En México, dos museos exhiben hoy diferentes colecciones de diferentes temáticas, entre ellas, una de lucha libre de más de 7.000 piezas.
Le Chateau, un lujoso restaurante de los años 80 en Tijuana, ahora es la sede que un grupo de coleccionistas rescató para montar dos espacios impresionantes: el Museo del Coleccionista y en la segunda planta uno dedicado a la lucha libre mexicana.
“Fueron varios meses de trabajo y se conservó lo más que se pudo del restaurante. El museo se diseñó para que las colecciones y todo se vieran muy bien y rompimos con todo lo que has visto en otros museos. Creo que sin duda es el mejor de México y es totalmente diferente a todos los que existen”, señaló en entrevista José M. León Moreno, coleccionista.
Una elegante barra de cantina de madera, un bello vitral y una vieja cava dan la bienvenida al visitante que de inmediato se pierde en sus recuerdos y en la magia de cada uno de los objetos viejos que componen la colección.
“Si piensas que coleccionar es un negocio, entonces lo estás haciendo mal; no es por dinero (...) Es juntar piezas porque te gustan, jamás para venderlas. Es por amor y cada uno de los que coleccionamos sabemos lo que nos interesa”, agregó.
Museo de la Siete AC es el nombre de la asociación civil conformada por Miguel Ángel Pérez y Mauricio Pino, coleccionistas que se encargaron de impulsar los dos espacios, por cierto, de los pocos que existen en la ciudad. Boletos de lotería, tazos, cerillos, promocionales de Coca-Cola o Sabritas, superhéroes, viejas consolas de videojuegos, el Chavo del 8, Kalimán, ejemplares de cómics y hasta uno del famoso Capulinita forman parte de la colección con más de 6,000 piezas que se aprecia y se vive como un largo viaje al pasado, en el que reíamos la mayoría de las veces ante objetos que creíamos olvidados.
“Creo que coleccionar nos ayuda a recordar, revivir y a seguir viviendo y alimentando a ese niño que llevamos dentro. Un coleccionista guarda todo esto porque son como cápsulas de tiempo; un día las guardas en una caja y después de varios años las sacas y te acuerdas de muchas cosas que compraste por cariño y las compartes”, dijo León Moreno, nuestro guía en el recorrido.
Visitar el Museo del Coleccionista en Tijuana es entrar a un túnel donde la memoria nos sorprende al admirar juguetes de épocas pasadas, cómics, ediciones especiales de Batman y el Hombre Araña y múltiples objetos que hacen de la visita algo inolvidable.
A dos de tres caídas...
Mauricio Limón es dueño de la impresionante colección que le da vida al Museo de la Lucha Libre Mexicana, otro recinto único en el país.
“Es una de las colecciones más grandes que existen, hay otra que también es importante, pero se encuentra en la CDMX. La mía yo la tenía toda en un ropero, luego en una recámara (...) pero ahora tiene un gran espacio aquí donde se puede apreciar muy bien”, expresó.
El Museo de la Lucha Libre Mexicana se compone de más de 7.000 piezas que incluyen máscaras de el Mil Máscaras, Rey Misterio o el Santo, carteles, capas, ropa, cientos de figuras de luchadores, mechones de cabello, sillas de la Arena México, cinturones, fotos de todas las épocas, juguetes, figuras y hasta un ring en el centro del recinto.
“Cuando lo piensas como negocio se pierde el amor al coleccionismo. No, de lo que se trata es de coleccionar por placer. Siempre estoy en busca de nuevas piezas y aquí tenemos cosas muy valiosas para los amantes de la lucha”, dijo.
En el museo, se exhiben también luchadores de plástico en diferentes poses y tamaños, revistas especializadas y muchos objetos que cuentan la historia de uno de los deportes más populares del país.
El Museo del Coleccionista y el de la Lucha Libre Mexicana no reciben recursos públicos, se mantienen gracias a las entradas que paga la gente y otras actividades; después de un año, los recintos comienzan a darse a conocer en Tijuana, donde los museos no abundan y menos con estas características que rinden un homenaje a la cultura popular.