Año a año los latinos se afianzan como fuerza electoral decisiva en EE.UU. Obama no puede perderlos para llegar a la Casa Blanca.
Los más de 33 millones de estadounidenses que encendieron sus televisores para ver la coronación de Mitt Romney como candidato presidencial del partido Republicano se llevaron una sorpresa. Su hijo Craig afirmó que Romney sabe que Estados Unidos “es una nación de inmigrantes”. Un mensaje poco novedoso salvo por el idioma utilizado: el español.
Pocos días después, otros 35 millones de estadounidenses que sintonizaron la convención del partido Demócrata vieron a Benita Véliz hablar sobre la necesidad de reformar las leyes de inmigración, pronunciamiento que tampoco tendría nada de especial si no fuera porque la joven, de 27 años, es indocumentada.
En ambos eventos los máximos exponentes de la hispanidad desempeñaron un rol estelar. Marco Rubio, el popular senador cubano-estadounidense de Florida, presentó a Romney cuando éste salió a aceptar su nominación. Por los demócratas, Julián Castro, alcalde de San Antonio, Texas, estableció un hito histórico al convertirse en el primer hispano que pronuncia un discurso principal en una convención de ese partido.
Las señales sobre la importancia del voto hispano en Estados Unidos se vienen multiplicando hace años, y tanto demócratas como republicanos vuelcan cada vez más recursos para ganarlo. Es el peso abrumador de la demografía: de 35 millones en 2000, los latinos aumentaron a 50 millones en 2010. Según datos del último censo, un 45% de ese crecimiento se produjo en ocho estados: Arizona, Colorado, Florida, Georgia, Nevada, Carolina del Norte, Texas y Virginia. Cinco de ellos son considerados ahora swing states, es decir, aquellos que pueden cambiar de resultado entre una elección y otra y, por tanto, decidir el resultado final.
“En 2008 el voto hispano fue un factor decisivo en la victoria presidencial”, dice Clarissa Martínez de Castro, directora de Participación Cívica e Inmigración del Consejo Nacional de La Raza, ONG que vela por los intereses de los hispanos en Estados Unidos.
Aunque el sostenido crecimiento del número de electores hispanos promete convertirlos, en el mediano plazo, en un factor clave, menos claro es qué tan decisivos serán en las próximas elecciones. Matt A. Barreto, profesor de la Universidad de Washington, explica que hay un “déficit de registrados” en las comunidades latinas, donde el crecimiento demográfico no conlleva un aumento en el registro de votantes. Según un análisis de la consultora WCVI de Texas, de los 21 millones de latinos con derecho a voto sólo están registrados 10,9 millones. De éstos, apenas 6,6 millones efectivamente sufragaron en 2010.
La situación es particularmente patente en estados como Carolina del Norte y Virginia, que hoy se pelean voto a voto. Se agrega que la crisis hipotecaria -cuestión que implica cambio de domicilio y la necesidad de volver a registrarse- también diluye la fuerza electoral latina.
DEMÓCRATAS
Según datos del Centro Hispano Pew, a nivel nacional los latinos vienen votando a favor de los demócratas por una relación de dos a uno. En las legislativas de 2006 el 69% votó por representantes de ese partido, y en las elecciones presidenciales de 2008 un 67% votó por Obama frente al 31% del abanderado republicano, John McCain.
Los latinos convirtieron a California en uno de los bastiones del partido Demócrata. Lo mismo en Texas, pero para los republicanos. Está por verse su comportamiento electoral en los swing states. En Ohio, Virginia y Pennsylvania, el voto hispano es proporcionalmente muy pequeño, representando, respectivamente, 3,5%, 5,3% y 4,2% del total. Los hispanos sí podrían hacer la diferencia en Colorado, donde representan 11,7%, pero es un estado pequeño demográficamente y con pocos delegados para el Colegio Electoral [en Estados Unidos los votantes escogen a representantes que son los que terminan votando por los candidatos].
Otra visión tiene Sylvia Manzano, de Latino Decisions, para quien la influencia latina en un estado es relevante cuando el margen del voto latino supera la diferencia final de votos en elecciones muy peleadas. Esto puede ocurrir sin importar el tamaño de la población, ya que una población latina pequeña puede hacer la diferencia, tal como ocurrió en el estado de Indiana en 2008.
El peso del voto latino también se determina por la participación final de otros bloques. Hay estimaciones de que en 2004 el ex presidente Bush ganó debido a un aumento de un 40% en el voto latino. Colorado, Nevada y Florida (cada uno con una importante población latina) votaron por los republicanos en 2004, pero en 2008, con un electorado latino incluso más grande, votaron por Obama.
En la cuarta encuesta IMPREMEDIA/Latino Decisions, hecha entre los votantes latinos una semana después de la Convención Nacional Demócrata, Romney bajó de su puntaje máximo en la misma encuesta, un 29% de las preferencias, a un 26%, al tiempo que Obama mantenía un 68% de apoyo. Similarmente, 63% de los latinos escogen a los candidatos y candidatas demócratas al Congreso y 25% se inclina por los republicanos.
Y si se desglosa la preferencia latina por género, Romney está en problemas con las mujeres latinas. Un 74% de ellas prefiere a Obama.
MUJERES
La idea de la importancia de una preferencia electoral según género surgió por primera vez en las elecciones de 1980, cuando el partido Demócrata perdió la Presidencia y el Senado ante Ronald Reagan y los republicanos. Desde entonces las estrategias electorales del partido Demócrata han buscado apalancar el voto de las mujeres. Ya en 1984, en su libro “Por qué y cómo las mujeres elegirán el próximo presidente de EE.UU.”, la analista Eleanor Smeal planteaba que llevar una candidata sumaría 10% más a las urnas. Sin embargo, durante los siguientes 20 años, sólo Bill Clinton consiguió la mayoría del voto de las mujeres blancas no hispanas. En la victoria de Obama, otros grupos de mujeres -entre ellas, las latinas- se hicieron presentes.
Por eso la Casa Blanca quiere asegurarse el voto femenino. Mientras Obama se centra en motivar a las mujeres solteras para que vayan a votar, Mitt Romney apunta a un grupo típicamente republicano: mujeres casadas y con educación universitaria, estimando que serán decisivas en al menos ocho estados (incluyendo Colorado, Florida, Iowa y Ohio, donde la elección se ve estrecha). Apelando al supuesto rechazo de este grupo a la dependencia de programas de asistencia social en tiempos de dificultades económicas, la campaña de Romney quiere agudizar diferencias entre quienes son mantenidos por el fisco y quienes no.
El problema, para el candidato republicano, es que no ha logrado posicionarse con las mujeres. Donde otros candidatos republicanos captaron más de la mitad del voto femenino, Romney apenas logra que 3 de cada 10 mujeres digan que piensan votar por él.
Y con las latinas le va peor. Según la encuesta IMPREMEDIA/Latino Decisions, sólo 22% tiene una imagen positiva de Romney contra un 71% que evalúa positivamente a Obama. Para desgracia del republicano, las latinas se declaran muy entusiasmadas de ir a votar. El 88% dice que votará el día de las elecciones. Y además, están muy seguras a quién dar su voto. Solamente 17% están indecisas en comparación con 30% de los hombres latinos.
TRABAJO QUEREMOS
Este escenario ha obligado a Romney a moderar las posturas más radicales del partido Republicano en temas sensibles para los latinos. Durante una entrevista con la cadena Univisión, afirmó que conseguiría una reforma para que al menos los hijos de inmigrantes ilegales pudieran conseguir un camino para permanecer legalmente en el país. También dijo que su gobierno no emprendería redadas masivas para concentrar y deportar a los más de 12 millones de indocumentados y deportarlos.
Obama, por su parte, admitió al día siguiente, en entrevista con la misma cadena, que uno de los grandes errores de su administración fue no haber avanzado con la reforma de la legislación inmigratoria. Durante esa aparición, donde fue duramente cuestionado por el presentador Jorge Ramos, Obama instó a los latinos a que salgan a votar en esta elección. “Si la comunidad latina y el sector estadounidense al que le preocupa este tema salen a votar, pueden enviar un mensaje de que esto no es un tema que puede ser manipulado políticamente, que vidas de personas están en juego”, declaró Obama.
Sin embargo, las encuestas señalan que el tema de inmigración no es el de mayor preocupación entre los hispanos. “El tema de migración ocupa el quinto lugar, después de la atención médica, el desempleo, el crecimiento económico y la brecha entre ricos y pobres”, señala Lydia Saad, editora sénior de Gallup.
Eso explica el esfuerzo de Romney por aclarar su propuesta para reactivar la economía y promover la creación de un mayor número de empleos, con la esperanza de encontrar resonancia entre los electores latinos.
Con un desempleo de 14% en la comunidad latina, contra un 8,3% a nivel nacional, la economía de EE.UU. es la mayor preocupación para los latinos. Manzano, de Latino Decisions, indica que las políticas públicas -sean inmigración, educación o económicas- no necesariamente se entienden como temas por separado. “Muchas latinas -siendo madres o no- ven la Dream act [ley que posibilita educación para hijos e hijas de inmigrantes indocumentados] como una solución de largo alcance que provee oportunidades económicas y de empleo para sus amigos, hijos y la comunidad en grande”, asegura Manzano. En otras palabras, las latinas piensan en su comunidad cuando votan.
LA BATALLA DE MIAMI
Estas consideraciones jugarán un rol central en una de las arenas electorales más disputadas del país: el estado de Florida. A diferencia de la extensa comunidad mexicano-estadounidense, mayoritariamente demócrata, la comunidad cubana de Florida suele estar entre los votos más duros del partido Republicano. Los votantes hispanos podrían representar el 15% de la votación del estado, y es allí donde está recayendo gran atención por parte de ambos partidos.
No obstante, la llegada de hispanos de otras nacionalidades, sumada a los cambios en la percepción de los cubanos jóvenes, ha comenzado a alterar la relación de fuerzas dentro del estado. Eso quedó evidenciado en la última elección, explica Freddy Balsera, asesor actualmente vinculado con la campaña demócrata en el estado. “El voto hispano fue el que le dio Florida al presidente Obama en 2008”, dice. “Él sacó el 57% de ese voto, que para entonces representó el 11% del total de electores. Para este año, podría superar el 15% debido a que un mayor número de hispanos están escribiendo para votar”.
Los demócratas apuestan a repetir la hazaña, pero no la tendrán fácil. El campo republicano quiere recuperar el terreno perdido y la feroz competencia se traduce en un constante bombardeo de comerciales en español y frecuentes visitas de ambos candidatos. Atrás quedó el tímido y dubitativo spot televisivo en español pronunciado por Jackie Kennedy, durante la campaña de 1960. Su marido ganó por 0,2% frente a Richard Nixon, en una época en que el voto latino se limitaba a unos cuantos cientos de miles de votos. Hoy son casi 11 millones, en una elección donde cada uno cuenta.