La pandemia de COVID-19 desató una vertiginosa carrera mundial para desarrollar posibles vacunas contra el virus SARS-CoV2. ¿Cómo participa América Latina?
Con más de 6 millones de los más de 13 millones de contagiados en el mundo, el continente americano, que ya se convirtió en el más afectado por la pandemia, registró la semana pasada el 60% de los nuevos contagios y el 64% de las muertes ocasionadas por el virus en todo el globo, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Brasil (con casi dos millones), Perú (330.123), Chile (319.493) y México (304.435) se hallan entre los diez países con más contagios registrados en el mundo. En los siguientes 20 puestos se encuentran también Colombia (154.277), Argentina (103.265) y Ecuador (68.459).
Con más de 146.000 fallecidos por COVID-19, de los más de 574.000 que registra el mundo, América Latina ya sobrepasó a América del Norte, donde EE. UU. cuenta 135.984 y Canadá 8.836 muertes, según confirmó la OPS.
Sobre todo Brasil (72.833) y México (35.491), además de Perú (12.054), Chile (7.069), Colombia (5.787) y Ecuador (5.063), han colocado a la región como la segunda con más muertes en el mundo, solamente por detrás de Europa, con unas 200.000 registradas hasta la fecha. Así que no es sino lógico que los científicos latinoamericanos intenten sumarse a la carrera mundial contrarreloj en busca de una vacuna.
Argentina, Brasil y México buscan y prueban vacunas
La compañía biotecnológica alemana BioNTech, en asociación con la estadounidense Pfizer y la china Fosun Pharma, eligieron a Argentina para llevar a cabo una de las fases de prueba de su posible vacuna. El país fue seleccionado por la experiencia científica y capacidades operativas locales -especialmente en lo que respecta a la realización de estudios clínicos-, así como por la epidemiología de la enfermedad en Argentina, según informaron en un comunicado.
El ensayo clínico de la vacuna experimental BNT162b1 de BioNTech, que por ahora se ha probado en apenas 45 sujetos, deberá involucrar en la siguiente fase a hasta 30.000 pacientes. Las pruebas, siempre que obtengan la aprobación de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), podrían comenzar entre este mes de julio y agosto.
Su implementación estará a cargo de la Fundación Infant, que investiga enfermedades respiratorias y está dirigida por el infectólogo Fernando Polack, formado en la prestigiosa Johns Hopkins School of Medicine estadounidense. La aspiración de las farmaceúticas: distribuir centenares de millones de dosis antes de fin de año.
Pero esta es solo una de las 23 candidatas a vacunas en evaluación clínica (con seres humanos) y 140 en evaluación preclínica (con cultivos de tejidos o de células, y pruebas en animales) registradas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Un tercio del primer grupo se lleva a cabo en China, donde brotó el SARS-CoV2 y ya se investigaban vacunas contra coronavirus anteriores. La mayoría está en fase 1, evaluando la seguridad, o en fase 2, explorando la eficacia. De las dos más avanzadas, ya en fase 3, que evalúa la eficacia a mayor escala, una es británica (Universidad de Oxford y AstraZeneca) y la otra china (Sinovac). Ambas se probarán próximanente en Brasil, en cooperación con el Centro de Referencia Inmunobiológico de la Universidad Federal de Sao Paulo y el instituto brasileño de investigación Butantan, respectivamente.
Entre los estudios preclínicos, destacan otros proyectos brasileños, uno de la Universidad de Sao Paulo y otro de la Fundación Oswaldo Cruz y el Instituto Butantan. Además de una candidata argentina, la del Instituto de Investigaciones Biotecnológicas de la Universidad de San Martín y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
“Aunque a los dos meses [de] que surgió el virus ya había vacunas candidatas, todos los países desarrollados o medianamente desarrollados comenzaron con proyectos propios; por un lado, porque no se sabe cuál va a funcionar, pero además porque la distribución puede ser un problema si uno solo es el que la produce”, dijo a la agencia local Télam la coordinadora de este proyecto, Julia Cassataro.
El grupo de Inmunología, enfermedades infecciosas y desarrollo de vacunas que lidera Cassataro, recibió financiamiento de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, y ya venía probando sustancias coadyuvantes, que potencian la respuesta del organismo a diferentes vacunas orales e inyectables.
Según la prensa local, estos científicos argentinos trabajan a partir de las cepas que hoy circulan en Argentina, pero no han identificado mutaciones significativas que obstaculicen la efectividad de una eventual vacuna extranjera. Consultada por DW, Cassataro explicó que el grupo ha dejado de conceder entrevistas a los medios para concentrarse en la investigación.
Además, la prensa argentina reporta sobre otro proyecto de vacuna en el que trabajan investigadores de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral (FBCB-UNL), el CONICET y las empresas Cellargen Biotech SRL y Biotecnofe SA., aunque este no aparece registrado por la OMS.
Lo mismo sucede con una candidata que se desarrolla en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que de acuerdo con la revista National Geografic se halla en primera fase de evaluación en modelo animal. Y se basa en avances que los expertos habían desarrollado enfocados en otros virus, según ha explicado a una plataforma universitaria la investigadora del Instituto de Biotecnología (IBt) Laura Alicia Palomares Aguilera, también a tope de trabajo al ser consultada por DW.
“Subsidiada, con precios accesibles”
Para el médico dominicano Marcos Espinal, director del departamento de Enfermedades Transmisibles de la OPS, las altas tasas de desigualdad, las debilidades de los sistemas sanitarios y la fuerte presencia de una economía informal, que ha influido en la reapertura temprana de la actividad económica en algunos países, han sido claves para llevar a América Latina al panorama con que hoy la enfrenta la pandemia.
Así que, mientras se halla y distribuye una vacuna, la organización regional pide continuar aplicando las medidas de mitigación, seguridad sanitaria y educación de la población para frenar su avance.
Por su parte, y aunque no cuenta con se disponga de vacunas o medicamentos efectivos en los próximos meses, una vez que estos estén disponibles, la OPS insiste en la necesidad de garantizar el acceso equitativo a ellos. Por eso, “se está coordinando con otros socios” para la compra de una hipotética vacuna y su distribución subsidiada, a precios accesibles para los países más vulnerables, sin importar su nivel de ingresos, ha dicho su directora Carissa Etienne. A la iniciativa, informó la organización sin más detalles, se han sumado al menos 30 países.