Alessandro Saade es emprendedor y profesor de la BSP, Business School São Paulo.
Existe un gran debate acerca de los resultados reales de un MBA. Ya pasó el tiempo en el que tener un diploma era sinónimo de empleo y mejora en la remuneración.
Desde la década de 1960, con los primeros pasos de la Fundación Ford en América Latina financiando y fomentando la creación de escuelas de negocios y gestión en países como Argentina, Colombia, México, Chile, Perú y Brasil, hasta el surgimiento del modelo de MBA a fines de la década de 1970, pasaron muchas cosas. Pero nada se compara con la transformación que estamos viviendo en el momento actual. Me atrevo a decir que el modelo tradicional de MBA prácticamente ya no existe: fue adaptado.
Antes buscábamos desarrollar un gestor con una visión holística y hoy la demanda es promover el liderazgo inspirador y el espíritu emprendedor. El MBA se ha desvirtuado. Se transformó en un pasaporte y no en un viaje. Al final, las grandes características del MBA son las experiencias y el aprendizaje a lo largo de casi dos años compartiendo conocimientos con profesores, compañeros, oradores y ejecutivos visitantes.
Esta nueva demanda llevó a que las escuelas que ofrecían los MBA en sus currículos, sufrieran grandes cambios, eliminando o incluyendo algunas disciplinas, alineando o adaptando los contenidos. Todo avanza hacia un curso más aplicado, con casos de estudio más cortos, más recientes y más interactivos. Es el alumno el que asume el rol de protagonista en un proceso andragógico, en el que el profesor se convierte en un facilitador.
Y el resultado natural de este esfuerzo es un programa más volcado al espíritu emprendedor, que además de una disciplina, es también un eje transversal a todos los contenidos, ¡transformando la experiencia de emprender en una experiencia única, completa, desafiante y placentera!
Tanto es así que Harvard, una de las escuelas más famosas y prestigiosas acaba de reinventarse, introduciendo emprendimiento puro en sus programas, financiando y obligando a los alumnos de los MBA a montar una empresa durante el curso.
Parece que miraron hacia el otro lado del Charles River, donde, desde hace casi 200 años, Babson predica exactamente eso: emprenda. Entienda y domine el concepto, hágalo rápido y comience pequeño, cometa errores y aprenda mucho, para así crecer sólidamente. La gestión es una habilidad necesaria para el movimiento emprendedor.
Y aquí en Brasil no es diferente. Cada día son más las escuelas que buscan fomentar en sus estudiantes el espíritu emprendedor, para que sus trabajos finales sean proyectos de planes de negocios de nuevas empresas. Del mismo modo, estas escuelas comenzaron a ofrecer la estructura necesaria para que esas empresas salgan del papel, con todas las dificultades y la complejidad inherentes al proceso emprendedor.
En las escuelas de negocios es cada vez más evidente que una buena parte de los estudiantes inscriptos, por no decir casi todos, tienen o desean tener, en algún momento, un negocio. Estos estudiantes, así como muchos inscriptos en los MBA buscan un camino práctico (hands on).
No hay nada que reemplace la experiencia de emprender, aún más con el apoyo de una institución de enseñanza con un cuerpo docente competente. Los MBA son caminos de piedras, pero ciertamente, algunas cicatrices les sentarán muy bien a los estudiantes.