Gabriel Rovayo, director General en ESAI Business School, Universidad Espíritu Santo, y presidente en Codefe Partner EFQM-Bruselas.
Ecuador es un país en el que la mayoría de las empresas son pequeñas y medianas. El nuestro es un país emprendedor. La mala noticia es que más de la mitad de los negocios que se abren, terminan fracasando antes de los cinco años de vida.
Por eso es indispensable que una de las prioridades más importantes de los emprendedores, sea el de analizar y estar atento a las señales de una posible crisis a la vista.
Aquí, algunas alertas que pueden orientar al emprendedor para evitar que una crisis se presente inadvertidamente.
Más gastos que ingresos
Esta es una señal clarísima de que el negocio está atravesando por una situación difícil. ¡Hora de revisar los números! La misión es encontrar el motivo por el cual se está gastando más. Al detectarlo, debe hacerse inmediatamente una reducción de estos rubros, muchas veces no tan necesarios para la empresa.
Períodos prolongados sin ventas
El empresario presta bastante atención al volumen de ventas porque considera que es el motor de las ganancias. Habitualmente es así. Cuando las ventas crecen, es porque el negocio está creciendo y es una muestra del esfuerzo que se realiza para atraer más clientes a la empresa. Si las ventas crecen, es porque el cliente está satisfecho con nuestros productos o nuestros servicios.
A veces se vende más, a veces, menos, es verdad. Sobre todo con aquellos productos no indispensables o suntuosos. Lo que no está bien es que los períodos de ventas bajas se presenten en tiempos en los que regularmente se vende bien. Si estos períodos se extienden más allá de dos o tres meses, ¡es hora de actuar!
Insatisfacción de los clientes
El deterioro de la atención al cliente puede indicar problemas en el futuro. Luego no nos extrañemos si se van a la competencia.
Falta de liquidez
Muchas empresas experimentan escasez de efectivo ocasional. Esto no es necesariamente un indicador de quiebra inminente, pero les aseguro que los problemas en el flujo de caja no llevan a nada bueno, sobre todo si los déficits se vuelven algo habitual. Las empresas nacen y mueren por la caja.
Mal clima laboral
Parecería que no tiene mucho que ver con el cierre de empresas, pero sí. Cuando el clima laboral del negocio es negativo y se atraviesan conflictos puede ocasionar perder la productividad acostumbrada, una mala atención a los clientes, ausencia de empleados o perder a tu personal más calificado. Hay que buscar la fuente del conflicto y solucionarlo.
Cuando se observan negatividad, quejas, falta de motivación y otros problemas de comportamiento entre el personal de la empresa, estamos ante una muestra clara de que las cosas no siguen el camino que deberían. Retenga el talento y haga sentir a sus empleados que son imprescindibles.
Demasiadas deudas
El crédito es una fuente confiable para conseguir los recursos para fomentar el crecimiento de la empresa. Pero si se descontrola, si hay demasiados acreedores y no se puede pagar será una señal de alarma ineludible. Una de las alternativas es negociar y hacer un plan de pagos coherente.
Mirar hacia adelante
Ante esta situación de crisis, una empresa se debe cuestionar todos los planteamientos de negocio y así, buscar nuevas vías de negocio para el futuro. En este punto es donde una auditoría de gestión es necesaria y ayudaría a echar luz sobre cuestiones clave para su empresa.
Algo que todo emprendedor debe hacer con su empresa es analizar si se están realizando ciertas prácticas contables que disimulan una situación que podría considerarse más grave, como la mala gestión del stock, el registro de trabajos en curso inexistentes, las operaciones vinculadas a un precio distinto del de mercado, o aquellas sin regularizar con las cuentas de socios y administradores.
Una vez que la crisis ha sido detectada y se han tomado los correctivos necesarios, Cuando el umbral de la crisis ha pasado y el negocio está volviendo a la normalidad, es importante saber cuáles han sido los aprendizajes que esta nos dejó. Con el ánimo de superar el trauma que ha ocurrido, retomar el ritmo típico de negocio y procurar que no vuelva a suceder. Más vale prevenir, que lamentar.