Crecimiento económico y políticas sociales revierten tendencia del siglo XX.
Brasil y Sudáfrica se están convirtiendo en dos lugares en los cuales se puede envejecer feliz. Así se desprende de un trabajo realizado, dentro del Programa Nuevas Dinámicas del Envejecimiento, por el Instituto de la Pobreza Mundial Brooks de la Universidad de Manchester.
En los países en vías de desarrollo “suele asumirse que las personas serán cada vez más pobres y cada vez más infelices con su vida a medida que envejecen, pero en Brasil y en Sudáfrica está ocurriendo lo opuesto”, dice Armando Barrientos, director de investigación en el instituto antes mencionado. Él y Peter Lloyd-Sherlock, de la Universidad de East Anglia, son los autores de “Envejecimiento, Bienestar y Desarrollo: un estudio comparativo de Brasil y Sudáfrica”. Para realizarlo, encuestaron a cerca de mil hogares en ambas naciones en 2002 y, nuevamente, a los mismos, en 2008/9. Los resultados muestran que los niveles de bienestar se expandieron claramente en ambas naciones.
En la segunda medición casi todas las personas mayores de los dos países dijeron sentirse satisfechas o muy satisfechas con sus vidas.
¿Las causas de esta mejoría? “Una combinación de crecimiento económico y políticas sociales muy acertadas”. Sucede que ambas naciones poseen “políticas sociales innovadoras frente a la pobreza y la vulnerabilidad, tales como las prestaciones por hijo e incapacidad, préstamos a bajo interés para personas de edad avanzada y planes de pensiones no contributivas”.
Barrientos destaca que “muchos países en el mundo desarrollado se han estado moviendo hacia la idea de que el Estado debe proporcionar únicamente una pensión mínima”, dice. “Pero nuestra investigación sugiere que los gobiernos tal vez deban pensar más detenidamente sobre el valor social más amplio de la provisión de pensiones estatales decentes”.