Las piedras de la vesícula de las vacas no valen su peso en oro, pero apenas un gramo puede llegar a costar más del doble que una onza de plata.
No podemos conversar con ellas para que nos digan cuánto, pero seguro que las vacas lo pasan tan mal como nosotros con las piedras de la vesícula. Irónicamente, más que compasión, en Oriente estos cálculos biliares del ganado vacuno provocan felicidad. Sucede que allá son utilizados en la medicina tradicional para tratar enfermedades neurológicas y cardiovasculares. En tal hecho varias empresas colombianas han visto una oportunidad de negocios y comenzaron a exportarlas a China y Japón.
Pero no se trata de coser y cantar. No es sencillo encontrar el producto: “en un sacrificio de 3.000 reses puede salir de 500 gramos a 1 kilo”, afirma Hernando Guerra, asesor de Comercio Exterior y jefe de compras de Exportaciones Monsalve S.A.S. “Pueden ser ovaladas, piramidales o cúbicas”, agrega. Tras ser recolectadas en los llamados “mataderos”, las ponen a secar al sol, para empacarlas -posteriormente- en un envoltorio “que no tiene nada de especial”. Las sorpresas no se quedan ahí. Como toda piedra valiosa que se respete, éstas también son mineralizadas, por lo que últimamente se están utilizando en la fabricación de piezas electrónicas y en joyería. Por ahora, el mercado sólo es externo, se lamenta el ejecutivo: “aún no tenemos mercado interno. En Colombia no hemos aprendido a utilizarlas”.
Aun con estas nuevas aplicaciones, el precio del mercado ha bajado en los últimos seis meses debido a la fuerte competencia que significan países como Argentina y Uruguay, por su amplia producción y consumo de ganado vacuno en comparación a Colombia. Otra de las razones es la intermediación. Por ella, un gramo de estos cálculos se vende a US$15, que se eleva a US$25 con el envío, y puede volver a duplicar su valor. Mientras, las vacas mugen.