A veces el oficio del periodismo es exasperante. No es por la presión de las fuentes, ni por cierres macabros, hasta las tantas de la madrugada. No. Todo el peso y el cansancio pueden estar en un asunto tan simple y banal como conseguir que alguien conteste el teléfono.
Incluso puede ser una hazaña llegar a conseguir el número, tal como pasó al equipo investigador del Ránking de Ciudades 2010, cuando se quiso contactar con la Alcaldía Metropolitana de Caracas, cuyo sitio web no mostró un solo teléfono o correo electrónico con el que establecer contacto. Incluso cuando conseguimos los números el problema persistió y los teléfonos sonaron y sonaron del otro lado, sin respuesta. Hubo que buscar por otros medios, por lo que entramos a la sección “Chat con el Alcalde”, una aplicación de Messenger alojada en el sitio, donde dejamos mensaje. Respondió el encargado del sistema tecnológico del sitio apodado “Chocolate”, pero nunca nadie apropiado a quien solicitar información.
Caracas no es una excepción. Rebotes frontales, largas esperas, transferencias de llamados sin destino, cortes repentinos y recados que nunca se contestan, son la batería con que los gobiernos locales latinoamericanos suelen agobiar a cualquiera.
Persistimos en el ejercicio, con el doble propósito de establecer vínculos que nos permitieran conseguir información relevante para todas las ciudades y de estudiar las marañas burocráticas, para ponernos en el lugar de un potencial inversionista que quiere obtener información acerca de una ciudad para invertir, sin tener un contacto previo. La conclusión es clara, salvo casos contados –Montevideo, Curitiba, Guayaquil, Quito, Guadalajara y Santiago– las autoridades de las ciudades latinoamericanas nada o muy poco han hecho para transformar sus sistemas de comunicaciones en agentes proactivos para con quienes se interesan en el desarrollo económico de su ciudad.
Superada la inmensa valla de establecer el primer contacto, algo que fue imposible con la Municipalidad de Managua, pues la única entrada que ofrece su sitio web es un correo electrónico que lleva directamente al vacío, la meta fue contactar a los encargados de prensa, relaciones públicas o comunicaciones, según sea el caso, para solicitar formalmente la recolección de información relevante en los ámbitos de la gestión municipal tradicional (plazas, parques, alumbrado público, etc.), ambiental, cultura y entretenimiento, y de atracción de inversiones.
El resultado de esta gestión no fue mucho más alentador, pues si bien la mayoría de los encargados mostraron interés y compromiso al principio, luego fueron excusándose. La batería esta vez corrió por cuenta del tiempo escaso para recopilar información (hasta cuatro semanas, contando postergaciones), la incapacidad para centralizar datos por parte del departamento o secretaría, la demora administrativa en aprobar el envío o las vacaciones de algún personaje sin el cual no era posible hacer el trabajo.
Como resultado, sólo entregaron información las ciudades antes mencionadas, más Asunción y Medellín. Es decir, ciudades medias o pequeñas, de las que justamente trata este Ránking, el que las destaca por su manejabilidad y el impacto del liderazgo de sus autoridades.
De las grandes, sólo respondió la capital chilena y ahí hay un doble mérito, pues lo hizo –con rezago, hay que decirlo– pese a que la solicitud fue la misma semana del terremoto que asoló Chile y que dejó algunos estragos en el edificio de la Intendencia, lo que hacía muy difícil trabajar, y en medio de un complicado cambio de mando Bachelet-Piñera, en el que los encargados de nuestra gestión no sabían hasta cuándo estarían en sus puestos de trabajo.
Ya se quisieran otros esos argumentos.