En esta versión del ranking, el tercero en que se incluye la medición de Inclusión y Diversidad, las universidades chilenas aumentan la equidad en lo socioeconómico, y las herramientas y la infraestructura para alumnos con discapacidad. Pero el acceso de las mujeres a altos mandos se estanca y, en algunos casos, su participación disminuye, agregando peso a la teoría del techo de cristal en el plano académico.
17 de abril de 2018, la Universidad Austral de Chile es tomada por sus alumnas. Desde ese momento, la ola de estudiantes demandando una “educación no sexista” se convierte en tsunami en el país sudamericano, lo que crea el mayor movimiento de género chileno del siglo, manifestado por “la toma” (ocupación forzosa de las instalaciones) de más de 20 instituciones de educación superior del país.
Pese al rezago sistémico que critican las estudiantes, las universidades chilenas han desarrollado políticas de diversidad, no solo en el aspecto de género, sino también para la integración de distintas comunidades minoritarias. Y este esfuerzo se ha medido en el Ranking de las Mejores Universidades de Chile desde que se implementó la dimensión de Inclusión y Diversidad, en 2016. La Universidad de Chile (UCh), que siempre mantuvo el liderazgo en el módulo, nuevamente encabeza la dimensión. No solo destaca su puntaje en equidad en la distribución de origen escolar de sus alumnos (85,5, según el índice de AméricaEconomía), sino también porque su índice de paridad de género es más alto en comparación a las otras universidades del ranking.
Por ejemplo, las mujeres ocupan el 24,5% de los cargos directivos (rectores, vicerrectores y decanos) y el 35,8% del claustro total. Además, la proporción de mujeres directores de programas académicos ha aumentado de 31,4% a 34%, entre 2016 y 2018. “En principio, la inclusión era solo visto como un fenómeno socioeconómico, pero hay otras comunidades que deben ser parte de la UCh de una forma institucional”, reconoce Juan Cortés, el vicerrector de Asuntos Estudiantiles y Comunitarios de esta casa de estudios. De esta manera, la UCh creó la Dirección de Igualdad de Género en 2014, para estudiar y generar proyectos en el ámbito estudiantil, académico y administrativo.
En La dirección tiene una vinculación directa con la rectoría, lo que le permite incidir con autoridad y legitimidad en la organización de forma transversal. Generó protocolos ante el acoso y el abuso sexual, y prácticas para homologar la cantidad de mujeres y hombres en facultades masculinizadas, como la incorporación de cuotas para el ingreso de alumnas en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas. A pesar de ello, la paridad en los cargos directivos de la UCh es solo alta cuando se compara con las otras universidades del país. El promedio de las 34 universidades en este indicador ha quedado estancado en 20,1% durante los últimos tres años, mientras que la proporción de profesoras ha subido de 32,6% a 34,5%.
“En gran medida, la carrera académica se gesta cuando se es profesor asistente, (lo que coincide) entre los 35 y 45 años, el momento de la maternidad de muchas mujeres. Entonces, claramente debe haber elementos correctores para entregar una igualdad de oportunidades efectiva”, advierte Cortés.
“Las mujeres no están en condiciones de equidad, no solamente por el embarazo, porque existen mujeres que pasan las mismas dificultades, tengan hijos o no”, resalta Catalina García, directora de Inclusión UC. “Debemos trabajar para que las diferencias entre personas se vuelvan razonables y crear un ambiente equitativo”, plantea.
Pero para el rector Rubén Covarrubias, de la Universidad Mayor, no es necesario una política enfocada al género. La casa de estudios -que pasa del quinto al tercer lugar en Inclusión y Diversidad- no tienen una dirección asociado al tema, pero las mujeres ocupan el 25% de los cargos directivos y son el 60,7% de los docentes con jornada completa.
“La inclusión femenina no se ha logrado por una discriminación positiva, sino que ha sido un proceso natural de nuestra organización, que permanentemente busca e incluye talentos del mundo académico y administrativo, de forma independiente del género”, arguye Covarrubias. Otro indicador de Inclusión y Diversidad es la capacidad de las universidades de entregar infraestructura y herramientas para la integración de alumnos con discapacidad. Justamente este fue el ítem que permitió a la Universidad Austral (UACh) conservar el segundo lugar de la dimensión y acortar su distancia con la Universidad de Chile, de 4,2 a 0,9 puntos.
El logro se debe a la formalización del Programa UACh Inclusiva, que tiene por objeto el ingreso, permanencia y egreso de estudiantes con discapacidad. Su más reciente logro fue crear una cuota exclusiva para estos alumnos en la admisión 2019, ya que hasta ahora competían en el proceso de ingreso especial con deportistas destacados y migrantes. Este trabajo de integración podría ser más complejo al hacer un zoom sobre algunos casos personales, flexibilidad que incluye la reeducación del docente y la adecuación del currículo a las necesidades del alumno. “Por ejemplo, para una alumna con discapacidad visual, hemos hecho un trabajo muy fuerte con el director de carrera y profesores; compramos impresoras braille, computadores con audio y una máquina de termo relieve”, enumera Karina Riquelme, la coordinadora del programa.
Gratuidad
Al top 10 de la dimensión se agregan tres nuevas universidades, principalmente por el indicador de integración socioeconómica. Estas son: Universidad Católica del Maule (UCM), Pontificia Universidad de Valparaíso (PUCV) y Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM), que ocupan los puestos 4°, 5° y 8° del ítem, respectivamente. Entre estas casas de estudio, la UCM tiene el mayor porcentaje de alumnos de origen de escuelas municipales (40%). Según su rector, Diego Durán, esto se debe a la larga tradición de la universidad de vinculación con las zonas rurales y vulnerables, al abarcar el 60% de liceos PACE (Programa de Acompañamiento y Acceso Efectivo a la Educación Superior) de la región y por ofrecer alrededor de once becas propias.
“La gratuidad ha creado una oportunidad a los nuevos estudiantes, pero también nos demanda un esfuerzo mayor para atender más alumnos y acompañarlos en lo social, económico y académico hasta su graduación”, añade Durán. En la misma línea, la PUC también subió desde el décimo puesto hasta el séptimo en la dimensión, gracias a los esfuerzos en la integración socioeconómica y su constancia en el indicador de apoyo económico a sus estudiantes (entregó becas de un promedio de CL$851.788 por estudiante benefi ciado, en 2018). Su evolución fue consecuencia de una decisión institucional de la rectoría, crear la Coordinación de Diversidad UC, en 2014, enfocada en tres líneas de acción: vínculo y acceso a la equidad, acompañamiento académico y nivelación para su permanencia en la carrera hasta la graduación, y monitoreo y estudio para levantar datos y crear alertas tempranas.
Cuentas claras
A raíz de los hechos ocurridos en la Universidad del Mar, en ARCIS e Iberoamericana, universidades que se vieron obligadas a cerrar o están en proceso de cierre, AméricaEconomía Intelligence añadió la variable de salud fi nanciera en la dimensión de Infraestructura, agregándose a la defi nición de la calidad institucional. Al fin y al cabo, la naturaleza de una institución de educación superior es empresarial, con ingresos y costos, y con el deber de usar los recursos de manera óptima para garantizar el desarrollo profesional de los alumnos y cumplir con los compromisos administrativos, laborales y financieros.
De esta manera, el ranking 2018 estrena el nuevo indicador de Eficiencia, que se mide a partir del Retorno Sobre Activos (ROA) de las universidades, que registra la capacidad de sus bienes para generar beneficios. Una universidad es considerada eficiente cuando tiene un ROA mayor a cero; e ineficiente si la cifra es negativa. El indicador también mide la capacidad de la universidad de mejorar su estatus financiero en los últimos cuatro años. Es decir, no se premia a aquellas universidades que ganen más plata, sino a los que no pierden. Las universidades con mayor rendimiento sobre activos son la Universidad Andrés Bello, la institución con más estudiantes del ranking, y la PUCV, que su ROA da un gran salto en 2018, debido a la venta del 90% de su participación de UCVTV. Ambas universidades suben tres y un puesto, respectivamente, en el ranking general, favorecidos por este nuevo indicador.
El statu quo y la batalla de los menores Por cuarto año consecutivo, la UCh mantiene el primer lugar en el Ranking de las Mejores Universidades de Chile, con una diferencia muy estrecha con la PUC, que ocupa nuevamente el segundo lugar. Constante con lo anterior, las posiciones del top 10 tampoco cambian. La pequeña brecha entre la U. Católica de Valparaíso (4°) y la U. de Santiago (5°) se mantiene, debido al aumento sostenido en el índice de Internacionalización del primero, a través de la inclusión de más profesores y estudiantes de intercambio, y mejoras en la calidad de sus convenios. El tramo bajo el top 10 continúa siendo el más competitivo y donde se observan los esfuerzos de aquellas universidades que buscan ser las mejores. Por ejemplo, la Universidad de la Frontera recupera el 11° lugar que ocupó en 2016, acercándose a la Universidad Diego Portales (10°), por la mejora de sus indicadores en Calidad Docente y Vida Universitaria, al cuadruplicar su terreno dedicado a actividades deportivas, de 8.460 m2 a 35.493 m2.
Luego se encuentran la Universidad Adolfo Ibáñez (14°) y la Universidad Católica del Norte (15°), que pierden dos y cuatro puestos, respectivamente. La primera, a pesar de las alzas en investigación (33% más en papers ISI), no alcanzó a compensar la caída en sus puntajes en Internacionalización, al disminuir la cantidad de estudiantes de intercambio en 54%, entre 2017 y 2018, y en la calidad de los convenios en profesores de intercambio. Y la Universidad Católica del Norte pierde puntajes en Calidad Docente, Calidad de Alumnos e Investigación, al no alcanzar el ritmo de las demás universidades del ranking.
Huelga decir que, por la inclusión de la variable de Eficiencia, hubo cambios en las ponderaciones de algunas dimensiones: Inclusión y Diversidad e Infraestructura y Eficiencia, aumentan sus ponderaciones a 8% cada una, en desmedro de Acreditación, que pasa de 10% a 5%. La disminución del peso de esta dimensión corresponde al reajuste que se producirá en la dimensión, debido a la nueva Ley de Acreditaciones.
El área chica
Gran parte de los movimientos en el ranking de carreras se explican por el impacto de la nueva Ley sobre Educación Superior, vigente desde mayo de 2018. El fallo ha suspendido las acreditaciones voluntarias hasta diciembre de 2024, lo que significó que las casas de estudios tuvieron que adelantar su proceso de acreditación de carreras para el presente período, antes del 29 de mayo de 2018. Esto produjo un frenesí de reacreditaciones.
Por ejemplo, las universidades que contaban con acreditaciones válidas extendieron en un año más su condición. Pero este cambio también congeló la situación de otras universidades que, al no alcanzar a culminar el proceso, quedaron “no acreditables” y mantendrán esa condición por un buen tiempo. Es por este motivo que el ajuste hecho a la dimensión Acreditación del ranking general se traspasará al ranking de carreras en sus siguientes versiones.
Sin embargo, también hay buenas noticias. Si el año pasado la incorporación de Ingeniería Civil Eléctrica/Electrónica al ranking de carreras rompió el duopolio PUC-UCH, al erigir a la UTFSM como dominadora, la gran novedad de este año es la irrupción de la Universidad de Concepción como la Top 1 en Enfermería. La casa de estudios penquista presentó sus credenciales en 2016 al adueñarse del tercer lugar en la medición de AméricaEconomía, se superó en 2017 al obtener la segunda plaza y, en este 2018, es coronada en el primer lugar a través de sus excepcionales rendimientos en Investigación y Calidad Docente.
Así hacemos el ranking Universidades 2018
*AméricaEconomía Intelligence
El ranking general y los rankings por carrera incluyen a todas aquellas universidades que pertenecen al sistema universitario chileno, y que además hayan respondido a un cuestionario ad-hoc suministrado por el equipo investigador de AméricaEconomía. Los datos provienen tanto de entidades estatales pertinentes (CNED, DEMRE, CONICYT, SIES / Mi Futuro y Consejo Nacional de Acreditación), como de las propias universidades participantes y corresponden, según el caso, a los años 2018 y 2017, buscando el dato más actual.
Para cada indicador y dimensiones, se asigna un valor máximo de 100 a la mejor universidad y para el resto de las universidades el indicador se calcula como un puntaje proporcional de ese valor máximo.
El ranking general mide:
1. Calidad docente (25%): Evalúa el claustro conforme las proporciones que se establecen según el tipo de jornada cronológica (completa, media y por hora) y los grados académicos alcanzados (doctorado, magíster, licenciados y especialidades médicas y de la salud), además de la correlación entre la jornada completa equivalente (más de 39 horas) y la cantidad de estudiantes de pregrado. Del mismo modo, contempla los esfuerzos de las universidades por proporcionar herramientas de desarrollo docente para sus académicos.
2. Calidad de alumnos (24%): Considera los puntajes de la PSU (promedio matemática y lenguaje) premiando la mayor proporción de alumnos matriculados en los tramos más altos, los puntajes promedio de NEM y ranking de notas, para el último año vigente.
3. Investigación (15%): Evalúa la producción bruta tetranual y la productividad del profesorado full time de papers indexados en las bases ISI y Scielo. Además mide la obtención de fondos concursables, según cantidad y monto, y considera una variable relacionada al impacto de la investigación, a través del ranking internacional de investigación de SCIMAGO.
4. Acreditación (5%): Evalúa la cantidad de áreas acreditadas y los años de acreditación otorgados por el Consejo Nacional de Acreditación.
5. Infraestructura y eficiencia financiera (8%): En la variable Infraestructura mide las tasas de metros cuadrados construidos, salas de clases, bibliotecas, laboratorios y talleres, factorizados por alumnos matriculados. En la variable Efi ciencia fi nanciera, observa el ROA (Retorno sobre activos) de los últimos 4 años, premiando a las universidades que no tuvieron pérdidas en el año y aquellas que se mantienen estables financieramente de un año a otro.
6. Internacionalización (5%): Mide los convenios internacionales de intercambio de alumnos y profesores, los niveles de uso de dichos convenios y los aportes en becas y apoyos para alumnos de intercambio.
7. Inclusión y diversidad (8%): Observa los montos promedio de becas propias de la universidad por alumno matriculado de primer año, la distribución de alumnos de primer año según el tipo de establecimiento de educación secundaria de procedencia (municipalizados, subvencionados y privados) y su nivel socioeconómico, la disposición de infraestructura para personas con discapacidad física y visual, la proporción de mujeres en el plantel, privilegiando los más altos cargos y la existencia de programas remediales o propedéuticos, y PACE.
8. Vinculación comunidad (5%): Evalúa la existencia de entidades de extensión como teatros, orquestas, ballets o radios, la apertura de las bibliotecas universitarias a la comunidad, la prestación de servicios de asesoría a entidades públicas y multilaterales, el apoyo a actividades de desarrollo comunitario, las actividades de voluntariado, el gasto en extensión y la elaboración de estudios con impacto social.
9. Vida universitaria (5%): Mide la existencia de federaciones de estudiantes y centros de alumnos por carrera, el apoyo fi nanciero por parte de la universidad a aquellas, la cantidad de áreas verdes y de canchas deportivas, el número de ramas deportivas y artísticas/culturales que dispone la institución.
Los rankings por carrera califican a las diez primeras universidades que las imparten, considerando la sede con más alumnos inscritos y con matrícula de primer año vigente, conforme las siguientes dimensiones de análisis:
1. Calidad docente (15%): Evalúa las cantidades totales de profesores con PhD, magíster y licenciatura, premiando los más altos grados académicos alcanzados. Además, en el caso de las carreras del área de la salud, se evalúa las especialidades y subespecialidades médicas. Y en el caso de los profesores full time que distribuyen su tiempo en más de una carrera de la misma unidad académica o facultad, el puntaje es prorrateado en aquellas carreras.
2. Calidad de alumnos (15%): Mide los puntajes PSU (promedio lenguaje y matemáticas) de acuerdo al primer seleccionado, el promedio y el último seleccionado. Además se mide los puntajes del ranking de notas y NEM, de acuerdo al puntaje máximo, el promedio y el puntaje mínimo.
3. Acreditación (10%): Evalúa la existencia de la acreditación nacional y los años por las que fue acreditada.
4. Oferta de posgrado (10%): Observa la cantidad de programas de doctorado y de magíster asociados a la carrera de pregrado. Además, en el caso de las carreras del área de la salud, se evalúa las especialidades y subespecialidades médicas.
5. Precio/Calidad (5%): Evalúa los precios de los aranceles y matrículas, ajustados al número de alumnos y en relación a la calidad académica de los docentes.
6. Investigación (10%): Mide la producción bruta tetranual de papers ISI producidos por investigadores afi liados a la carrera, y el factor de impacto promedio de las 10 mejores publicaciones realizadas por un profesor asociado a la carrera.
7. Empleabilidad (15%): Considera el porcentaje de alumnos que consiguen trabajo al primer año de egreso. En caso de vacío de datos, se emplea un mínimo ajustado a los resultados del resto de universidades.
8. Prestigio (20%): Evalúa los grados de reconocimiento de las carreras, conforme una encuesta aplicada a la base de lectores chilenos de AméricaEconomía y a profesores universitarios full time de las carreras medidas.