Por Gabriel Rovayo, director general IDE Business School y presidente de Roadmak Solutions.
El ejecutivo de hoy debe ser, por concepto y convicción, una persona de visión global. Esta condición de globalidad implica ver al mundo como un todo, sin barreras, sin distinciones,
con una lógica inclusiva, que no borra las diferencias ni busca la homogeneidad sino que, por el contrario, releva la riqueza de la diversidad. Esta globalidad, a su vez, tiene un componente
clave que es la interculturalidad, entendida como el proceso de comunicación entre personas y grupos humanos de diferentes culturas, basado en el respeto, el diálogo y la búsqueda de
sinergias. Todo ejecutivo de hoy debe ser un ciudadano del mundo.
En este contexto, los ejecutivos jóvenes suelen estar muy abiertos a la opción de internacionalizar su carrera, pues crecieron y se formaron en un contexto de globalización.
Además, su condición familiar –en muchos casos solteros o con familias en formación- facilitan su movilidad y adaptabilidad a un nuevo entorno. También vivimos en un escenario de mayor oferta de mano de obra calificada, en el que muchos ejecutivos jóvenes asumen el riesgo de internacionalizar su carrera con dos fines: catalizar sus carreras o desarrollar sus competencias directivas.
Recordemos que los diferenciadores entre los candidatos a una misma posición empiezan a ser cada vez más difusos y dejan de anclarse en argumentos técnicos y privilegian las competencias directivas. Por ello, la interdisciplinariedad y la interculturalidad se vuelven requisitos mínimos indispensables de competitividad.
Sin embargo, no todo ejecutivo está preparado para dar el salto. Por todo esto, considero que quien busque relacionarse fluidamente con equipos humanos provenientes de distintas
culturas debe tener tres características clave: Conocimiento técnico del área de ejecución; Empatía y asertividad; y Capacidad de interacción a través de soportes tecnológicos.
El conocimiento técnico es fundamental, pues, para interiorizarse en una cultura ajena, hay que partir por ‘ganarse el respeto’ de los interlocutores, sean estos de igual nivel jerárquico, superiores o subordinados. Por ello, el ejecutivo debe estar consciente de que, durante sus primeras semanas en un nuevo mercado, estará expuesto a un escrutinio de sus flamantes colegas, así que de tiene que demostrar por qué se ha ganado ese puesto.
De otro lado, lo desconocido siempre genera miedo, así que el conocer los códigos y contextos de otras culturas permite superar las barreras que, en muchos casos, carecen de fundamentos y se basan en el prejuicio. Por eso, es indispensable una actitud de apertura a escuchar y entender al otro, ‘ponerse en sus zapatos’ (empatía) para conseguir comunicación efectiva (asertividad).
Esto implica un interesante ejercicio de humildad que parte por aceptar las diferencias como un aporte, no como una distancia, y que implica comprender que las formas propias de ser o de hacer no necesariamente son estándares universales. Solo con
conocimiento y apertura se puede interactuar en un marco de respeto. Lo importante es tener claro que, en ningún caso caben los juicios de valor; sino recordar que un mensaje eficiente es
aquel que está adecuado, de manera asertiva, al interlocutor, sin que esto, de ninguna manera, lesione ni limite el ejercicio de la propia identidad.
Finalmente, las tecnologías de información y comunicación (TIC) son las plataformas que permiten un acceso inmediato a una diversidad de contextos que, hasta hace pocos años, nos
eran ajenos. Esto facilita mantener los vínculos con la familia y seres queridos que viven en otros países y ayuda a coordinar personas que operan en distintas regiones.
Eso sí, siempre habrá complicaciones derivadas de la comunicación, tanto del idioma como de formalidades y protocolos. En cuanto al lenguaje, hay una suerte de acuerdo tácito de que el inglés es el idioma universal de comunicación.
El idioma es una factor que pierde relevancia como elemento de decisión, sobre todo, para ejecutivos jóvenes. Dentro de
Latinoamérica, Chile, Brasil y México son destinos interesantes por el tamaño del mercado y su grado de desarrollo mas no por el idioma. Sin embargo, EE.UU. sigue siendo el destino
predilecto por los desafíos, la visibilidad y comodidad que ofrece un mercado tan desarrollado; mientras que, cada vez, hay más gente que prefiere apostarle a Asia, donde –aunque hay más dificultades de adaptación- los ejecutivos jóvenes también encuentran oportunidades de rápido crecimiento y desarrollo profesional.