Con una contundente carrera en organismos multilaterales y en el sector público costarricense, Anabel González es la carta centroamericana para dirigir durante los próximos años “la casa del comercio”.
-¿Qué viabilidad hay de reimpulsar la Ronda de Doha?
-El progreso de la Ronda de Doha ha sido muy lento, en extremo. Lamentablemente, hasta llevar a las negociaciones a un punto muerto que no pudo resolverse bajo el formato original, tal como lo reconocieron los miembros en la CM8. Aun así, el proceso que ha tenido lugar en Ginebra en los últimos meses me inspira un renovado sentimiento de optimismo –sin duda cauteloso– de que los países miembros serán capaces de producir resultados concretos en Bali.
-Diversos analistas aseveran que las perspectivas de acuerdo parecen remotas.
-La CM9 no es el fin del camino, por lo que debemos continuar buscando mejores vías para cumplir con el mandato de Doha. Esto sigue siendo de importancia crítica, y no menos en términos de legitimidad institucional. Todos le hemos apostado mucho a la ronda y hemos hecho grandes esfuerzos por ella. Hemos esperado mucho tiempo por la resolución de la agenda del Programa de Desarrollo de Doha, sobre todo como respuesta a las necesidades comerciales de los países en desarrollo y de los menos adelantados.
-¿Cuál sería la meta de su gestión si es elegida?
-En el contexto actual, los altos costos del comercio y los obstáculos relacionados con la oferta pueden dificultar la habilidad de las empresas para aprovechar las oportunidades, sembrando frustración y desencanto hacia la idea de la apertura de mercados. La OMC debe estar lista y adecuadamente equipada si pretende asumir un papel clave en desencadenar el potencial del comercio para todos. Somos la casa del comercio. Como tal, nuestra misión principal es doble: abrir mercados -mediante un efectivo monitoreo y la denuncia de irregularidades- y, a la vez, diseñar e implementar reglas para gobernar y pacificar las relaciones entre los miembros.
-La situación actual de apertura en el comercio global no es halagüeña…
-En efecto, la incertidumbre todavía arremete contra la economía mundial. Tal incertidumbre pesó en contra de los volúmenes mundiales de comercio, que el año pasado crecieron solamente 2,5%. Necesitamos un crecimiento del comercio más robusto, no solamente porque éste traerá mayor prosperidad global, sino también porque el comercio puede ayudarnos a generar más y mejores empleos.
-¿Ve motivos para el optimismo?
-Sí. Pocos períodos en la historia mundial han sido testigos de tal confluencia de cambios políticos, económicos y tecnológicos en tiempo real. Otros están transformando la geografía y la naturaleza misma de la producción y el intercambio. Entre ellos se incluyen la fragmentación global de la producción internacional, el aumento en el comercio y la inversión Sur-Sur, así como el incremento en el comercio internacional de servicios. Por supuesto, no todo ello es rosado: estas tendencias conllevan nuevas interrogantes y retos a los que deben enfrentarse los miembros de la OMC.
-¿Cómo cuáles?
-Antes que todo hay que reconocer que, al abordar los nuevos retos de hoy y pensar en la OMC del mañana, necesitamos involucrarnos en una discusión franca sobre una agenda de corto y mediano plazo. ¿Qué puntos deberían estar ahí? Varios. Por mencionar varios: la relación entre el comercio y la inversión, el cambio climático, los recursos naturales y las cadenas globales de valor no pueden ignorarse ni dejarse a otras instituciones o acuerdos.
-Son temas complejos que afectan a muchos intereses contrapuestos.
-Por supuesto. Quiero aclarar que no todas estas discusiones tienen que adoptar la forma de una negociación. No obstante, si buscamos anclar a la OMC como el eje central del sistema de comercio internacional de hoy, ello también implica exigir que ningún tema de relevancia para la economía mundial sea un tabú en la casa del comercio. Permítame ser más clara: no propongo dejar de lado la PDD en favor de discutir los nuevos temas, pero creo que los miembros deben ser capaces, al mismo tiempo, de completar las tareas de hoy sin descuidar los desafíos del mañana.
-Volviendo a la apertura comercial. Para algunos existe una situación que es una paradoja: casi todas las naciones firman gran cantidad de acuerdos de libre comercio, pero ello ha derivado en una verdadera jungla de excepciones y regulaciones.
-El hecho de que cada miembro de la OMC sea, en promedio, parte en 13 acuerdos preferenciales de comercio sin duda refleja la voluntad de los países por integrarse con el fin de promover el comercio y la inversión y de explorar todas las formas útiles de hacerlo. La desventaja se da, por otra parte, en los peligros de la discriminación inherente en estos acuerdos y en su potencial para excluir a otros.
-Se elige a uno y se “deselige” a otros.
-En gran parte es así. Y la marginalización comercial de los países, en particular de los menos adelantados, no le hace bien al sistema y puede fácilmente exacerbar las fricciones entre las naciones. En este contexto, creo que las negociaciones plurilaterales o acuerdos de masa crítica abiertos a todos los miembros, y desarrollados en el marco de la OMC, pueden y deben proporcionar medios amigables con el multilateralismo para avanzar en la agenda comercial.
-Hay opiniones que enfatizan en que la OMC se encuentra en un tránsito a cierta obsolescencia y que debería ser objeto de reformas. ¿Concuerda?
-Mi percepción es que el sistema de la OMC es robusto y que ha evolucionado progresivamente en varias áreas. Sin embargo, el mundo sigue cambiando y las instituciones, como las empresas, los trabajadores y las naciones, tienen que adaptarse a los cambios. Los miembros se enfrentan a preguntas válidas en torno a cómo adaptar la OMC de la mejor manera.
-Ahora, en términos más personales, ¿qué cree que aportaría a la organización si fuese elegida?
-Tal vez suene sentimental, pero es verdadero: a través de toda mi carrera, mi corazón siempre ha estado con la OMC y con los valores de justicia y acción colectiva que están engranados en el ADN del multilateralismo. Como provengo de un país pequeño, que ha hecho de la integración a la economía mundial un camino vital para su desarrollo, comparto con mis compatriotas la fe constante en la habilidad única del sistema multilateral de comercio de promover y sostener nuestros intereses. Costa Rica hace mucho que trabaja duro en ser un buen ciudadano internacional y yo, como ciudadana de esta gran nación, estoy dispuesta y preparada para asumir la posición de Directora General. Lo haré con independencia, pasión y responsabilidad en busca de cuidar, guiar y fortalecer esta institución para el beneficio de sus miembros y de los ciudadanos del mundo.