Esta es la conclusión de un estudio realizado por un equipo internacional de científicos, con participación española, que ha identificado esta capacidad regenerativa en roedores. Los resultados plantean nuevas vías para un tratamiento en pacientes humanos.
Las lesiones de médula espinal en la columna vertebral a menudo resultan en insuficiencias permanentes de movimiento y sensibilidad porque deterioran los nervios que controlan estos estímulos. Además, estos tienen dificultad para regenerarse.
Sin embargo, un equipo internacional de investigadores, liderado por Thomas Hutson del Imperial College London (Reino Unido) y con participación española del Instituto de Neurociencias de Alicante, ha observado por primera vez en ratones cómo la actividad física favorece la capacidad de regeneración de los nervios dañados por una lesión de médula espinal.
El estudio publicado en la revista Science Translational Medicine comprueba que el sistema nervioso se beneficia de un estilo de vida activo. Este trabajo explica por qué las personas que realizan actividad física con regularidad se recuperan en mayor medida, después de una lesión medular, que aquellas con una vida menos activa.
Enriquecimiento ambiental
Las lesiones medulares de la columna vertebral son difíciles de tratar, ya que aunque el hueso y el músculo dañados pueden curarse, la regeneración de las fibras nerviosas dañadas del interior (axones neuronales) continúa siendo un reto clave.
El equipo de investigadores descubrió que al proporcionar un espacio de mayor tamaño y con más juguetes y ruedas –denominado enriquecimiento ambiental por los científicos– para los roedores, estos mostraban una mayor recuperación del movimiento y de la sensibilidad tras sufrir una lesión de médula espinal.
“Descubrimos que el enriquecimiento ambiental, como alojar ratones en una jaula más grande de lo normal, con más roedores, juguetes, túneles, columpios, ruedas, etc., aumenta la actividad de las neuronas”, explica Simone Di Giovanni, investigador líder del equipo del Imperial College y coautor del estudio.
“Es como si las células nerviosas estuvieran siendo preparadas para la restauración gracias a la actividad física. Lo que se suma a esta recuperación mejorada”, añade.
Cuando los nervios de los animales se dañaron posteriormente, los ratones con enriquecimiento ambiental mostraban un mayor crecimiento y brotación de las fibras nerviosas en el lugar de la lesión, en comparación con los animales no beneficiarios del enriquecimiento.
Específicamente, las neuronas de estos animales regeneraron los axones sensoriales en mayor grado, por lo que fueron más sensibles a los estímulos físicos después de seis semanas.
CBP: una proteína regeneradora
Los investigadores decidieron entonces estudiar más a fondo los mecanismos celulares implicados en esta regeneración y descubrieron una molécula (CSP-TTK21) activadora de una proteína clave llamada CBP (CREB-Binding Protein), implicada en la regulación de la regeneración de los nervios en cuestión.