A continuación, algunos consejos para evitar dañar su imagen ante colegas y jefe. Lo importante es dejar de lado la improvisación y la impulsividad.
Imagínese renunciando a su actual empleo, porque encontró uno mejor, que se adapta en gran medida a sus intereses. La felicidad y lo cerca que está de despedirse de la empresa, puede ocasionar que tenga deseos de dejar su cargo lo antes posible, encarar al jefe o dejar mal a algún colega. Lo recomendable es que deje de lado la impulsividad y comportamientos poco éticos.
Antes de tomar cualquier decisión que a largo plazo puede perjudicar su imagen, se recomienda evitar la improvisación y la impulsividad. Así al menos lo cree Murilo Arruda, managing director de DNA Human Capital, quien dice que “la salida de una persona de su trabajo debe ser el reflejo del final de un proceso, en el que con anterioridad se conversó su situación en la empresa, sus proyecciones, sus aspiraciones personales y profesionales, el ambiente y la cultura de trabajo antes de tomar la decisión de irse”.
Y si se tiene la decisión tomada y no es una negociación,“lo mejor es ser breve, conciso, directo, no darse muchas vueltas ni tampoco dar muchas justificaciones”, dice Lorenzo Álvarez, gerente general de Origen Consultores. Otro de los aspectos a tener en cuenta es que se dede dejar en claro que no está negociando, para evitar que el jefe intente retenerlo.
Pese a las aclaraciones, es posible que el jefe insista en retenerlo, ofreciéndole una posición. En este caso, lo recomendable es ser práctico y no aceptar propuestas de corto plazo o promesas de un cambio en el ambiente laboral. Sobre esto último, Arruda dice que se tiene que decir que no, “porque éste no va a cambiar. Sí va a cambiar su nivel de responsabilidad en la empresa y su sueldo, pero en 6 meses el trabajador va a estar enojado, decepcionado o frustrado nuevamente. Además, cabe preguntarse ¿Por qué mi jefe, si me valora tanto, no me propuso este ascenso antes? ¿Por qué esperó hacerlo ahora cuando se ve amenazado?”.
escenario también puede provocar que afloren ciertos sentimientos negativos hacia su jefe o colegas, sobre todo, cuando la persona experimentó situaciones complejas o tuvo que trabajar en un ambiente duro. Esto puede ocasionar que quien deja el empleo “aproveche para hacer reproches o reclamos que no se hicieron cuando la persona trabajaba en la organización”, explica Álvarez y añade: “Esto no se debe hacer nunca porque es un pecado mortal, tampoco se debe descalificar a otras personas, jefes o compañeros, o irse pelando”. Lo ideal en este caso es agradecer el tiempo y el aprendizaje que se obtuvo. Arruda, de DNA Human Capital, complementa que “se debe tomar en cuenta que si bien un trabajador terminó un ciclo, más adelante puede volver a esa organización, por lo que no se debe dejar la puerta cerrada a futuras oportunidades”.
Cuando un jefe se va
Pero los jefes también pueden dejan la empresa, y cuando éstos incurren en faltas a la empresa, es aún peor. Para Álvarez, mientras más importante el cargo, mayor debe ser la ética, porque “a veces uno tiene información privilegiada o muy relevante, por lo que la lealtad, fidelidad y confidencialidad es la esencia de un ejecutivo”. Esto, porque es muy poco rentable a corto plazo vender o transferir información a un competidor, o irse a la competencia transfiriendo información confidencial. Sobre esto, Arruda agrega que “si la empresa considera que la persona es clave para cumplir los objetivos de la compañía, se hace una oferta para que no se vaya a la competencia. En estos casos la ética profesional es lo principal”.