Por Estefanía Campaniello y Eduardo Fracchia, ambos del IAE Business School.
El índice del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) permite analizar el grado de competitividad de una nación. El aspecto más importante del mismo que se ha hecho público el 6
de septiembre es que provee una radiografía completa en materia de competitividad, identificando debilidades y fortalezas, y sugiriendo recomendaciones de política para corregir las carencias existentes.
El estudio define a la competitividad como el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país determinado.
La lista de países está encabezada por Suiza, como es frecuente en los últimos años, seguida por Singapur y Finlandia. Está ordenada de acuerdo con el índice construido con base a 12 pilares que concentran información cualitativa y cuantitativa de cada país. El cruce de variables (instituciones, infraestructura, salud y educación, eficiencia en los mercados, adopción de tecnología e innovación) supuso un retroceso de Argentina, que pasó del puesto 85 al puesto 94 en el corriente año.
Desde un punto de vista comparativo, la competitividad regional es liderada por Chile, con el puesto 33 (31 en el 2011), seguida por Brasil con la posición 48 (53 en el 2011) y México, con el puesto 53 (58 en el 2011).
Las posiciones peores, de entre 144 economías, fueron para Guinea con el puesto 141, Haití, 142 (en el 2011, 141), Sierra Leona con el anteúltimo puesto y Burundi con la posición más baja.
Profundizando en la posición de Argentina, nuestro país ha retrocedido en la medición de cada uno de los pilares del indicador. Le fue muy mal en la dimensión de eficiencia en el mercado de bienes, donde obtuvo la posición 140. En efecto, sólo Algeria, Chad, Haití y Venezuela presentan mercados más distorsionados que los locales. Subsidios muy extendidos, controles de precios, presiones explícitas e implícitas, tributos distorsivos (como ingresos brutos o el impuesto al cheque), retenciones, trabas al comercio exterior explican esta calificación. A ello debe agregársele, además, la poca efectividad de las regulaciones anti monopólicas y las dificultades que supone comenzar un negocio.
Otro aspecto de mal desempeño es el de instituciones. Argentina quedó 138 en esta dimensión, tras obtener muy malos resultados en todos los factores considerados. Así, por ejemplo, el índice señala que sólo los políticos venezolanos tienen una peor imagen frente a la sociedad que los locales, obteniendo Venezuela la peor posición en esta medición.
Asimismo quedan en evidencia la vulnerabilidad de los derechos de propiedad (135), el favoritismo en las decisiones del gobierno (143) y la confianza en los políticos (143). En este sentido, son señalados la inflación, la inestabilidad política, la corrupción y las regulaciones a la moneda extranjera como los hechos más problemáticos para hacer negocios en la Argentina.
No mucho mejor es el grado de eficiencia en el mercado laboral, donde se alcanzó el puesto 140.
Se destacan las rigideces en la determinación de los salarios (141), la nula cooperación entre empleados y empresarios (135), las dificultades para contratar y despedir personal (139) y la baja relación entre salarios y productividad (138). También en esta dimensión coexisten los problemas estructurales del país con el aporte de elementos coyunturales por parte de las administraciones recientes, en un contexto de conflictividad entre los distintos sindicatos y el gobierno.
Unos peldaños por encima se halla la calificación en el rubro de sofisticación en el mercado financiero (131). El sistema bancario argentino, por ejemplo, no supera el 30% del PIB en profundidad, por lo que nuestro país nunca ha sido muy bancarizado. No sólo el mercado financiero local es poco profundo, sino que sus dimensiones no son muy elevadas No es de extrañar entonces que las empresas tengan dificultades para acceder al financiamiento si se considera que además la incertidumbre desincentiva a los bancos a prestar a largo plazo. Según el índice la disponibilidad de servicios financieros es baja, con el puesto 129, junto con la asequibilidad de los servicios financieros (136) y el acceso a préstamos, con uno de los peores puestos, 139.
Es necesario profundizar la información recopilada por este indicador, para generar los cambios estructurales necesarios en Argentina, e implementar políticas económicas específicas que generen una mejor nota en el futuro.
En definitiva, se presenta una agenda importante de trabajo para encarar reformas de mediano y largo plazo en nuestro país.