Por Gabriel Rovayo, PhD y CEO de EFQM South America Pacific.
Emprender, en esta o cualquier otra época siempre ha sido un reto, un riesgo, un desafío. El mayor de ellos es encararnos y descubrirnos como pensadores, como exploradores, vendedores y personas de trabajo.
Pero desde hace casi 100 días, el estar frente a un emprendimiento, sea este pequeño, mediano o incluso grande, ha sido un desafío casi de vida o muerte. La vida o la muerte de un sueño delicadamente cuidado. Ninguno de nosotros estuvo preparado para lo que una pandemia nos ha traído en lo que va del año.
Alrededor del mundo y en nuestro país, específicamente, las pequeñas y medianas, están enfrentando grandes desafíos y se han visto obligadas a tomar acciones rápidas. De hecho, las empresas que sobrevivan serán aquellas que se dieron cuenta a tiempo de que la pandemia no duraría poco tiempo y tomó decisiones relacionadas con la innovación y la transformación. Aquellas que se reinventaron.
En unos años recordaremos la crisis del COVID-19 como algo que, de la noche a la mañana controló la vida del planeta entero. El Covid-19 está marcando un antes y después en la historia. Y fue un enemigo latente, permanente y real para la continuidad de la mayoría de los negocios. Bajaron las ventas, aumentaron los despidos, cerraron muchos negocios, ¡pero también nacieron nuevas formas de trabajo!
Sé de empresas que se adaptaron con facilidad al cambio, otras se demoraron en encontrar su nuevo camino, pero han visto la forma de proteger a sus colaboradores de la pérdida de sus empleos. Porque todo el bienestar o el perjuicio que esta pandemia traiga a un emprendimiento, estará íntimamente relacionado con la manera en que sus líderes hayan afrontado la crisis que estamos viviendo.
Pese a cualquier esfuerzo que los Gobiernos hagan, con la implementación de distintas medidas que buscan entregar apoyo a los servidores públicos y privados, a las empresas, y a las familias más vulnerables del país, las dificultades económicas persisten.
Hay empresas que se están reinventando y otras transformando en medio de la pandemia. Algunas utilizan como guía el Modelo de Excelencia EFQM 2020 que es un marco reconocido mundialmente que ayuda a las organizaciones a gestionar el cambio y mejorar su rendimiento poniendo de relieve la importancia de los clientes; centrarse en los grupos de interés con una perspectiva a largo plazo; y comprender las relaciones causa-efecto entre: por qué una organización hace algo, cómo lo hace y qué logra con sus acciones, consiguiendo refundar la empresa y darle un giro de timón.
Sabemos que una empresa debe caracterizarse por tener un propósito que inspire, una visión ambiciosa y una estrategia que genere resultados. Son este tipo de escenarios complejos que permiten sacar a flote los defectos y falencias de empresas y personas y gobierno. Pero también suelen ser oportunidades para ver hacia otro lado y hacer acopio de los aprendizajes acumulados hasta entonces.
Esta crisis que vivimos no debe ser en vano. Creo, desde el punto de vista más optimista, que todo esto debe sacar a relucir nuestras fortalezas como creadores e innovadores, para hacer mejoras en las empresas, para darle un giro a los negocios, para aprender sobre precaución, para ser ordenados con las finanzas, cuidando el cash flow, priorizando nuestros capex y opex, y en tener una matriz de riesgos para eventualidades como estas. También para saber con quiénes nos aliamos y nos asociamos, para saber con quiénes realmente contamos entre nuestros colaboradores.
Esta más que una crisis, debe ser vista como una oportunidad de aprender y emprender.