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Desencuentros inesperados
Miércoles, Mayo 30, 2012 - 14:33

La Cumbre de las Américas terminó sin firma de acuerdos, poniendo en evidencia las divisiones en temas clave, como el narcotráfico, las Islas Malvinas y Cuba.

“La libertad ublime” (sic) cantó la colombiana Shakira en la apertura de la VI Cumbre de las Américas, auspiciada por la Organización de Estados Americanos (OEA), causando inmediatas burlas en twitter bajo el hashtag #ublime. La equivocación de la cantante, al interpretar el himno de su país natal, forma parte de un encuentro que tuvo impasses de principio a fin. Y que terminó precisamente con el escándalo de los doce miembros del servicio secreto estadounidense despedidos al ser sorprendidos con prostitutas.

El empate 2-2 del partido de fútbol entre los mandatarios de Bolivia y de Colombia acompañados por memorables glorias del balompié; la noche de rumba de la secretaria de Estado Hillary Clinton; el sobresalto del presidente mexicano cuando se desconectó de la superficie su boya mientras buceaba en el mar; son otros temas que alteraron el protocolo de los 32 gobernantes reunidos en Cartagena de Indias, Colombia, entre el 14 y 15 de abril.

Pero no fueron las únicas interferencias en la agenda de la Cumbre. La línea inicial sobre desastres naturales, infraestructura, tecnología, seguridad y pobreza fue opacada por asuntos álgidos que captaron mucha más atención.

La efectividad de la lucha contra las drogas, la participación de Cuba en futuras cumbres y el diferendo entre Argentina y Gran Bretaña en torno a las Islas Malvinas fueron los contenidos fuertes que se debatieron. Y la  discordia que provocaron impidió firmar una declaración conjunta, la cual semanas atrás estaba prácticamente lista.

Esta falta de unidad se explica en gran parte por la tensión que provocan estos tres temas entre América Latina y Estados Unidos. Así, la cumbre terminó con los gobernantes buscando eufemismos para sacar cuentas alegres de una jornada adversa.

El gobierno colombiano consideró un triunfo el sincerar distintas posturas. “Una opción era enfocarnos en una redacción de frases usuales, gaseosas. La segunda opción era hablar francamente y poner los temas sobre la mesa, los que nos unen y los que nos dividen”, señaló el presidente  Santos en su declaración final. Por su parte, para el presidente mexicano, Felipe Calderón, lo más importante fue “el diálogo mismo que se da entre Estados Unidos y Canadá con el resto de países, un insumo valiosísimo”.

Para el analista peruano Aldo Olano, cualquier consenso en asuntos espinosos sería más viable sin la presencia de Estados Unidos y Canadá, centrados en intereses propios y los principales contradictores respecto a los casos Cuba y Malvinas. “Se esperaba de la cumbre un mínimo de solidaridad con problemas que pueden tener los países miembros con países que no lo son”, comenta Olano.

En este contexto toman sentido las intenciones de otras instancias, como por ejemplo CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), organismo regional creado en 2010 que no incluye a los gobiernos de Estados Unidos y Canadá. Sin los hermanos mayores es más fácil hablar franco y llegar a acuerdos.

Un barrio dispar. La clausura de la Cumbre de Cartagena puso en un mismo escenario a los principales protagonistas de la cita: Barack Obama, Dilma Rousseff y Juan Manuel Santos. A pesar de que durante las conversaciones Santos le dijo a Obama que era un anacronismo continuar con el aislamiento de Cuba, al mandatario colombiano le faltó faltó firmeza para impulsar la agenda y evitar las digresiones que hicieron naufragar el encuentro.

Para el analista Aldo Olano, el mandatario colombiano apostó al bilateralismo con Estados Unidos, perdiendo la posibilidad de abanderar procesos en la región. En este contexto Brasil quedó con un amplio espacio para maniobrar.

En su discurso frente a Obama, Rousseff resaltó los efectos de los errores en las políticas económicas de las potencias y la necesidad de propender por relaciones igualitarias. El estadounidense escuchó paciente, aunque sólo se limitó a prestar atención.

Finalmente el combo del Alba impuso su planteamiento de que no habrá más cumbres sin Cuba. Esto a pesar de que la previa convocatoria del ecuatoriano Rafael Correa para la inasistencia en bloque no tuvo eco. Sólo se ausentaron en Cartagena el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y el venezolano Hugo Chávez. Este último argumentó problemas de salud y desde Caracas hizo mofa del  encuentro.

Mucho se dijo de la despedida prematura de la argentina Cristina Fernández. La canciller colombiana, María Ángela Holguín, defendió a la presidenta insistiendo en que fue su agenda y no la falta de solidaridad frente a su diferendo con Inglaterra la razón de abandonar Cartagena antes del cierre. Razones importantes de agenda tenía, ya que precisamente a su regreso a Buenos Aires, el lunes 16 de abril, anunció la estatización de YPF.

De Chile y México se esperaba mayor protagonismo. En el caso del gobierno chileno tiene poco margen al estar ocupado con la movilización ciudadana que tomó fuerza en 2011. México, por su parte, no tiene muchas opciones de enemistarse con Estados Unidos por la amenaza que enfrenta por el tráfico de drogas.

Finalmente, el único resultado de la cumbre de Cartagena son tres comunicados conjuntos, sobre temáticas poco conflictivas en relación a Estados Unidos: una amplia participación en la Conferencia Rio+20, el combate a la delincuencia organizada y trasnacional y el VI Foro de Competitividad de las Américas que se realizará en octubre próximo en Panamá. Los temas más espinosos quedaron definitivamente bajo la alfombra.

Teniendo en cuenta que la OEA, que presta alero a la Cumbre de las Américas, es una instancia de diálogo, es inviable esperar que le reunión de Cartagena entregue soluciones a los problemas regionales. Su principal contribución es el cara a cara de los mandatarios, que permite tomar el pulso a la región, hoy una de las promesas de la economía mundial. Mientras antes se sinceren las posiciones, de mejor forma se podrá enfrentar el futuro.

La Cumbre terminó con la esperanza de ver a Cuba en el próximo encuentro que se realizará en Panamá en 2015. Considerando el futuro de los gobernantes de Venezuela y Cuba, y las cercanas elecciones presidenciales en el continente, la próxima cumbre tendrá caras nuevas y una  configuración política regional aún incierta. Lo único seguro es que no estarán invitados los doce miembros del servicio secreto de EE.UU. que perdieron la compostura en las cálidas noches de Cartagena.

Autores

Jenny Carolina González C.