Un estudio detectó que una larga jornada sin detenerse no mejora el rendimiento.
ElObservador.com.uy. ¿Es de los que suele trabajar ocho horas sin pararse del escritorio? ¿Apenas se levanta de la silla para almorzar? Entonces, la regla del 52-17 puede ser para ti.
Un estudio elaborado por la organización Draugiem Group (Latvia) detectó que una larga jornada sin detenerse no mejora el rendimiento. Lo importante, según los resultados de la investigación publicados por BBC Mundo, es cómo se divide el tiempo de trabajo.
Quienes defienden las pausas programadas insisten en que el cerebro humano no está preparado para estar concentrado en la misma tarea por varias horas seguidas. La conclusión fue que aquellas personas que hacen pausas programadas durante su rutina demostraron ser más productivas que quienes trabajan más horas sin parar.
El estudio propone seguir la regla del 52-17, que básicamente significa trabajar con máxima dedicación 52 minutos y descansar 17. Para llegar a esta regla el estudio utilizó su aplicación de tracking, DeskTime para dar seguimiento a sus trabajadores.
Quienes defienden las pausas programadas insisten en que el cerebro humanono está preparado para estar concentrado en la misma tarea por varias horas seguidas.
Y desde un punto de vista médico, no es bueno estar muchas horas sentado en una silla. El horario flexible ha mostrado un impacto positivo en la vista, la espalda, la circulación sanguínea y los niveles de estrés.
El director ejecutivo de Draugiem Group, Artis Rozentals, aconsejó que cada trabajador vea cuál es su rendimiento diario y analice cómo usa su tiempo, considerando que los períodos de concentración de las personas son distintos, al igual que las exigencias laborales. Esto quiere decir que puede ser que no le funcione el 52-17, pero puede crear su propia regla.
Técnica del tomate
La idea de hacer pausas laborales la han recomendado varios estudios psicológicos e incluso un consultor italiano, Francesco Cirillo, quien ha propuesto la idea de trabajar 25 minutos y descansar cinco.
Lo llamó la "técnica del tomate" porque utilizaba un reloj de los utilizados en cocinas para hacer las recetas, que tenía forma de tomate.
Pero en muchas profesiones esta técnica no puede seguirse a rajatabla. Por ejemplo, un cirujano no va a detener sus operaciones, ni un piloto va a parar un avión; lo mismo que un abogado o un vendedor, no le pueden decir a un cliente que no lo atenderán porque están en sus "minutos del tomate".
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