Un nuevo estudio, realizado entre España y Portugal, concluye que las condiciones ambientales a las que los usuarios de lentes de contacto están expuestos tiene un efecto importante sobre la integridad de la superficie ocular.
Sinc. Entre el 30 y el 50% de los usuarios de lentes de contacto sufre síntomas de incomodidad ocular, aunque de momento la causa es desconocida. Ahora, investigadores del Grupo de Superficie Ocular del Instituto de Oftalmobiología Aplicada (IOBA) de la Universidad de Valladolid, del Centro de Investigación Biomédica en Red en Bioingeniería, Biomateriales y Nanomedicina (CIBER-BNN) y la Universidade do Minho de Portugal han comprobado que la condición ambiental a la que los usuarios están expuestos influye en la integridad de la superficie ocular.
Según explica María Jesús González-García, una de las investigadoras del estudio publicado en Ophthalmic and Physiological Optics, pese a que el uso de lentes de contacto está muy extendido –se estima que hay más de 140 millones de usuarios en todo el mundo–, cerca de la mitad de los usuarios sufre síntomas como sequedad, picor, quemazón o sensación de cuerpo extraño, lo que supone la primera causa de abandono del uso.
Durante el día a día estamos expuestos continuamente a condiciones ambientales artificialmente controladas (como el aire acondicionado y las calefacciones de oficinas, vehículos o cabinas de avión), las cuales están relacionadas con problemas oculares, principalmente debido a la baja humedad y el flujo de aire que se produce. De estas condiciones, las cabinas de avión representan una de las más extremas (baja humedad relativa, baja presión atmosférica y flujo de aire continuo).
“Conocer el comportamiento de la superficie ocular en usuarios de lentes de contacto bajo diferentes condiciones ambientales puede ayudar a conocer mejor cómo se produce el proceso de incomodidad que sufre un gran número de personas”, subraya González-García. El objetivo del trabajo fue estudiar el comportamiento de la superficie del ojo bajo dos circunstancias diferentes, una condición de interior habitual (la que se puede encontrar en una oficina por ejemplo) y otra simulando la que se encuentra en las cabinas de avión.
Cámara de ambiente controlado
Los autores utilizaron la cámara ambiental (CERLab) de la empresa Visión I+D, una infraestructura formada por 17.000 kilogramos de acero con la que se pueden recrear las condiciones ambientales extremas a las que se somete el ojo humano en determinadas situaciones, como vuelos transoceánicos, al permitir modular la temperatura, la humedad relativa, la presión atmosférica y el flujo de aire en su interior.
Los investigadores reclutaron a 54 usuarios de lentes de contacto, la mitad asintomáticos y la mitad con síntomas de incomodidad ocular mientras usan sus lentes. Todos ellos realizaron cuatro visitas combinando el uso de dos tipos de lentes diferentes, hidrogel (blandas) convencional e hidrogel de silicona.
La exposición en la cámara ambiental a dos condiciones controladas diferentes, estándar (23 grados de temperatura, 50% de humedad relativa y 930 milibares de presión atmosférica) y adversa (23 grados de temperatura, 5% de humedad relativa, 750 milibares de presión atmosférica y flujo de aire continuo), durante 90 minutos.
El equipo encontró que la condición adversa tuvo un mayor impacto sobre la superficie ocular, lo que permite afirmar que “la condición ambiental a la que los usuarios de lentes de contacto están expuestos tiene un efecto importante sobre la integridad de la superficie ocular”, detalla González García. Por otro lado, añade, las dos lentes de contacto ensayadas obtuvieron comportamientos diferentes, lo que indica que el tipo de lente “también es un factor importante”.
Sin embargo, no encontraron diferencias entre los dos grupos de usuarios de lentes de contacto (sintomáticos y asintomáticos), “una ausencia de relación entre síntomas y signos clínicos que se repite una y otra vez en la literatura científica”, subraya. “La causa de la incomodidad durante el uso de lentes de contacto sigue siendo desconocida, por lo que todavía queda mucho por descubrir para tratar de comprender mejor esta condición”, concluye.