Los responsables de las divisiones de Educación y de Género y Diversidad del BID, hablan acerca de las restricciones estructurales y la brecha salarial de género.
Pese que hay estudios del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que muestran que elevando la tasa de participación femenina en la fuerza laboral de un país, es posible elevar su PIB, aún existen restricciones estructurales que frenan su participación en el mercado laboral.
De acuerdo con Andrew Morrison, jefe de la Unidad de Género y Diversidad (GDI) en el BID, la participación femenina en el trabajo aumentó bastante rápido durante 1992 y 2002. “Arrancamos en 1992 con la participación del 53% y permeamos el año 2012, con 65%. La participación aumento 12% durante ese periodo. Pero en los primeros 10 años el incremento fue mucho más rápido, no así desde 2002, cuando el aumento empezó a ser muy paulatino”. Morrison dice que el incremento de los primeros 10 años parece estar relacionado con la reducción del 30% de la pobreza.
Sin embargo, el interés se centra en la lentitud con que ha aumentado el número de mujeres en el mundo laboral a partir de 2012. Según Morrison, esto se puede deber a varios factores: aumento de su carga laboral doméstica; la poca incursión en áreas técnicas, que son de fuerte crecimiento en el mundo laboral; y la escasa flexibilidad que las empresas dan para que ellas puedan conciliar vida profesional y personal.
A esto se suman factores culturales que frenan su participación, dice Emiliana Vegas, jefa de la División de Educación del BID en Washington.“Por ejemplo, es común que la mujer sea la que se responsabiliza por quedarse en casa y tampoco existe acceso en la región a cuidado infantil temprano, que sea universal y de buena calidad, obligando a las familias a dejar a uno de los padres o a un familiar al cuidado de los hijos”, dice Vegas.
Y pese que para asegurar equidad de género en los directorios de empresas, se ha recurrido a la cuotas de género, no es una iniciativa que se replique en todas las empresas de la región. Según Morrison, “hay un sólo país que ha experimentado con la cuotas de género en América Latina y es Brasil, iniciativa únicamente de las empresas estatales”.
Tampoco se han reducido las brechas salariales por género. Vegas dice que esto es así incluso en ocupaciones que están muy bien remuneradas en la región y en la que la participación femenina es bastante baja, sobre todo en Chile (33%), Perú (37%) y México (37%), países en los que se basan estudios desarrollados por el BID.
De acuerdo con estos estudios, la brecha salarial por género sería de 20% en Perú, de 23% en Chile y de 45% en México. “Entonces, realmente pese a que se ha roto el techo para llegar a estas ocupaciones, todavía continúan estas desventajas salariales”, dice Vegas.
Morrison complementa diciendo que también se ha visto que esta brecha aumenta con la edad y la experiencia. “Por ejemplo, abogados de distinto sexo suelen entrar a una firma ganando un salario muy parecido, pero hay una brecha que se va abriendo con el tiempo en las empresas. A esto también se suma que las mujeres están optando por trabajos más flexibles, que les permitan conciliar su vida profesional y personal, y en el mediano plazo esto tiende a perjudicar el sueldo que reciben”.