialistas, antes de tomar la decisión, es necesario tener muy claro el plan de vida, de forma de hacer una inversión y no un gasto porque sí. Másrquez, de Randstad, dice que “hay que considerar los medios con los que se dispone, realizar un MBA en una universidad prestigiosa conlleva una inversión muy grande, capital que podría ser incluso recurso para iniciar un emprendimiento”.
En el caso de los postgrados en general, Sharon dice que “si la intención es engrosar el currículo, pensando en la empleabilidad y en ascensos futuros, una buena decisión pueden ser los programas de grados”.
Y aunque quienes tienen entre 25 y 35 años suelen hablar mejor inglés que sus colegas mayores, igualmente atrae perfeccionarse o aprender un tercer idioma. Sharon explica que “el perfeccionamiento en idiomas, especialmente el inglés que es vital para cualquier profesional”.