Menos que una guerra, lo que hay en América Latina es un momento de malabarismos de monedas.
Luego de una larga temporada en las nubes, las principales monedas latinoamericanas han tenido su recreo, con tobogán incluido, el primer semestre de 2012. La verdad, para algunos, “tobogán” es una manera gravitacional de decir “guerra de monedas”: ante el prospecto de crecimiento débil en EE.UU., ruina inminente en Europa y otoño en la economía china, los flujos de capitales comenzaron a salir de los mercados emergentes. Y no sólo en la región, el hot money casi voló desde la India (que llegó a devaluar un 17% en casi tres semanas), salió a las apuradas de Brasil e incluso China vivió un mes de flujo negativo. A algunos les ha gustado. En Brasil los industriales de São Paulo respiran con alivio, pero en Buenos Aires los exportadores argentinos tienen ataques de asma: entre la inflación interna y la devaluación de su vecino, sus márgenes se estrechan. Y, para variar o para no variar, su gobierno va a contrapelo de la tendencia y se niega a devaluar con rapidez. “Una cosa es un 22% de devaluación con un 5% de inflación, como en Brasil, a que si tienes que hacer una devaluación del 20% al 30% con una tasa inflacionaria superior al 20%”, dice Enrique Dentice, coordinador del Centro de Investigación y Medición Económica (CIME) de la Universidad de San Martín. En Argentina, la virtual prohibición de compra de dólares para los particulares ha generado el llamado “dólar blue”, un 30% más caro que el oficial. “Es el porcentaje que le dice a un agente económico que a él se le preserva su reserva de valor”. El gobierno, al parecer, no quiere convalidar una devaluación mayor al 5% a 5,5% anual. Para Dentice es una decisión dura, pero entendible: “Si se devalúa mucho ¿quién creería que es la última devaluación? Devaluar bruscamente, en Argentina, es abrir la caja de Pandora: cuando la quieras tapar no te va a quedar adentro ni la esperanza”. Y si bien el analista recuerda que, en los hechos, “se está violando el Código Civil que dice que se puede atesorar valor en lo que se quiera”, todo esto es para asegurar los dólares para pagar dos vencimientos: el del 1º de agosto (bonos reprogramados del gobierno de De la Rúa) y en diciembre el cupón del PBI. “No pagarlos sería mucho peor que lo se vive ahora”.
¿Cómo seguirá la tendencia? Para John C. Edmunds, director de Investigación del Instituto para el Estudio de Negocios Latinoamericanos en Babson College, las noticias de la muerte de la apreciación han sido muy exageradas. “Cada país está haciendo cosas vinculadas más a su propio contexto”, señala. “Algunos bancos meten a toda la región en una misma visión simplista en sus análisis de fuga hacia la calidad: que el cobre, que el hierro, que China. Sin embargo el panorama es más complicado”. Además, los mercados financieros están buscando cómo ganar rendimientos positivos y en el mundo desarrollado simplemente no los hay. “Tienen que mirar a lugares como Chile y Brasil. Y eso era algo que no estaban tomando en cuenta hasta hace poco”. No era un tobogán, sino un columpio.