Francia se presenta como un caso de éxito y pudo alcanzar la creación de dos millones de empleos.
OBS Business School presentó el informe ‘La jornada laboral de 4 días’, en el que se pone de manifiesto un panorama de la idea de implementar una reducción de la jornada laboral, una idea que aparece una y otra vez en numerosos artículos, congresos y es tema de debate continuo, el cual ha tomado un auge en los últimos meses dada la compleja situación del trabajo a nivel mundial.
Perú y Colombia son países que tienen unas proyecciones de empleo complejas y, por ende, requieren de acciones que les permitan dinamizar la creación de nuevos puestos de trabajo. En Colombia, por ejemplo, para el mes de marzo, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), la tasa de desempleo se ubicó en 14,2%, cifra superior respecto al mismo mes del 2020, cuando se ubicó en 12,6%. El país espera que la reactivación económica permita que el indicador se contraiga de manera para fin de año, pero dependerá de la evolución de la pandemia.
Por su parte en Perú, el Gobierno expresó que sigue en la elaboración de la propuesta de Política Nacional de Empleo Decente, que estaría lista para julio de este año y sería un mapa de ruta para tomar acciones que permitan mejorar los índices laborales. Mientras los gobiernos buscan alternativas, aparece la de la reducción de la jornada laboral.
Al respecto, Claudio Aros, Colaborador de OBS Business School, destacó que “en estos momentos el foco está puesto en el número de horas de trabajo, pero esta discusión no deja de ser relativamente moderna, es decir, se trata de una concepción más bien capitalista. Si nos asomamos a los tiempos anteriores a la revolución industrial, observamos que no hay una ruptura radical entre el tiempo de trabajo y el de ocio. En aquellos tiempos se trabajaba conforme a los límites naturales como son la luz del sol, la época del año, la capacidad de resistencia o la costumbre. El concepto del tiempo era flexible, laxo y, sobre todo, no industrial. La relación laboral la marcaba el trabajador, como hace aún hoy el campesino propietario, y el planteamiento era cuánto tenía que trabajar para cubrir sus necesidades”.
El Colaborador de OBS Business School agregó que en la actualidad existe una encrucijada en la que todos los interlocutores buscan redefinir las relaciones laborales (y vitales), apremiados por la necesidad de hallar un nuevo equilibrio. Por una parte, los empresarios quieren seguir manteniendo el objeto de su función, pero por otra parte, los sindicatos, que han sido los que han fijado las condiciones del trabajo, ven que cada vez tienen menos fuerza por la desregularización del empleo.
El desempleo no disminuye
Uno de los principales problemas que se presentan en la sociedad actual y que la jornada laboral de cuatro días podría solucionar, es una verdadera disminución de las tasas de desempleo. El sistema capitalista, con su auto-organización, no consigue disminuir esos índices, para analizarlo, está el caso de España que en 1985 tuvo un incremento del desempleo hasta alcanzar el 21.9% y en 1990 disminuye hasta el 16.3%, para posteriormente volver a subir. En los últimos años las oscilaciones continúan, pero siempre se observa un alto porcentaje de desempleados endémicos.
En esta situación surge la idea de debatir la conveniencia de instaurar una semana laboral más corta, ya sea por ley o de otro modo, que consiga un mayor reparto del trabajo. Es decir, forzar a una especie de redistribución del tiempo para conseguir disminuir el desempleo.
“Uno de los investigadores que más ha insistido sobre la idea de reducir la jornada laboral de forma obligatoria ha sido el economista norteamericano Jeremy Rifkin. En una de sus posturas augura un futuro de decadencia en el que habrá millones de personas infraempleadas o que simplemente no tendrán trabajo dado el actual sistema que en su dinámica no consigue disminuir el desempleo, o que -incluso- necesita un cierto número de desempleados para poder funcionar. Entre 1950 y 1970 la economía capitalista creció en promedio el 5% anual y, desde entonces, no logra superar el 2.5%”, detalló sobre el informe el colaborador de OBS.
La decisión de contratar
El análisis también devela un punto de vista de la patronal, donde entre los empresarios no es fácil encontrar alguno que considere que por reducirse la jornada de trabajo vaya a crearse más empleo. Según la visión corporativa, la creación de trabajos depende del crecimiento económico, pero es necesario dotar a este factor del atractivo suficiente para que destaque frente a los otros factores de capital y tecnología. En condiciones favorables, la estructura empresarial actual solo es capaz de ofrecer trabajo a entre el 75% y el 87% de la población activa; el resto están condenados a no contar con un puesto laboral.
El experimento de Francia
En ese país, hace cerca de 20 años, el debate sobre la reducción de la jornada laboral se intensificó cuando parte de la izquierda política propuso esta medida como fórmula para la creación de empleo. No obstante, lo imprevisible ocurrió y la izquierda ganó las elecciones, lo que llevó a que la iniciativa de la reducción de la jornada se pusiera en práctica.
La medida se impuso con dos normativas conocidas como Leyes Aubry I y II del año 1999, en la que se establecía una jornada de 35 horas semanales para las empresas de 20 o más asalariados. Con esta limitación en lugar de afectar a 19,9 millones de trabajadores en Francia, solamente afectaría a 10 millones, sin embargo, el resultado fue exitoso y se crearon 2.000.000 nuevos empleos.
La idea de una reducción de la jornada laboral ha tenido buena acogida en momentos en los que se evidencia una permanente y desalentadora precariedad en el mundo del trabajo. El empleo se convierte en algo intermitente que ya no dota de sentido a la vida y, por eso, las personas buscan otras fuentes de satisfacción. El crecimiento económico ha sido insuficiente para erradicarlo: el capitalismo muestra una marcada tendencia a conservar una alta cuota de desempleo. En este contexto, la reducción del tiempo de trabajo se presenta como la gran solución para una economía fatigada. Lo que parece claro es que hace falta una evaluación madura y sólida cuyo principal objetivo sea conseguir un nuevo mercado laboral en el que todos estemos presentes.