Su uso puede inhibir el desajuste de la proteína TAU, una de las causas conocidas de la enfermedad.
Investigadores de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile se encuentran ahondando en la utilización de moléculas extraídas de estas especies vegetales para la inhibición de una de las causas conocidas de esta enfermedad, que es el desajuste de la proteína TAU.
El Alzheimer es una enfermedad que se ha mantenido en la agenda país. Y no sólo por sus consecuencias físicas y mentales sino que también por el incremento de su aparición en pacientes y las proyecciones que hay al respecto en una población que envejece rápidamente. Según cifras oficiales, cerca de 200 mil personas sufrirían esta enfermedad hoy en Chile, número que se elevaría por el medio millón para 2050.
Es en vista de este escenario que el profesor de la Facultad de Ciencias Carlos Areche, junto al investigador Francisco Salgado y un equipo interdisciplinario se encuentra desarrollando el proyecto “Dépsidos y depsidonas de líquenes antárticos: Estudio antioxidante y evaluación como posibles inhibidores de la agregación de la proteína TAU”, financiado por el Instituto Antártico Chileno (INACH), siguiendo así una de las líneas de investigación conocidas respecto a la causa de esta enfermedad degenerativa.
“La proteína TAU funciona bien dentro del ciclo de vida de la persona y en un momento -que todavía no está claro todavía- esta proteína comienza a perder sus resultados, se empieza a despegar de la estructura neuronal y poco a poco se comienza a aglomerar. Esta acumulación tiende a hacer que el funcionamiento normal de las células varíe”, explicó Francisco Salgado.
A partir de líquenes, especies que se encuentran en zonas australes y climas extremos, los investigadores están ahondando en las propiedades farmacológicas de sus moléculas, en miras a impedir el anidamiento de la proteína TAU, teniendo como antecedente otras características cardioprotectoras, antinflamatorias, antibióticas y antiviral de los diversos tipos de moléculas extraíbles de estas especies.
“La idea surge porque este tipo de organismos, al estar en condiciones muy extremas, tienden a generar otro tipo de compuestos o moléculas, las cuales no están presentes en otro tipo de plantas”, explicó el investigador Francisco Salgado. A esto se suma, como indicó el profesor Areche, a que las moléculas de los líquenes son polifenólicas, “las que, según la literatura científica, logran inhibir este tipo de proteínas y que tienen una alta actividad antioxidante”.
Líquenes en el laboratorio
Luego de la recolección manual de los líquenes por parte del equipo investigador en territorio Antártico, los ejemplares se dejaron secar a temperatura ambiente para seguir su la deshidratación en base a solventes orgánicos. Después de un fraccionamiento primario, “se va a la parte final donde con técnicas específicas del laboratorio se aíslan las moléculas cada una por sí sola”, detalló Salgado.
Tras eso como informó el investigador, realizaron “un análisis muy fino de cuáles son todos los componentes de los ejemplares, que es como una huella dactilar de los mismos”. Dependiendo de la concentración, las moléculas identificadas pasaron a las pruebas in vitro, probando diferentes proporciones en las proteínas de control.
“Hemos encontrado una molécula llamada teleaurin que sale de estos organismos liquénicos que puede inhibir en un 50 por ciento la agregación de la proteína TAU a 50 mg por ml, lo cual es bastante promisorio”, detalló Areche.
Hoy el equipo, como continuó el profesor Areche, se encuentra buscando más moléculas para continuar la investigación, para, como complementó Salgado, “hacer un buen screen de cuáles son las más bioactivas, hacer combinaciones, ir probando en esa línea, a ver si las moléculas presentan algún tipo de efecto sinérgico”.