Por Maribel Ramírez Coronel, Periodista en temas de economía y salud para El Economista.
Hay una reveladora pugna entre empresas proveedoras de insumos para las pruebas en recién nacidos para detectar oportunamente enfermedades hereditarias causa de discapacidad progresiva y muerte prematura. Hablamos del tamiz neonatal, una muy afortunada opción preventiva donde la salud pública de México está invirtiendo.
De los 2.4 millones de nacimientos, la Secretaría de Salud cubre el tamizaje de 1.2 millones, el IMSS a 750,000 nacimientos anuales y el resto otras instituciones como ISSSTE, Pemex, Sedena y del sector privado con cantidades menores.
Se trata de un mercado que asciende a unos 350 millones de pesos (US$ 17 millones); es lo que parece estar en juego en el enfrentamiento entre empresas proveedoras de esas pruebas de tamizaje. Una empresa americana, Perkin Elmer, encabezada por Daniel Zavaiza, busca sacar del terreno de juego a Ensayos y Tamizajes de México, una empresa de capital nacional con 12 años en el mercado. La acusa de que sus productos no cuentan con la suficiente calidad y de que no son de fabricación nacional como promete, sino que los importa de Cuba y aquí en territorio nacional sólo los reempaca y reetiqueta.
A quien le toca determinar la calidad de los productos y las buenas prácticas de su fabricación es a la autoridad sanitaria. Y Cofepris, comandada por Julio Sánchez y Tépoz, ya verificó dicha planta sin encontrar mayor problema de modo que sus productos autorizados pueden seguirse vendiendo.
Por lo que toca al origen, la empresa mexicana procesa en su planta en Azcapotzalco con insumos importados de Alemania y tecnología cubana de bajo costo.
José María Gutiérrez, director general de Ensayos y Tamizajes de México, nos dice que si hoy puede dar precios mucho más bajos por el mismo producto cumpliendo con los mismos certificados de calidad que su competencia (incluido el CDC de Atlanta y de la EMA europea) es gracias a la tecnología cubana de bajo costo y a escalas logradas.
Lo que está detrás de esta pugna es una próxima licitación del IMSS, capitaneado por Tuffic Miguel, para adquirir la mitad de sus necesidades anuales (unos 327.000 tamizajes).
Las autoridades deben estar muy pendientes del asunto, sobretodo tras el antecedente en noviembre pasado, donde el ISSSTE, de Florentino Castro López, le pagó a Perkin Elmer a través de su distribuidor Selecciones Médicas de Francisco Pérez Fayad, un sobreprecio abismal por exactamente lo mismo que le ofrecía Ensayos y Tamizajes de México.
El precio que ofrecía la empresa mexicana era cercano a 25 pesos (US$ 1,2) mientras que el de Perkin Elmer de 205 pesos (US$ 9,9). El ISSSTE terminó descalificando a la empresa que daba barato con el argumento de que su código de barras estaba impreso fuera de lugar, y se fue por la opción de Perkin Elmer 8 veces más costoso.
Fueron 53 millones de pesos (US$ 2,5 millones) que el ISSSTE no quiso ahorrarse, algo sorpredendente sobretodo a la luz de sus profundos aprietos financieros que están implicando cuantiosas transferencias fiscales. Aquella compra lleva inevitablemente a pensar mal y poner en entredicho las decisiones de los funcionarios que licitaron. Ante la radical diferencia de precio pudieron haber dudado y declararla desierta para volver a convocar, pero decidieron sin más que el Erario pagara 84 (US$ 4 millones) en vez de 31 millones de pesos (US$ 1,5 millones).
El IMSS, como cabeza de la compra consolidada y otros esfuerzos de eficiencia en compras, se ha caracterizado en los últimos años por buscar los mejores precios en procesos transparentes y vigilados, pero el temor de José María Gutiérrez es que el juego sucio y las presiones de la empresa Perkin Elmer, vuelvan a funcionar como sucedió en la compra del ISSSTE el año pasado.