Claudio Naranjo presenta en España libro "Ayahuasca, la trepadora del río celeste". Con variados testimonios, subraya las útiles herramientas que el brebaje indígena puede prestar a la medicina actual.
El psiquiatra y antropólogo chileno Claudio Naranjo presenta en Roma su libro "Ayahuasca, la trepadora del río celeste", un trabajo de investigación sobre las propiedades medicinales de esta planta "sagrada" de la psicoterapia.
Los indígenas asháninka llaman así al brebaje, dada la creencia de que crece en dicho torrente mitológico en el que, según la cultura popular, las almas de los muertos se bañan para llegar a ser eternas.
La idea de escribir un libro a este respecto surgió cuando, en la década de 1950, el experto nacido en Valparaíso el año 1932 analizó la obra "Yo también fui cazador de cabezas" (1945), de Lewis V. Cummings.
En la publicación se narra la historia de un aventurero herido y salvado por los indios venezolanos, que acaban aceptándole en su tribu.
"Luego de eso le dan un líquido que le hizo sentir más valeroso. Cuando lo leí, quise conocer esta planta, porque yo soy muy cobarde. Fui a la selva a buscarla, una idea descabellada porque no estaba catalogada. Fue un sueño juvenil que no llegó a nada", reconoce Naranjo.
No obstante, volvió a toparse con esta planta durante su estancia en la Universidad de Harvard, a la que accedió gracias a una beca Fulbright.
En una ocasión, visitando el museo del jardín botánico, halló un artículo escrito por el director de la entidad en el que se refería a la ayahuasca como elemento ritual en las ceremonias iniciáticas de los chamanes.
"Le pregunté sobre las posibilidades de que pudiera experimentar con ella y me indicó indígenas que le habían ayudado", cuenta Naranjo.
Así fue como viajó a la frontera entre Colombia y Ecuador y allí contó con la colaboración de los nativos, quienes le ayudaron -al fin- a estudiar y analizar las propiedades de esta planta.
"Ayahuasca, la trepadora del río celeste" es fruto de investigaciones durante el último medio siglo, recogiendo las experiencias vividas por diferentes personas tras la ingesta de esta planta alucinógena.
En un principio probó sus experimentos con voluntarios chilenos que, según detalló, tuvieron "curiosamente" las mismas visiones que los indios: "Jaguares y aves de rapiña, imágenes que yacen en nuestra mente subconsciente y que tienen un significado colectivo", señala el psiquiatra y antropólogo .
Consumir esta planta, cuya etimología quechua significa "la soga de los muertos", es para Naranjo "una experiencia tranquila".
"El consumidor siente como si estuviera ebrio, con un zumbido en el oído. Después vienen unos sueños, mientras permanece despierto. Es posible, incluso, comunicar las imágenes del sueño a quienes acompañan. Son sueños mitológicos, un poco locos", dice.
La obra está dirigida al público general. Busca compartir experiencias, como la de una mujer que padecía agorafobia como consecuencia de los bombardeos sobre Yugoslavia, de donde era originaria. Naranjo subraya la influencia de la ayahuasca en el proceso subconciente de la persona para superar el trauma.
Para el destacado experto de 83 años hay una cosa vital para el tratamiento con plantas medicinales: es preciso que el paciente cuente con una "predisposición chamánica". "Los indígenas se ríen cuando los turistas quieren tener grandes experiencias, porque no se trata de algo banal, hay que entrenarse", comenta.
La publicación se la juega porque el brebaje indígena ofrece claras aportaciones a la medicina en un futuro. "Incluso personas incurables por la medicina están yendo a visitar a los chamanes y tienen éxito en enfermedades crónicas. Y también curando enfermedades psicosomáticas, fruto de un desequilibrio interno", defiende.