Isaías Sharon, CEO y fundador de LearninGroup, indica que quienes lo padecen pueden tener dificultades para concentrarse y presentar mayor irritabilidad, por lo que se vuelven menos productivos, distrayéndose fácilmente, lo que termina afectando su autoestima.
El teletrabajo ha traído varios beneficios para las personas, pero en un contexto de pandemia, pueden desencadenarse una serie de externalidades negativas que finalmente terminan afectando la salud mental de los colaboradores.
Cabe recordar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que, además, de las consecuencias en la salud mental, superar las 55 horas semanales de trabajo puede también afectar a las personas de tal manera que es posible presentar un mayor riesgo de muerte por enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.
Si el estrés ya se venía arrastrando mucho antes de la pandemia, el actual escenario no ha hecho más que empeorar el estado mental de varios trabajadores. Isaías Sharon, CEO y fundador de LearninGroup, dice que “muchas personas tuvieron que cambiar al teletrabajo sin contar con infraestructura, equipamiento ni capacitación para poder enfrentar este cambio, así gestionar
mejor su tiempo”.
De esta forma, surge la interrogante de si en las empresas se está o no organizando adecuadamente el mundo del trabajo, identificando las habilidades que se deben desarrollar y las acciones preventivas que se tienen que tomar.
Identificar el estrés
Muchas de las personas que sufren estrés laboral se sienten cansadas permanentemente, presentan dificultades para dormir y muestran cierto nivel de sobrecarga emocional y laboral. Además, comenta Sharon, “tienen dificultad de concentración y mayor irritabilidad, por lo que las personas se vuelven menos productivos, porque se distraen con mayor facilidad, afectando su autoestima. Esto, porque no pueden hacer lo que antes sí podían y se comienzan a juzgar”.
Esta baja de productividad, sobre todo en estos días de pandemia, no es percibida en las entidades hasta que es bastante notorio. Es así como en este punto, los jefes comienzan a observar que la productividad de sus equipos no es la misma de antes: no logran los mismos
resultados o cuando sí se alcanzan, lo hacen pero con menor facilidad.
El fundador de LearninGroup añade otro indicador con que las compañías pueden detectar este tipo de estrés. Se trata del compromiso organizacional, que se puede medir a través de los esfuerzos discrecionales, es decir, cuando el trabajador hace más de lo que se pide o requiere su labor. Pero cuando hay estrés laboral, el compromiso puede disminuir, afectando sus tareas y notándose en pequeñas acciones, como la dificultad para cumplir los horarios o la aparición de roces o tensiones entre los equipos.
Hay que entender que el estrés se puede volver crónico, transformándose en burnout, o también conocido como “síndrome del trabajador quemado”, lo que puede desencadenar, incluso, depresión y crisis de pánico. Para evitar esto, Sharon, recomienda “tomar pausas cuando nos sentimos con alta carga para darnos cuenta de qué nos pasa y qué necesitamos. Lo otro que también ayuda es apoyarnos en nuestras redes, porque los vínculos afectivos permiten superar estas dificultades”.
Junto con lo anterior, es aconsejable dormir el tiempo necesario en un espacio adecuado, tener una buena alimentación y hacer actividad física. También es importante que en las empresas ofrezcan beneficios que hagan sentir bien a los trabajadores, ya sea mediante espacios de vinculación e iniciativas de formación continua.