A pesar de que existe una vacuna efectiva, la 17D, el virus todavía causa brotes que preocupan a los patólogos.
Entre el 30 y 60 % de las personas que desarrollan fiebre amarilla, mueren. La enfermedad es causada por el virus de la fiebre amarilla (YFV, en inglés), que es transmitido por mosquitos relacionados con el dengue y el Zika.
Después de que 24 millones de personas en Brasil se contagiaran con fiebre amarilla en 2016, la Organización Mundial de la Salud y otras entidades se han propuesto erradicarla.
A pesar de que existe una vacuna efectiva, la 17D, el virus todavía causa brotes que preocupan a los patólogos como Alan. En su artículo, recordó el brote de fiebre amarilla que ocurrió en Brasil entre diciembre de 2016 y marzo de 2018 donde hubo cerca de 2000 casos confirmados, incluyendo casi 500 muertes, y 4000 episodios de epizootias (fiebre amarilla en primates no humanos)
31 investigadores, genetistas, biólogos, zoólogos y epidemiólogos de las Universidades de Belo Horizonte (Brasil); Public Health England, la Universidad de Cambridge y el Instituto Pasteur (Francia), entre otros, hicieron un seguimiento de los orígenes y el movimiento del brote, y determinaron que se originó en el noreste de Brasil y se movió hacia el sur, en áreas donde el virus no se había encontrado.
Esta semana, los 31 investigadores publicaron esta investigación genética del brote en Brasil de diciembre de 2016 a octubre de 2017, que demuestra los orígenes y el movimiento de la fiebre amarilla durante el brote. Los hallazgos están consignados en la revista Science Advances. Determinaron que el brote se originó en el noreste de Brasil y se movió hacia el sur a áreas donde el virus no se había encontrado anteriormente, a una velocidad de 4.25 kilómetros diarios, lo que podría explicar la magnitud del brote.
Brasil experimentó su brote de fiebre amarilla más grande registrado en décadas, con 2043 casos confirmados y 676 muertes desde diciembre de 2016. Una campaña de erradicación intensiva eliminó Aedes aegypti y la fiebre amarilla de Brasil en la década de 1950, pero los mosquitos volvieron en 1970 y ahora abundan en la mayor parte de Brasil. Se estima que 35 millones de personas en áreas con riesgo de transmisión de VFA en Brasil permanecen sin vacunar.
La investigación fue una increíble herramienta para la comprensión de este brote. “A la fecha, ha habido pocos modelos de brotes de fiebre amarilla porque ha habido pocos sujetos aislados para poder estudiar. En cambio hemos debido confiar en las estrategias de vacunación”, escribe el investigador médico Alan Barret, del Departamento de Patología y de Ciencias de la vacunación el Institulo Sealy (Texas, Estados Unidos), también en la revista Science.
El masivo estudio de los 31 investigadores demuestra el potencial de mapear la incidencia viral y diseminar casi en tiempo real y su potencial para contribuir a estrategias de control, como el actual programa EYE de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que busca eliminar las epidemias de fiebre amarilla para 2026.
“Para lograr el objetivo de la OMS de eliminar las epidemias de fiebre amarilla para el año 2026, se necesita una estrategia global coordinada. Nuestros resultados y análisis muestran que la vigilancia genómica rápida de la fiebre amarilla, cuando se integra con datos epidemiológicos y espaciales, podría ayudar a anticipar el riesgo de la exposición al humano a través del espacio y el tiempo y monitorear la probabilidad de transmisión selvática versus urbana”, concluyen los 31 investigadores internacionales.
La investigación de estos brotes no es sencilla, sobre todo cuando se trata de fiebre amarilla. Según explica el epidemiólogo, este virus tiene un ciclo selvático que involucra a los mosquitos reproductores del virus que crecen en los troncos huecos de los árboles y a primates no humanos. Los casos humanos generalmente ocurren en áreas boscosas, como la Amazonía brasilera, por lo tanto, excepto durante grandes brotes, es difícil obtener muestras de virus para el análisis.
Por estas razones, hasta junio de 2016 solo había 42 secuencias del genoma de la fiebre amarilla disponibles para el estudio. Dos años después, hay 135 genomas, y la mayoría de las secuencias adicionales provienen del brote en Brasil. Con esta información, los científicos han encontrado que el virus de la fiebre amarilla se encuentra presente en 44 países del África subsahariana y de los países sudamericanos sobre la línea ecuatorial. También se han identificado siete genotipos del virus, “pero son necesarias muchas más secuencias genómicas para comprender el rango geográfico del virus, qué tan lejos puede llegar, especialmente porque estos virus evolucionan constantemente”, escribe Barret.
La Organización Panamericana de la Salud, la Organización Mundial de la Salud lograron controlar el brote con campañas masivas de vacunación. En África Occidental no los hay desde 2015 (a pesar de ser allí en donde históricamente se han registrado la mayoría de casos). Pero recientemente se han producido aumentos drásticos en zonas consideradas libes de fiebre amarilla.
La forma más peligrosa es la fiebre amarilla urbana, donde el ciclo de transmisión involucra mosquitos domésticos Aedes aegypti y humanos. La fiebre amarilla urbana se produjo en 2016 en Angola y la República Democrática del Congo (RDC), y 11 trabajadores chinos infectados en Angola regresaron a China, donde desarrollaron fiebre amarilla.
Esta fue la primera vez que se informaron casos de fiebre amarilla en Asia, pero no hubo casos secundarios. También en 2016 hubo un brote en Uganda causado por un genotipo de virus diferente al de Angola. Los suministros mundiales de vacunas se agotaron dos veces a principios de 2016, y se debió utilizar un régimen mediante el cual se administró una quinta parte de la dosis completa.
La epidemia en África se controló en septiembre de 2016. Lamentablemente, la fiebre amarilla se informó en Brasil en diciembre de 2016. Una vez más, se agotaron los suministros de 17D –la vacuna– y se utilizó la preservación de dosis para inmunizar a 24 millones de personas en Brasil. Mientras que los brotes de fiebre amarilla urbana ocurren periódicamente en África, como en Angola y la República Democrática del Congo en 2016, son poco frecuentes en América del Sur.
¿Entonces, a qué se debió el brote en Suramérica? La investigación de Faria et al. Concluyó que se debió al ciclo de transmisión de la fiebre amarilla del bosque y no al ciclo urbano. El último brote documentado de fiebre amarilla urbana grande en las Américas fue probablemente en Brasil en 1928; los brotes subsiguientes de fiebre amarilla urbana en América del Sur han sido muy pequeños, y cada uno involucra no más de nueve casos.
“Esto sugiere que las epidemiologías de la fiebre amarilla urbana en África y América del Sur son diferentes y requieren más investigación”, escribe el epidemiólogo, a quien le preocupa que en medio del brote la oferta mundial de vacunas se haya agotado.
Hubo muchos brotes entre 2016 y 2018, y además, los viajeros internacionales causaron importaciones múltiples en países fuera de estos brotes. Cabe destacar que el brote en Brasil resultó en viajeros que transportan fiebre amarilla a siete países durante 2018, incluidos cinco en Europa.
En comparación, solo se importaron tres casos en Europa durante los 16 años anteriores. “A medida que la base de datos mejore, también lo hará nuestra comprensión del movimiento de YFV y nuestra capacidad para identificar áreas donde el virus tiene el potencial de causar brotes. Las actividades concurrentes de la estrategia EYE darán como resultado la producción de vacunas que se pueden distribuir de manera apropiada con la información de los modelos YFV. Por lo tanto, es posible eliminar las epidemias de fiebre amarilla para el año 2026, según lo planeado”, concluye Barret.
La fiebre amarilla es responsable de 29,000 a 60,000 muertes anuales en América del Sur y África y es la infección más grave transmitida por mosquitos en los trópicos. A pesar de la existencia de una vacuna efectiva contra la fiebre amarilla desde 1937, se estima que más de 400 millones de personas no vacunadas viven en áreas con riesgo de infección.